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OtraDanza se lanza a la calle

La compañía ilicitana prepara La banda, un espectáculo que hace un guiño al circo, con la participación de Lucas Escobedo, y se convierte en la primera propuesta de Asun Noales concebida para ser interpretada en el exterior

Asun Noales, con uno de los bailarines en los ensayos. INFORMACIÓN

En un mundo deshumanizado, en el que el contacto piel con piel se aleja al menos metro y medio y las relaciones se sustentan en una pantalla, OtraDanza quiere lanzar un mensaje regenerador para recuperar el espíritu de lo que éramos. Y lo hace como esta compañía ilicitana sabe, bailando. Solo que esta vez lo hará a cielo descubierto. La banda es el título del nuevo espectáculo de esta agrupación que supone su primera propuesta realizada expresamente para ser representada en la calle.

Así lo ha concebido Asun Noales, directora de OtraDanza y también de esta coreografía que tiende lazos al mundo circense, con el permiso de Lucas Escobedo, con el que comparte la dirección escénica, y que asume también la dramaturgia. Se verá por primera vez en el preestreno previsto para el día 27 en la Barbera de la Vila y su estreno será el 28 de agosto en el Festival Hop!! de Villena.

Cinco son los intérpretes «muy versátiles» que dan vida a este espectáculo, seleccionados en un laboratorio de creación que desde finales de mayo y durante dos semanas se realizó en el Escorxador de Elche. Los ensayos comenzaron en junio y ahí siguen hasta finales de este mes. Ellos son Aarón Vázquez, Marta Santacatalina, Jorge Castro, Anna Sagrera y Carla Sisteré.

«La banda es una pieza para calle de danza contemporánea que fusiona danza y circo, y que es muy física», asegura Amadeo Vañó, distribuidor y mánager de OtraDanza. «La compañía trabaja mucho el lenguaje físico y poético y eso va a estar muy presente, también con la parte de circo que está enfocada a lo físico, a lo acrobático».

Los intérpretes de La banda en la casa caracol que conforma la escenografía del espectáculo. | INFORMACIÓN

Asun Noales llevaba ya tiempo con la inquietud de crear una pieza para calle y ahora ha sido el momento. «Hemos hecho piezas que hemos bailado en calle, pero que no han sido creadas o concebidas para calle, se han creado para sala y luego se han adaptado si ha sido necesario».

En este espectáculo, la directora y coreógrafa explora los límites y la transgresión de esos límites, como una forma de romper moldes. El título hace referencia a la necesidad de pertenencia a un equipo, a la necesidad de trabajar unidos y compartir conocimiento y experiencia. «En esta metáfora de trabajo en equipo, representada por ‘la banda’, reivindicamos un espacio para compartir, cumpliendo todos los protcolos, para convivir. Compartir, conectar, adaptar, reinventar, son palabras clave y pautas implícitas en nuestra exploración».

Cuestionar el modelo social

Coreografía, música, dramaturgia e interpretación se retroalimentan en esta propuesta, en la que se cuestiona un modelo social «que se estaba implantando poco a poco, como un virus que se apodera de nosotros y nos hace cambiar nuestros hábitos; un modelo que se estaba convirtiendo en una relación a distancia, a través de una máquina».

En esta pieza, los cinco protagonistas luchan por no perder el contacto, se rebelan contra esta pérdida de conexión, ya que sin ella «pierden su fuerza y su salud». Por eso la escenografía se desarrolla en una «casa caracol», un espacio común que sirve para que los miembros de la banda inicien un viaje en el que conviven, «con sus cuestiones en común y sus puntos de vista contradictorios».

Lucas Escobedo, ganador de varios premios FETEN y también de las Artes Escénicas Valencianas (2019, Yolo), ha desarrollado una dramaturgia «claramente coral», ensalzando el valor «de la unión como la suma de muchas individualidades». Y para ello, «tenemos que hablar de cada uno y ponemos en valoro las riquezas de cada individuo que soporta La banda».

La música la firma Raquel Molano, inspirada en series de televisión como Peaky Blinders o películas de Kusturica. «El universo sonoro para esta pieza viaja entre la tensión, la ternura, escenas surrealistas y lúdicas».

El vestuario corre a cargo de Ana Esteban que ha rescatado algo evocador, «que nos lleva al pasado donde lo mediático y la no presencialidad no existía». Por eso, es un vestuario «sacado del baúl de un desván, ropa lavada, usada, de segunda mano».

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