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Clara Sánchez: «No somos lo que parecemos. A veces nos disfrazamos por necesidad»

«La novela es una representación de la vida, donde estamos los de a pie y los que, por ejemplo con esta pandemia, se han hecho más ricos de lo que eran», dice

Clara Sánchez, en las Catas Literarias de Maestral

En Infierno en el paraíso, Clara Sánchez adentra al lector en el fastuoso y fascinante mundo del lujo saudí que en verano visita Marbella. Palacios, yates, hoteles... una vida al alcance de muy pocos llena de ostentación y brillo, pero que, en realidad, esconde una realidad muy oscura. En su nueva novela (Planeta), la escritora narra la desaparición de una princesa saudí encerrada en su jaula de oro.

Podría decirse que en Infierno en el paraíso no es oro todo lo que reluce.

En este libro, como en todas mis novelas, hablo de que no somos lo que parecemos, de que nos disfrazamos y nos enmascaramos mucho; a veces lo hacemos por necesidad y a veces sin darnos cuenta. En esta novela casi todos los personajes tienen como un hábito. Por una parte, están las princesas saudíes que van con el velo integral excepto cuando están en el interior del palacio, pero también Sonia, la narradora, que cuando llega a Marbella y se instalada en el apartamento de su amiga poco a poco va adoptando todo lo que tenía esta. Más adelante, cuando entra de la mano de la princesa en palacio, Sonia, va adoptar otro tipo de hábito. Aunque tiene un papel secundario, me ha gustado mucho desarrollar el papel del gerente del hotel, Fabián, que al principio va metido en el hábito de su trabajo pero que conforme van pasando las páginas, y por un episodio muy doloroso, se despoja de ese enmascaramiento y surge su verdadera personalidad.

Crea a todos los personajes con una doble cara y les hace vivir , a todos, una vida que no les pertenece.

Era lo que buscaba. Además, como guinda de ese enmascaramiento, diría que están las princesas saudíes de las que ni siquiera sabemos cómo son o qué rostro tienen; sus ropajes son un símbolo más hacia la ocultación de lo que son realmente.

Infierno y paraíso son dos conceptos contrapuestos en los que usted se mueve muy bien.

Tenía muy claro que mis personajes tenían que moverse en esa dualidad. La novela nace de un hecho muy real, del caso de las princesas Latifa y Shamsa, las hijas del emir de Dubái retenidas en sus palacios. Siempre quise escribir una fábula, la cara B de los cuentos de Las mil y una noche porque es la sensación que a mi me embargaba cuando veía en televisión o en las revistas el mundo exótico de la familia real saudí cuando llegaba en verano a Marbella. Para mí era el choque de dos mundos absolutamente distintos y me fascinaba ver cómo, en un espacio tan reducido, convivía la gente de la calle que iba con pantalón corto y pareo, con los jeques y princesas que representaban un mundo de poder y lujo inaccesible. La novela es una representación de la vida, donde estamos los de a pie y los que, por ejemplo con esta pandemia, se han hecho más ricos de lo que eran. Vidas y formas de vivir que no nos ponemos ni imaginar porque están fuera de nuestro alcance. En Marbella, esos dos mundos, convivían aunque no se cruzaban. En la novela he buscado que alguien normal como es Sonia pueda penetrar en la vida de esta gente, llena de frustraciones y anhelos, y a través de sus ojos, lo cuente. A ella hay cosas que le asombran y otras le dan miedo.

Al leer la novela lo que más se valora es la libertad.

Completamente, es lo que me pasaba a mí cuando la estaba escribiendo. Yo me sentía muy Sonia porque lo que le pasa a ella es que no es consciente del privilegio que tiene por la libertad de la que goza. Al principio está un poco adormilada porque no tiene ambiciones y está un poco traumatizada porque su padre murió cuando ella era pequeña y no le ve salida a su vida, pero es cuando se ve en una encrucijada peligrosa, casi de vida o muerte, cuando ella se da cuenta de que tiene un tesoro que es la capacidad de decidir. Cuando acaba esa aventura, que inicia sin ganas, ella sale más fortalecida y mucho más madura.

La princesa, segunda esposa del rey saudí, no es libre ni para leer una novela.

Y cuando logra salir fuera de su reducto de oro, no sabe hacer uso de su libertad y se encuentra como un pulpo en un garaje. Amina, cuando sale del palacio, no sabe gestionar su libertad. Ella tiene una educación que la determina y por eso, sale de un sometimiento y se mete en una relación muy tóxica.

Hablaba de crear una fábula, y de cada capítulo se extraen muchas enseñanzas.

Toda la trama está provocada por una gran mentira que salpica a todo el mundo. Ésta es una novela negra. El aire del relato es el de una princesa en un castillo como en los cuentos clásicos de hadas, pero aquí se narra todo desde el lado oscuro. Estas mujeres del golfo creemos que viven en un cuento de hadas cuando están atrapadas en una trampa y sometidas al poder y al dinero. En su vida real, muchas se juegan la vida para poder salir de ese lujo y ostentación.

En el libro nada, absolutamente nada, es previsible.

Era lo que buscaba. Hay muchos giros pero siempre está, de una manera u otra, muy presente el amor.

El papel de madre, indirectamente, es protagonista.

En esta novela tienen mucha importancia las madres que son personajes secundarios pero con mucha fuerza e influencia sobre los personajes principales. La madre de Amina es una mujer moderna pero que ha querido asegurar el futuro de su hija y de paso la posición social tanto de ella como de su marido. Ella no se cree lo que le cuentan de su hija y atosiga a Sonia porque intuye que no le dicen la verdad. En esta novela nadie es completamente inocente. La madre de Sonia, también se ha sacrificado para sacar a su hija adelante y Fátima es otro personaje que siempre está presente y es clave.

Infierno en el paraíso es una novela muy cinematográfica.

Sí, yo la escribía como si estuviera viendo una película porque ese es mi estilo. No es tan fácil llevarla al cine porque es una narración poética y no es fácil reproducirlo, pero bueno, a lo mejor ya me lo han propuesto.

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