Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Presentador y humorista

Gran Wyoming: "La gente no quiere que le cuenten milongas"

José Miguel Monzón Navarro (Madrid, 1955), más conocido como Gran Wyoming, se acerca a la realidad a diario desde su atalaya de El intermedio, programa que celebra sus quince años en emisión. «Estamos ante un récord histórico», asegura el presentador.

Gran Wyoming

¿Cree que la pandemia ha puesto la puntilla al cine en las grandes salas?

Las salas ya estaban atravesando una crisis con motivo de la difusión de películas a través de Internet y los medios de comunicación, que son una gran competencia. No creo que el virus sea la puntilla a las salas, se recuperarán con otro público, con el consumidor potencial de cine, es decir los aficionados. Mientras que antes ir al cine era casi ocio obligatorio para todos, ahora será para la gente más especializada; es igual que lo que ocurría con el fútbol durante el Franquismo, que no se concebía a nadie que no siguiera el fútbol.

¿Con qué dificultades se está encontrando el sector para una vuelta a la normalidad?

Fundamentalmente por las medidas sanitarias que impide la congregación de gente en los espacios. Todos confiamos en que se volverá a la normalidad, y que esto es una situación puntual. Aunque yo no soy un experto, siempre va a haber alguien que quiera contar historias y gente que las va a reclamar. Ahora hay un auge tremendo de las series pero no deja de ser lo mismo que una película, aunque contada en veinte horas en vez de en una. La técnica de narrar es la misma, la misma planificación para grabar y la misma intención creativa, aunque son productos diferentes.

¿Qué tipo de cine consume?

Todo tipo de cine aunque, por resumirlo, el que le gusta al Gran Wyoming es el cine bueno. Para los de mi generación, tengo 66 años, el cine no solo era un espacio de evasión sino que a través de él nos llegaban muchas otras cosas, como el arte, donde el discurso cinematográfico en sí estaba por encima del guion; algo que los adolescentes de ahora podrían decir que se trata de un cine lento, de un coñazo. Pero para nosotros ver eso y lo otro, todo tipo de cine, incluso el más ecléctico era fantástico. Lo mismo ocurría con la música. Tu podías entrar en una casa y te encontrabas con un disco de Pink Floyd, otro de Serrat y de Leonard Cohen, que son muy distintos, y no pasaba nada. Había un espectro muy amplio, y en cuanto al cine que veías pasaba igual. Podías ir a ver una película de la nueva ola francesa, pero también otra de Woddy Allen e incluso revisar el cine antiguo de Buster Keaton. Ahora eso no ocurre, la gente está más polarizada.

Celebra quince años con el El intermedio. ¿Pensó que el programa llegaría tan lejos?

Ni yo ni nadie. Estamos ante un récord histórico. No recuerdo que lo haya logrado ningún programa en prime time salvo el Un, dos, tres... pero con paradas. Nosotros estamos en antena desde el primer día, ha sido increíble, una barbaridad, sobre todo por el tipo de contenido que hacemos. En televisión hay una ley no escrita que dice que cuando se aborda un proyecto y la gente no te ve tienes que trabajar con el paradigma de cómo perder una hora en una hora. Que esa es la base del éxito, ¡y nosotros hemos metido cada truño! Como explicar, por ejemplo, qué es el Tribunal de Cuentas, algo insólito.

¿Cuál ha sido la clave?

Circunstancias y la magia mía (ríe). El programa nació con una cadena y no para imponerse desde el primer día en los primeros índices de audiencia; para petarlo en televisión hay que poner a dos personas separadas y que se peleen, eso sí tiene capacidad magnética. Hay programas que requieren un desarrollo, establecerse, cocinarse a fuego lento como una fabada o un puchero. Si no hubiera sido esa la idea, nos hubieran despedido fulminantemente con el índice de audiencia que hicimos el primer día. El recorrido normal en televisión es que hubiéramos estado de 2 a 6 años pero el programa tardó más en implantarse y, una vez lo hizo, la relación afectiva con la audiencia ha sido como con la aspirina, sigue estando ahí aunque haya otros analgésicos.

Los políticos españoles se lo ponen fácil ¿no es así?

Nosotros contamos lo que nadie quiere contar. Es un programa desesperante porque es de mucha actualidad. Aznar dice que nos gusta castigar y, nosotros, que le damos más importancia a las cosas. En ningún país pasa lo que pasa en este: que dos expresidentes de Gobierno [José María Aznar y Mariano Rajoy] comparezcan en una vista [el juicio de la caja B del PP] y den una versión tan delirante sobre la reforma de la sede de Génova. Este es el nivel que tenemos. Pero sí, nos dan mucho juego y así lo contamos. Se podía también escuchar en otros programas pero no es así. El Intermedio es un programa muy extraño porque la gente lo ve para informarse. Damos mucho contenido y el guion parece una pastilla de Avecrem, algo que no se hace ni en un informativo si no hay una catástrofe. Es una barbaridad que con eso tengamos récord de audiencia, tan sólida y durante tanto tiempo. Al principio dudaba de si lo iba a ver alguien pero el programa es una constatación de que la gente quiere saber y no quiere que le cuenten milongas. Para que no sea un pelotazo en la cara, digo algún chiste y lubrico el contenido, que en ocasiones es de órdago.

¿Tiene algún proyecto entre manos o el programa no le deja tiempo?

No hago nada más, no me deja tiempo. Quería dejar el programa en junio pero llegó la pandemia y no me parecía bien despedirme, así que prorrogué hasta junio de 2022. Quince años es mucho para una persona como yo, que no soy periodista. A mí me ha cambiado como individuo. Yo venía del mundo del entretenimiento y ese contacto con la información diaria, con la realidad, me ha convertido psíquicamente. Es un shock, es como si a uno le meten en un quirófano de golpe a operar cánceres. Yo que fui médico en otra reencarnación y no me puso nunca tan malo con una realidad tan fuerte como la que vivimos en España. Todos los días, durante muchos años, topándose con eso, sin mantener la distancia, es muy duro, te afecta. Quiero tranquilidad, para escribir, aunque ya veremos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats