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LA PLUMA Y EL DIVÁN

Mediocres asintomáticos

Los mediocres están instalados entre nosotros y están aprovechando la debilidad y el cansancio social más que nunca

Cvirus.-La POP pide que, "con urgencia", se incluya a los enfermos crónicos con patologías de riesgo en la vacunación

Esta pesadilla de la pandemia que tenemos agarrada a nuestras carnes como una mala garrapata, está consiguiendo que brillen con su máximo esplendor muchas cuestiones dormidas. Estamos redescubriendo la calidad de una sociedad que no se mueve de la media, y si lo hace, siempre se inclina hacia abajo. Los mediocres están instalados entre nosotros y están aprovechando la debilidad y el cansancio social más que nunca.

Lo más peligroso del mediocre tipo es que es asintomático y descubrirlo puede llevar un tiempo, que normalmente juega en nuestra contra. El mediocre es un mentiroso compulsivo, que utiliza estrategias de despistaje y palabrería para conseguir sus fines ocultos. Normalmente no son conscientes de su mediocridad y se convierten en tontos útiles que hacen de puente con otros de su misma filiación, aumentando los índices de contagio.

Son amantes del poder y cuando lo consiguen se transforman en máquinas de destrucción masiva, arrasando con todo aquel o aquello que se interponga en su camino, sobre todo, si se sienten mínimamente amenazados con ser derribados. Como afirma el psicólogo José Ingenieros: «Lo habitual no es el genio, ni el idiota, no es el talento ni el imbécil. El hombre que nos rodea a millares, el que prospera y se reproduce en silencio y en la tiniebla, es el mediocre».

Son supervivientes en cualquier ámbito, porque saben manejar como nadie el arte del camuflaje, pasan desapercibidos cuando es necesario y, a la menor oportunidad, caen sobre el objetivo perseguido para apropiárselo.

El psiquiatra González de Rivera señala que la presión por la excelencia deriva en tres tipos de patologías mediocres, donde la más perniciosa es la de tipo 3 que llama «mediocridad inoperante activa» con una tendencia a repetir e imitar a otros que se consideran excelentes, búsqueda de la notoriedad social a cualquier precio y envidia en su máximo grado hacia los excelentes, con la intención de acabar con ellos.

En los últimos tiempos estamos asistiendo a un desfile singular de mediocres en todos los ámbitos, destacando el político, pero sin dejar atrás el judicial, el militar o el religioso. Un indicador de mediocridad exacerbada está siendo el trampeo por vacunarse de políticos, religiosos, militares y legisladores, entre otros, que sin ningún pudor y aprovechando su posición de poder, se saltan todos los controles legales y morales.

En este país nuestro, la mediocridad asintomática es endémica y sin vacuna posible. La mayoría de los españoles nos estamos mirando en el espejo de una cantidad ingente de mediocres que están anclados en el poder. Esperemos que sepamos sortearlos en algún momento, más pronto que tarde, y no acabar siendo como ellos.

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