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La despedida final de Francisco Brines

«Es la obra de un escritor que constata el final de su vida desde una lucidez máxima»

Francisco Brines en el balcón de su casa de l’Elca, en noviembre de 2020. m.a.m.

El próximo 29 de septiembre la editorial Tusquets publicará Donde muere la muerte, un poemario póstumo de Francisco Brines en el que el escritor de Oliva, fallecido el pasado mes de mayo, estuvo trabajando durante los últimos años de su vida.

«Son prosas líricas porque mi poesía es una poesía conviviente, porque yo siempre escribo la poesía para mí, como lector, y por lo tanto la recibo como lector, como creador y como lector, pero pensando siempre en los lectores que llegarán a ella», dijo el propio Brines sobre este libro en noviembre de 2020, cuando recibió a los periodistas en su casa de l’Elca tras anunciar el Ministerio de Cultura que le había concedido el Premio Cervantes. «Yo creo que lo importante es que la poesía sea de los que la leen, así que estáis condenados a leerla», añadió.

El volumen incluirá una treintena de poemas escritos por Brines en los últimos 25 años, algunos de los cuales el autor había dado a conocer a través de publicaciones especializadas o incluido en antologías. Aun así, y según reveló la poeta y presidenta de la Fundación Brines, Àngels Gregori, Donde muere la muerte también contará con algunas poesías que hasta ahora habían permanecido inéditas.

Muerte, amor, niñez y paisaje

Los poemas incluidos en Donde muere la muerte «parecen desafiar a la muerte desde la rotunda afirmación de la vida, la celebración del amor y la amistad, y que se resisten a aceptar la finitud y el olvido con la fuerza de la poesía imperecedera», resume la editorial.

Àngels Gregori no dudó en calificar ayer el nuevo poemario como «la despedida final» de un Brines que «tocando la pared de la muerte» vuelve a través de estos escritos a sus temas habituales -como la infancia y la juventud o el paisaje de su casa en l’Elca-, «con una intensidad lírica increíble». «Son la obra de un escritor que constata el final de su vida desde una lucidez máxima pero a veces también de una manera sorprendentemente juguetona», añadió Gregori a este periódico.

Así, en el poema la que dará título al nuevo libro Brines escribió: «Donde muere la muerte, / porque en la vida tiene tan sólo su existencia. / En ese punto oscuro de la nada / que nace en el cerebro / cuando se acaba el aire que acariciaba el labio / ahora que la ceniza, como un cielo llagado / penetra en las costillas con silencio y dolor / y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita / hacia lo negro».

Como apunta Gregori, la muerte no excluye en esta colección esencial del último Brines a la luminosidad del paisaje mediterráneo tan querido por el autor de Oliva o al goce de la vida. En Trastorno en la mañana escribe «¿Qué sucede en los pinos, las palmeras? / He leído el poema de un amigo / y se han puesto a cantar todos los pájaros. / Lo leía en voz alta / y ellos sonaban con cantos de otros siglos. / Hay también flores que llenan la terraza bajo el azul: / míralas vivas, son rojas y son ácidas. / Un poema que suena como un pájaro / y es también flor. / Nunca vi una mañana / (que cantara, que oliera) / con tanta luz». Y en «El vaso quebrado» escribe «Hay veces en que el alma / se quiebra como un vaso, / y antes de que se rompa / y muera (porque las cosas mueren / también), llénalo de agua / y bebe».

Por su parte, la huella del pasado y de la antigua fe desaparecida lo detectamos en poemas como Mis tres fauces en los que Brines escribe «Yo soy ahora el perro, que aún no ha muerto, / y soy también el miedo de Cristo abandonado / en el viejo olivar, / bajo los astros fríos. / Mis tres fauces: / del animal que soy, / de Dios (que me abandona) / y estos restos de espíritu y de carne / que se muerden».

Tal como señalaba el también poeta valenciano Carlos Marzal, el pasado junio , el de este poemario póstumo es un Brines «idéntico a sí mismo y diferente, decantado, muy desnudo, como si a su obra, cristalizada desde hace mucho tiempo, la dejasen en los huesos, con una extraña transparencia dolorosa». Para Marzal, íntimo amigo del poeta, en Donde muere la muerte se han incluido «bastantes poemas que se cuentan entre los mejores que ha escrito» Brines.

Un escrito «intacto»

Aunque su obra no ha dejado de reeditarse y recopilarse en antologías -la última hasta su muerte, Jardín nublado, la editó la valenciana Pre-Textos en 2016-, su último poemario nuevo hasta ahora ( Última costa) , apareció en 1995. Cuando el pasado noviembre anunció en l’Elca la futura publicación de este poemario, Brines comentó que todavía tenía que «arreglar» algunos de los escritos para incluirlos en la antología.

Aun así, Gregori confirmó a este periódico que en sus últimos meses de vida, debido a sus crecientes problemas de salud, el poeta no pudo «releer» los versos y que, por lo tanto, no ha habido grandes modificaciones. «Brines dejó un archivo con estos poemas y con ese título de Donde muere la muerte. La editorial ha decidido mantener intacto lo escrito, se publicará tal como él lo dejó», indicó ayer la escritora.

Novedades de Ida Vitale y Ana Bernal Triviño

Además del poemario póstumo de Francisco Brines, Tusquets publicará este otoño el libro de poemas Tiempo sin claves, de Ida Vitale. Otras novedades en poesía serán Las mujeres de Lorca (Lunwerg), de Ana Bernal Triviño; y Luz/Hierba (Sexto Piso), de Inger Christensen. Las nuevas obras de Ken Follet, Paul Auster, Murakami, Fernando Aramburu, Pérez-Reverte, Muñoz Molina y Julia Navarro destacan entre los anuncios de la temporada.

Donde muere la muerte

Donde muere la muerte,

porque en la vida tiene tan sólo su existencia.

En ese punto oscuro de la nada

que nace en el cerebro,

cuando se acaba el aire que acariciaba el labio,

ahora que la ceniza, como un cielo llagado,

penetra en las costillas con silencio y dolor,

y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita

hacia lo negro.

Beso tu carne aún tibia.

Fuera del hospital, como si fuera yo, recogido

en tus brazos,

un niño de pañales mira caer la luz,

sonríe, grita, y ya le hechiza el mundo,

que habrá de abandonarle.

Madre, devuélveme mi beso.

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