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Elías y Pablo, los mellizos de 16 años de Els Poblets que deslumbran en la danza

Los hermanos de la Marina Alta logran una beca para seguir formándose en el prestigioso Jove Ballet de Catalunya tras maravillar en la «Dance World Cup»

Elías y Pablo afirman que es «un sueño» dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la danza. | A. P. F.

Hay momentos en los que «la vida te empuja con un aullido interminable», que diría José Agustín Goytisolo. Y esa sensación de vértigo es la que siente la familia de Els Poblets Fahle Diego. Gloria y Thomas, los padres, ven que Elías y Pablo, sus mellizos de 16 años, vuelan. Sí, vuelan, porque esa sensación de ingravidez y armonía es la que transmiten los dos hermanos cuando, cada uno por su cuenta, salen al escenario y empiezan a bailar. Tienen un talento formidable para el ballet y la danza clásica y contemporánea. Deslumbraron en la final de la Copa Mundial de Danza («Dance World Cup»). Elías, que interpretó «Gissele», logró la medalla de plata y Pablo, que puso en escena «Diana y Acteon», el bronce. Participaron bailarines de prácticamente todo el mundo. Los hermanos coinciden en que no se esperaban semejante éxito.

Pero la evolución de los hermanos es fulgurante y, sí, la vida y su pasión por la danza les empuja y les empuja y les llevará este septiembre, cuando comienzan a estudiar bachillerato, al Jove Ballet de Catalunya. «Es un sueño poder formarnos allí. Es un trampolín magnífico», advierte Elías. Esta prestigiosa compañía les ha otorgado una beca del 80 %.

Los mellizos ya mostraron desde muy pequeñitos grandes aptitudes para el baile. A los 1o años, sus padres los apuntaron a clases de hip hop en la academia Babylon de Dénia. La directora Maite Ortolá y la profesora Liuba Horta, que fue primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba y que formó parte de la Compañía Nacional de Danza cuando la dirigía Nacho Duato (actuó en el Bolshói de Moscú), vieron que los dos hermanos tenían un potencial enorme. Hablaron con sus padres y les convencieron para impartirles clases de técnica de ballet. Liuba decidió que la clase se llamara «los machotes».

Lo de la película y el musical de Billy Elliot, las resistencias a que los niños se lancen a la danza clásica y el ballet, no es una ficción. Claro que existen los prejuicios. Pero Elías y Pablo nunca se han preocupado de todo eso. Al contrario, descubrieron que ese mundo les apasionaba. A sus padres, como confiesa Gloria, lo que les abrumaba era lo rápido que iba todo. Todos los veranos los hermanos acudían becados a cursos a París y Portugal que duraban entre un mes y quince días. Y, claro, eran unos niños y sus padres, que tienen otros dos hijos (Nicole, de 19 años, y Noelia, de 9), se iban con ellos.

«Maite, la directora de la academia, les regaló cuando comenzaron unas zapatillas blancas de ballet. Nos han salido muy caras», afirma con una sonrisa llena de orgullo la madre.

Todo ha sido vertiginoso. El mundo en danza. Los chavales maravillaban en todos los concursos a los que acudían. Y les llegó la primera gran oportunidad. Les ofrecieron el pasado mes de julio una beca para formarse en Livorno (Italia). Sí, era tentador. Pero sus padres no querían precipitarse. El aullido de la vida era puro vértigo. El Conservatorio de València también los quería. Y surgió el Jove Ballet de Catalunya, que por lo menos no es que los mellizos de 16 años se marchen a otro país.

«Sí, todo ha ido muy deprisa y tanto su padre como yo estábamos un poco abrumados. Liuba nos insistía en que tienen un potencial brutal y que no les podíamos cortar las alas, que están en la edad de formarse y exprimirse al máximo», explica Gloria, que advierte que los responsables de la beca de Livorno al verlos bailar se quedaron impresionados, pero también pensaban que eran más mayores.

Los dos hermanos se transforman cuando salen al escenario. «Liuba nos dice que los dos tienen una aureola especial», revela la madre.

Elías y Pablo no han entrado de puntillas en la danza y el ballet, aunque se podría decir que también ya que lo de las puntas es muy de este arte. Han irrumpido como dos huracanes. Elías afirma que quizá él es más ortodoxo. Mientras, su hermano se declara más renovador. El ballet preferido del primero es «Don Quijote». Y el de Pablo «La Sylphide». Elías llegó a escribir sin decirle nada a sus padres al Jove Ballet de Catalunya para que les dieran plaza. Y se hizo un metódico listado de todas las audiciones a las que quería acudir. Mientras, Pablo ha fascinado a los jurados de los concursos de danza contemporánea a los que ha asistido. Los dos son unos prodigios. Eso sí, su madre afirma que tienen temperamentos muy diferentes.

Despegan, pero ambos aseguran que tienen los pies en el suelo y que saben que el ballet y la danza son muy exigentes y sacrificados. «Vamos a trabajar muy duro». Eso los hermanos sí que lo dicen a una sola voz. Y tienen muy claro que deben ser tremendamente disciplinados en los estudios, ya que los ballets exigen que sus artistas saquen buenas notas y adquieran una vasta cultura musical, artística y general.

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