Ha pasado casi un año desde que la provincia de Alicante celebró el último festival de música. Fue el F*ck The Censorship Festival, en la plaza de toros de Villena, el 1 de febrero de 2020. Doce meses de vacío y silencio, cargados de aplazamientos y contratos paralizados, tras lo que los promotores miran al futuro con incertidumbre. La inmediatez es incompatible con estos eventos, en los que programar y producir se realiza al menos con un año de antelación, pero las previsiones en estos momentos no miran más allá de una semana.

Más de una decena de festivales se han quedado por el camino en Alicante y con ellos cientos de trabajadores del sector, además de numerosos grupos que han visto como se cancelaban sus giras y se veían obligados a colgar los instrumentos. Para 2021, las opciones son pocas: vuelve la normalidad y los festivales regresan a casa, o con restricciones, son más los que volverán a cancelarse que los que se reinventen.

Producciones Baltimore lleva a su cargo el Low y el Fuzzville de Benidorm, y el Spring de Elche. Los tres se cayeron el año pasado y ahora preocupa qué va a pasar. «Ya anunciamos las fechas de 2021, aunque está todo cogido con alfileres y nadie sabe decir qué formato, ni qué dimensiones, ni qué actividades se podrán hacer», asegura la promotora Carolina Rodríguez. «Tiramos para adelante, pero sabiendo que va a ser un proyecto totalmente vivo y cambiante».

De momento, el Spring está previsto para mayo, «pero sujeto a modificaciones porque es demasiado pronto». Igual que el Fuzzville, que debería celebrarse en marzo. «Es un festival de pequeño formato, para unas 800 personas, en un recinto que tiene interior y exterior, y vamos a revisar bajo qué circunstancias se puede celebrar; habrá que ver si se puede y si no, pues anunciaremos la edición de 2022».

Producciones Baltimore, que al menos pudo organizar un ciclo de conciertos en el Puerto de Alicante en verano y este año repite, afronta su mayor reto con el Low, que se anuncia del 30 de julio al 1 de agosto, con parte del cartel del año pasado y con muchas de las entradas vendidas que los «lowers» han mantenido. «Los grupos internacionales que son de gran formato han dicho directamente que para 2022; los de tercera o cuarta fila tiene ganas de moverse pero no se sabe si se podrá». Por eso, asegura Rodríguez, «es el gran año de los grupos nacionales, a parte de que los promotores estamos abriendo los festivales a nuevos estilos y nuevos públicos». El riesgo, asegura, es «perder la fidelización de público que hemos conseguido en tantos años».

De Run To The Hills dependen Leyendas del Rock, Rabolagartija y el F*ck The Censorship, en Villena, y el Breva Rock, de Albatera. «La perspectiva no es muy buena», asegura Carlos Prats. «Veo complicado que este verano pueda ser normal; dispuestos a hacerlos, sí, pero me temo que los espectáculos masivos van a ser lo último en recuperarse».

Los carteles están prácticamente hechos «porque el año pasado más que suspenderse, los festivales se aplazaron», destaca Prats que ve «inviable» otras alternativas a la normalidad. «Lo más complicado es la incertidumbre, si trabajas para un evento de 10.000 asistentes para que te salgan los números, si reducen un 33 % pues no vale. O vamos con todo o esperamos otro año».

El promotor considera que si hubiera alguna certeza a día de hoy, «si dijeran que un 40 por ciento de entrada, pues te da tiempo a adaptar el evento a esas características, pero es todo una incógnita».

Para el último fin de semana de junio estaba previsto que la música indie volviera a sonar en Elda con el EMDIV. No lo hizo en 2020 y está por ver qué pasará en 2021. «La empresa está un poco en standby hasta que mejore la situación», afirma Diego Cruz, uno de los organizadores. «Con las restricciones y la incertidumbre, veo que no arranca». En su opinión, se podría volver «si las instituciones públicas, cuando despeje esto un poco, apoyaran los eventos, si no, a día de hoy, con aforo reducido, es inviable».

En su opinión, «pocos pueden aguantar otro año así; si no, llegará el día en que se pueda abrir el telón y no haya artistas ni promotores ni técnicos ni nada».