Susana Guerrero (Elche, 1972) ha encontrado en la iglesia de San Sebastián de los Caballeros de Toro (Zamora) la horma de su zapato. Allí se encuentran los frescos de Santa Catalina de Alejandría, «firmados por Teresa Díaz, en 1310, una mujer...», afirma entusiasmada. La santa fue martirizada con las ruedas dentadas, pero al tocarla se rompieron, así que la decapitaron, pero en vez de salir sangre de su cuerpo, salió leche.
«Parece que la historia está hecha para mí», asegura mientras ultima el montaje de esta particular exposición que forma parte de un ambicioso proyecto que bajo el título genérico Iberoamericana convierte a Toro en sede de la mayor muestra de arte contemporáneo hecho por mujeres.
Esta iniciativa, comisariada por Víctor del Campo, inicia su andadura el próximo viernes y reúne en cinco templos de la localidad, en los que no se celebra liturgia, obra de una treintena de creadoras mexicanas, ya que México es el país invitado en esta primera edición, más una docena de españolas, entre las que se encuentran Mar Solís, Marina Nuñez y la propia Guerrero. «Hay gente muy buena, con trabajos muy diversos y es un honor participar en este proyecto con artistas a las que admiro».
La creadora ilicitana encontró suficiente motivación en la historia de Santa Catalina y toda la leyenda que la envuelve, de manera que se puso a crear piezas nuevas. Las espinas, el cuerpo de la mujer maltratado, la maternidad, los órganos, el imaginario que sustenta sus series La Desollada, La Madre. Anatomía del mito o Mother, consumed (Madre devorada), que llevó el pasado mes de abril a Nueva York, casaban a la perfección con la historia de la santa. «Me puse a hacer las piezas poco antes de venir... a Santa Catalina se la invoca cuando está todo perdido, es como llevar la fe al límite y eso me gusta mucho».
En este templo, ha colocado junto al altar la instalación principal de su propuesta. En ella aparece un tórax con láminas de latón cosido con pencas de agave, «que tienen las espinas», y una bata de cola realizada con cable trenzado. «Delante he colocado la palabra fe, realizada también con latón y el agave, mirra como esencia regeneradora de tejidos, un pecho por la leche que salía de su cuerpo cuando la decapitaron, una llama como aliento de vida, un estómago de cerámica dorado y la cruz, que es la espada al mismo tiempo».
Además, ha realizado diez dibujos en acuarela y lápiz «de las anatomías trenzadas, también con la palabra fe arriba», además de unas piezas de cerámica trenzada, la cabeza de medusa y un collar de cabezas.
También ha colocado encima del altar unas piezas de cerámica blanca que emulan órganos del cuerpo unidos por un cordón y a los lados dos urnas, una con sus guantes de piel y percebes, y otra con sus ojos.
Otra parte destacada de su proyecto se podrá ver en la iglesia de San Agustín, con el añadido de que la jornada inaugural de Iberoamericana se cerrará con la representación de Rito, el espectáculo creado junto a Asun Noales, directora de la compañía ilicitana OtraDanza, que escenifica, uniendo arte y danza, el ciclo de la vida y la muerte. Después, el círculo Ofrenda para el león blanco, que es donde se desarrolla la coreografía con piezas de Guerrero quedará en exposición hasta el 15 de septiembre, fecha de cierre de esta propuesta artística en Toro.
«El diálogo entre el arte antiguo y el arte contemporáneo me encanta, me parece que este diálogo enriquece mucho a todo el mundo», afirma la artista.
