El eterno conflicto de los desventurados amantes, de origen oriental, ha tenido numerosas adaptaciones literarias o teatrales. Una primitiva versión es la fábula de Píramo y Tisbe, un episodio de Las metamorfosis, del poeta romano Ovidio, que Góngora utilizó mucho después. El novelista Matteo Bandello contribuyó a difundir la narración popularizada, sobre todo, a partir de la tragedia de Shakespeare, Romeo y Julieta. Hasta Lope de Vega hizo su propia obra, Castelvines y Monteses (1606-1612), una comedia con final feliz. La versión de Sergio Peris-Mencheta y José Carlos Menéndez, laboriosamente dirigida por el primero, incluye textos del dramaturgo inglés, de Quevedo y de Rojas Zorrilla para conseguir un espectáculo musical y juguetón, que acabamos de ver en el Principal de Alicante con trece versátiles y entusiastas intérpretes que asumen un amplio número de personajes. Cantan, bailan y tocan instrumentos. Entre otros comediantes, Aitor Beltrán, Paula Iwasaky, Xoel Fernández, Óscar Martínez-Gil o el alicantino Natxo Núñez. Danzan los versos de Lope junto a los variados ingredientes de esta coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Barco Pirata Producciones, que solamente puede aspirar a entretener con sus discretas nueces y un excesivo metraje. Abunda un tono carnavalesco de escasa consideración y limitado interés. Más rigor en algunas escenas y sabor a Disney en alguna otra. Interpretan antiguas y pegadizas canciones italianas, como Tintarella di luna, Piccolissima serenata, Nel blu dipinto di blu, Datemi un martello o Ma quale idea. La escenografía de Curt Allen vive, cambia, y la composición musical de Joan Miquel Pérez y Xenia Reguant da también sus frutos. La historia de los amantes de Verona reivindica la paz y rechaza el odio de los bandos familiares. Y la representación pretende acercar el teatro clásico a todos los públicos. ¿Vieron el anterior montaje de Peris-Mencheta, Lehman trilogy, con similares (aunque mejores) características?