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Las Cigarreras y la Lonja, espacios para la memoria

El artista Jorge Conde incluye estos dos espacios alicantinos en un proyecto sobre edificios industriales recuperados con fines culturales, realizado a lo largo de 10 años en 16 países europeos

Fotografía del Secadero de las Cigarreras de Alicante que forma parte de la exposición.

A partir de los años 80, España se va sumando a la corriente europea de recuperar edificios industriales con el objetivo de convertirlos en espacios culturales para las artes visuales y el pensamiento contemporáneo. Una transformación que une dos puntos entre pasado y presente, que conlleva un cambio social, de uso y también del territorio en el que se encuentran. Rescatar esa memoria, reivindicar lo que fueron en su momento y lo que son en la actualidad, y plantear su proyección de futuro como compromiso de las instituciones para su conservación, es lo que llevó al artista visual Jorge Conde (Barcelona, 1968) a seguir el rastro de estas construcciones transformadas a lo largo de 10 años.

Como resultado, su archivo reúne 120 centros de 60 ciudades de 16 países europeos, entre ellos, las Cigarreras y la sala de exposiciones de la Lonja de Alicante. Este proyecto ve ahora la luz bajo el lema Estas ruinas que (no) ves son una promesa, que se expone en la antigua Tabacalera de Madrid (hasta el 4 de abril), como una propuesta reflexiva sobre la memoria.

El trabajo se muestra en Tabacalera Madrid, bajo el título Estas ruinas que (no) ves son una promesa

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Una fábrica, un matadero, una central eléctrica, una estación de ferrocarril o un mercado son algunas de las construcciones recuperadas como vestigios arquitectónicos de instalaciones industriales que ya no existen como tal, pero que se han transformado para mantener su memoria a través del tiempo.

En el caso de las Cigarreras y la Lonja, fue en 2017 cuando Conde visitó Alicante para realizar la serie de fotografías. «Cuando las Cigarreras se recupera como centro cultural y empieza a tener actividad, consigue un impacto clarísimo en el barrio en el que está situado», apunta.

Conde destaca que hay diferentes modelos de recuperación. En algunos casos «casi no se interviene, como en Tabacalera Madrid», mientras otros se someten a una intervención muy radical. Y las Cigarreras estaría en este segundo modelo. «Las salas interiores son cubos, están muy adaptadas al modelo expositivo o a la celebración de conciertos; exteriormente se conservan claramente la memoria de lo que fueron, pero el interior es una intervención contemporánea».

Fachada de la Lonja, fotografiada por Jorge Conde. | JORGE CONDE

Una de las partes que más le interesó a Jorge Conde fue el Secadero. «Me llama mucho la atención porque te puedes imaginar los usos anteriores del edificio y cómo sería físicamente».

Las Cigarreras aparecen en la exposición dentro de una videoinstalación «donde se proyectan imágenes sobre unas pantallas encastradas en los antiguos lavabos de Tabacalera». La Lonja forma parte del proyecto, pero no se ha incluido en esta muestra.

Para Conde, «es muy importante que la rehabilitación del edificio, los usos y las nuevas funciones sean adecuadas y tengan sentido en esa ubicación». En su opinión, el problema está en que «no siempre el proyecto de transformación arquitectónica va acompañada de una política cultural clara y adecuada a ese contenedor y al entorno». El fotógrafo recuerda que cuando llegó la crisis de 2008 muchos de estos espacios «tienen que reinventarse o cerrar». Ahora, con la pandemia «veremos que pasa, aunque sospecho que va a ocurrir lo mismo».

La exposición, que precisamente pretende reflexionar sobre qué va a pasar con estos contenedores de arte en un momento de crisis, se estructura como una experiencia sensorial con instalaciones que combinan elementos arquitectónicos, fotografías, documentación, vídeos realizados en la actualidad, citas y textos evocadores, con una ambientación de sonidos registrados por el artista en esos espacios.

El proyecto artístico ha recibido becas del Ministerio de Cultura, de la Generalitat de Cataluña, de la Real Academia de España en Roma -«donde trabajé el caso italiano»- y de la Vegap. «Fui viajando por las diferentes ciudades para realizar el trabajo de campo para hacer las fotografías, recabar información e incluso grabar los sonidos originales de cada entorno».

Esta aventura tiene también un efecto alarma, «para que el visitante tome conciencia de que ese patrimonio industrial se puede perder».

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