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Un grito por las víctimas olvidadas de la pandemiaPILAR CORTÉS

Un grito por las víctimas olvidadas de la pandemiaPILAR CORTÉS

Un grito por las víctimas olvidadas de la pandemia

El fotoperiodista Rafa Arjones rueda en Alicante La maldita primavera, un cortometraje a partir de un suceso que cubrió sobre la muerte en soledad de una pareja de ancianos durante el confinamiento

Blanca Rosa yJosé Miguel son dos nombres que el fotógrafo Rafa Arjones y la periodista Mercedes Gallego no han olvidado. Hace algo más de un año cubrieron para este periódico uno de tantos dramas que germinaron con la pandemia: la muerte de un matrimonio de ancianos en absoluta soledad durante el confinamiento, la de Blanca Rosa y José Miguel, de 90 años, cuyos cuerpos se hallaron al menos dos meses después de fallecer en su casa, en el barrio de Colonia Requena de Alicante.

Hoy, cuando la pandemia se resiste a desaparecer pero se empieza a respirar gracias a la vacunación, Arjones, jefe de Fotografía de INFORMACIÓN, insiste en recordar la historia de esta pareja nonagenaria, pero ahora lo hace a través de otra cámara: la de cine. Desde el pasado jueves rueda su primer cortometraje, La maldita primavera, en los barrios de Colonia Requena y Virgen del Remedio con un equipo de unas treinta personas y con la productora TwinPlay Films, de la periodista Anabel Rosas.

Un grito por las víctimas olvidadas de la pandemiaManuel R. Sala y Pilar Cortés

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Responsable del guion y de la dirección, lo que Rafa Arjones ha querido hacer en su debut como cortometrajista no dista mucho de su oficio en el fondo, aunque sí en la forma.

«Estoy haciendo lo mismo que en el periódico, denunciar, solo que en otro formato. El fotoperiodismo sirve para la denuncia social y esta es una historia necesaria, un ejemplo de algo que no es nuevo pero se nos había olvidado, el abandono de los mayores, y que la pandemia ha puesto en el escaparate», explica el director de este corto, basado en los hechos sucedidos, pero con la libertad de llevar ahora a la ficción lo que él imagina que sucedió durante ese encierro.

«Estoy haciendo lo mismo que hago en el periódico, denunciar, solo que en otro formato», indica Arjones

«A partir del trabajo y de las investigaciones de mi compañera Merche he recreado la historia que sucede en el interior de la casa en el tiempo que yo supongo que ellos han tardado en enfermar hasta que fallecen. Imagino cómo deben haber vivido el confinamiento, cómo se encierran tanto sin pedir ayuda hasta que mueren de esa forma tan... cinematográfica, con detalles como el cartel [pegado en un cristal, que decía: «En esta casa hay coronavirus»] o el crucifijo encima del cuerpo de ella», explica Arjones, en la actualidad también estudiante de Comunicación Audiovisual en la UMH, circunstancia que le ha servido de detonante para llevar La maldita primavera al cine, ya que recurría a esta historia cada vez que le encargaban tareas en clase.

El equipo, frente al edificio donde se produjo el suceso que ha dado pie al corto. | MANUEL R. SALA

Rafa Arjones es nuevo en el mundo del cine, y no se ha cansado de pedir ayuda a quien sabe para levantar su proyecto, desde Borja López en la dirección de fotografía a Jaume Quiles como ayudante de dirección o Fernando Matas como operador de cámara. También al ilustrador Arly Jones para el guion gráfico, al compositor Luis Ivars en la dirección musical, al ganador de un Goya Jesús Navarro o al gerontólogo José Rabadán, que además de orientarle le ha dejado la casa para rodar interiores de la película, que se filma con una cámara de cine Canon.

Pero para levantar el corto necesitaba dos protagonistas que transmitieran verdad a la historia. «Después de preguntar a gente de este oficio, todos los caminos me llevaban a ellos - Fina de la Torre y a Manu Serrato, de 64 y 70 años, respectivamente- y ya no busqué más. Es un papel muy difícil, súper dramático. Hemos ensayado para ir ajustando los tonos de la interpretación y ellos lo clavan», subraya Arjones.

De la Torre y Serrato, que parecen un matrimonio de verdad sin serlo, han trabajado con cineastas locales (también fuera de la provincia, sobre todo Serrato) y coincidieron en la película colectiva El amor y otras desgracias. Ninguno dudó cuando el director les propuso participar .

Uno de los primeros planos grabados en una carnicería del barrio, con Manu Serrato. | PILAR CORTÉS

«Con Rafa todo fluye desde el primer momento. Me transmitió muy bien la información y le dije que sí enseguida. Y es que es necesario hacerlo, es necesario contarlo. Yo lo primero que pensé al principio de la pandemia es que a los viejos se los querían cargar», apunta Fina, mientras Manu, que no conocía el suceso, no necesitó tampoco muchas explicaciones: «Ya tengo nietos y me puse en su piel, en la gente de cierta edad y en ese distanciamiento de la sociedad que viven», indica, y ambos coinciden en que Arjones «sabe muy bien lo que quiere transmitir, la sensibilización de la gente».

El director, curtido en temas sociales y por los que siente predilección, lleva toda su vida «mirando y observando a la gente -indica- sobre todo cuando vas a barrios como estos, con gente más desfavorecida, donde siempre observas con más atención» y no duda en afirmar que La maldita primavera «es un hostión en toda regla a la sociedad, para que espabilemos todos y veamos que hay gente encerrada en casa que lo está pasando mal. Eso es lo que pretendo: denunciar el abandono de las personas mayores porque vivimos momentos muy superficiales donde no conocemos ni al vecino de al lado».

Arjones también entiende el cine como vehículo de denuncia y cree que este medio tiene «más capacidad de duración, es de más largo recorrido» que las noticias de un periódico.

Además, el corto lleva aparejado un proyecto transmedia con el que pretende crear un debate a través de diferentes plataformas y redes sociales. «Desde el comienzo del rodaje se realizarán y publicarán entrevistas con los protagonistas que de una forma o de otra se vieron involucrados en el suceso: periodistas, vecinos del barrio, expertos en servicios sociales, gerontólogos expertos en edadismo, o los bomberos que intervinieron en el suceso».

El corto es «un hostión en toda regla a la sociedad» ante el abandono de las personas mayores

El equipo inició el jueves pasado el rodaje en Colonia Requena para grabar desde la casa de la vecina del matrimonio, reproducir la escalera, el buzón con sus nombres o la compra que subían a través de una cuerda «para darle el toque real a la historia». Aunque para el director todo es nuevo y trabajoso, cree que «están saliendo cosas muy chulas».

El rodaje concluye el martes próximo y el corto estará acabado antes de final de año, indica la productora, Anabel Rosas, para quien este proyecto es «una apuesta firme de la productora porque nos parece una historia muy digna de contar, que sin duda va a remover conciencias sobre la soledad de los mayores». Rosas indica que el corto tendrá una «distribución potente» y pretende llegar al circuito de festivales nacionales e internacionales.

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