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El Teleadicto

Tunantón

Los informativos de TVE estrenan imagen.

De no haber sido por la pandemia, este fin de semana Elda habría celebrado la Media Fiesta de San Antón, y la avenida Juan Carlos I habría sido el escenario de unos desfiles de moros y cristianos de ensueño. Esos que tampoco se podrán celebrar el próximo mes de junio por la calle de marras, a pesar de que la pulcritud de sus Fiestas ha merecido la declaración de Interés Turístico Nacional.

El Consistorio del Puerto de Sagunto ha sido el último que ha aprobado eliminar el nombre de Juan Carlos I a uno de los puntos clave de su localidad. Pero ahí continúan muchas plazas e instituciones luciéndolo. Como esa Universidad madrileña que comenzó expidiendo títulos de Máster en entredicho y que terminará, y si no al tiempo, sustituyendo la denominación del propio centro universitario, cuando todo hieda.

Recuerdo con qué fe siguió mi santa madre todos los programas de Audiencia abierta, que TVE se sacó de la chistera para apuntalar a Felipe VI y hacer un lavado de imagen de la monarquía. Pero incluso ella, desideologizada y sufridora en casa, mujer de paz con palabras y con hechos, captó la esencia del Emérito, y cada vez que le mentaba era para adornarle con un apelativo muy personal. «Antonio, pero qué tunante, qué tunantón, qué tunantón».

La noche del jueves 6 de agosto TVE marcó un punto de inflexión cuando osó dedicar en su prime time un debate donde pondría en entredicho al Emérito. Éste acababa de abandonar España. Llamé a mi madre. Le prescribí el debate. Me consta que lo vio. Pero no lo pudimos comentar. El corazón se le paró mientras dormía. Siempre que veo al tunantón me acuerdo de ella.

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