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SI ELLOS HABLARAN

Por un mundo mucho más animal

Por un mundo mucho más animal

Un cuento árabe recoge la historia de un hombre que realizó un largo viaje en busca de un tesoro que solo encontró cuando volvió al lugar del que había partido.

Hace algo más de un año, 14 elefantes asiáticos decidieron abandonar la reserva natural de Xishuangbanna, al sur de China, y emprender viaje al norte.

La noticia sorprendió al mundo ¿Qué podía motivar que esos animales se pusieran de acuerdo para emigrar a la vez?

Para unos era el resultado de la presión demográfica humana sobre su hábitat, lo que les había hecho partir en busca de más amplios territorios. Para otros era todo lo contrario, la culpable no era la presión humana sino de la animal. Una súper población de elefantes les habría empujado a buscar otros asentamientos.

Sin embargo, tras recorrer más de 500 kilómetros y haber cruzado ríos, caminado bajo interminables lluvias y atravesado numerosos poblados, los animales han decidido ahora volver al mismo lugar del que partieron, echando así por tierra todas las anteriores razones.

El gobierno chino, pese a haber dedicado cerca de 400 vehículos y más de una docena de drones a seguirles durado su periplo, tampoco ha sido capaz de explicar la razón de este movimiento. Es lógico. Viendo las «extraordinarias» aportaciones que ha hecho sobre el origen del covid tampoco se esperaba mucho más.

De todas formas, en mi opinión, creo que para entender mejor todo lo sucedido habría que fijarse en algo tan fundamental como es el individuo, es decir, en cada uno de esos elefantes. Estos animales tienen el cerebro más grande existente en un animal terrestre. Poseen 257 mil millones de neuronas. Piensan, manejan herramientas, sienten tristeza y compasión. Son altruistas, cooperan, tienen conciencia y, por supuesto, poseen una memoria infinita que, entre otras cosas, les permite usar un extenso y complejo lenguaje para comunicarse. Se trata, sin duda, de un animal extremadamente inteligente y sensible, para el que nada de lo que ocurre a su alrededor es ajeno.

Por eso, llámenme loco o idealista, pero creo que igual que el ser humano a lo largo de la historia inició largas marchas para reclamar algunos derechos fundamentales, puede que, quizás, esos elefantes simplemente decidieran mostrar su descontento así e iniciar su particular marcha pidiendo un mundo más justo y mejor o, lo que es lo mismo, un mundo mucho más animal.

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