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Notas al programa

La orquesta ADDA Simfònica Jove inicia su andadura

Se presenta hoy y el domingo en Alicante, mañana en el Auditorio de Teulada-Moraira, con obras de Wagner, Borodin y Dvorák

Imagen de archivo de la orquesta.

Richard Wagner

(Lepzig, 1813- Venecia, 1883)

Los maestros cantores (Die Meistersinger von Nürnberg), Preludio (WWW 96)

u Los primeros bocetos de esta ópera los escribió Wagner en 1845 pero nos los retomaría el compositor hasta dieciséis años más tarde, cuando en París escribiera el libreto. La partitura la inició en Baberich en la primavera de 1862, un trabajo que duraría cinco años más, durante un periodo muy agitado de su vida. Los maestros cantores de Nuremberg, una ópera en tres actos, se estrenaría en el Teatro de la Corte de Munich el 21 de junio de 1868. Lo primero que compuso Wagner fue el Preludio, que es un regreso al tipo de obertura más o menos convencional de Tannhäuser y Lohengrin. Concluye el Preludio con tres temas en contrapunto donde se sintetiza el conservadurismo de los maestros de Nuremberg al que se opone Walter von Stolzing cantando al amor por Elsa. Wagner había redescubierto la eficacia dramática del contrapunto cuando estaba escribiendo Tristán y se sirve de él tanto en la Obertura en do mayor de esta ópera como en el Preludio que escucharemos, pieza frecuente en los programas de concierto.

Aleksandr Borodin

(San Petersburgo, 1833-1887)

El príncipe Igor: Danzas polovtsianas

u Según Rimsky-Korsakov en Crónica de mi vida musical, las Danzas polovtsianas se había programado para concierto sin que Borodin, por falta de tiempo, las hubiera orquestado, por lo que tuvieron que ser el propio Rimsky-Korsakov y Liadov quienes ayudaran al compositor a realizar la orquestación en una noche para su estreno, en versión de concierto, el 27 de febrero de 1879 en San Petersburgo. En la ópera esta escena es la que cierra el segundo acto, cuando el kan polovtsiano Kontchak, que ha hecho prisionero al príncipe ruso Igor, trata a este último con consideración y hospitalidad organizando, para distraerle, las danzas en las que participan jóvenes esclavas. Las Danzas polovtsianas se desarrollan en varios episodios: la Danza de las muchachas, gracioso y nostálgico; la Danza de los hombres, salvaje y turbulenta; la Danza colectiva, una especie de trance que culmina en apoteosis; la Danza de los muchachos, viva, ritmada por el tambor; y la Danza final, que vuelve a tomar el tema vertiginoso de la Danza de los hombres para intensificarse hasta el límite de las posibilidades físicas. Esta página completa, que fue inmortalizada por el espectáculo de Sergei Diaghilev con sus Ballets rusos, en 1909 en París, es un ejemplo espectacular del exotismo musical ruso y, posiblemente, la obra más célebre de las que compuso este compositor, hijo natural de un príncipe caucasiano y de una rusa.

Antonin Dvorák

(Nelabozeyes, Bohemia, 1841-Praga, 1904)

Sinfonía número 8, en sol mayor (opus 88)

Esta sinfonía fue estrenada el 2 de febrero de 1890 en Praga bajo la dirección del autor. La Octava fue escrita en el tranquilo pueblecito de Vysoka entre los meses de septiembre y noviembre de 1889, después de obras tan densas como su Séptima sinfonía, el oratorio de Santa Lyudmila o la cantata La novia del espectro. Dvorák vuelve a encontrar en la Octava una atmósfera alegre y sosegada, como el lugar donde fue concebida. Por el tipo de su inspiración. la Octava puede compararse con la Quinta sinfonía o con la obertura sinfónica En la naturaleza, que escribiría inmediatamente después. Al igual que en las dos obras citadas, en la Sinfonía número 8 se percibe la admiración poética del hombre ante la Creación. Las particularidades de la Octava son esencialmente su tonalidad de sol mayor, poco frecuente en la sinfonía romántica, y la utilización, muy frecuente en esta obra, de la alternancia entre los modos mayor y menor. En el primer movimiento dominan los sentimientos de alegría, de exaltación y paz espiritualizada; una exuberante alegría domina todo el final del Allegro con brío. El Adagio es una página de un romanticismo narrativo teñida de un fervor casi religioso. El tercer movimiento es un scherzo en la forma tradicional que lleva el sello de las Danzas húngaras de Brahms. El conjunto del cuarto movimiento está concebido con un espíritu rapsódico muy acentuado que encuentra su culminación final en la bacanal, una de las páginas más deslumbradoras y modernas del compositor checo.

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