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Eduardo Vasco DIRECTOR DE TEATRO

«Ahora tener un actor, un músico o un bailarín delante es un privilegio»

Eduardo Vasco. | EFE/KOTE RODRIGO

Abre las representaciones del Festival de Teatro Clásico de Alicante mañana con Peribáñez y el Comendador de Ocaña. ¿Los festivales de teatro son especialmente importantes en estos momentos?

Se han convertido un poco en la manera lógica en la que el espectador tiende a degustar el teatro clásico. Son todo ventajas para los que amamos este tipo de teatro, que pertenece a nuestro patrimonio y somos uno de los países que podemos presumir de tener un repertorio propio en nuestra lengua.

Los clásicos son ejemplarizantes en todos los tiempos. En esta obra de Lope, el villano se enfrenta al poderoso por el abuso de poder, se defiende el honor y la dignidad de las personas… Suena todo.

Sí, claro. Más que ejemplarizantes son textos que nos conducen a las reflexión. Que en una perspectiva histórica de 400 años encuentres conflictos que te suenan es que hacen que te enfrentes al presente con el pasado. Es uno de los mejores versos de la literatura castellana. Uno se encuentra completamente realizado, como es mi caso, por encontrar este material.

Este montaje es una producción propia de Noviembre Teatro, su compañía; además dirige y también es autor de la música y las canciones.

Aúno mis facultades de músico y de director de escena. Lo he hecho casi siempre. Suelo componer la música para mis espectáculos y también para otros.

Ha dirigido muchos clásicos, teniendo en cuenta que fue director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (2004-2011). ¿Sigue costando al espectador meterse en los textos en verso?

Creo que es una cuestión de afición evidentemente, pero también de entrar en una convención. Es un código muy parecido a géneros como el western. El teatro clásico nos ofrece una buena dosis de poesía y te pide que entres en el mundo de los personajes, que es absolutamente formal porque está en verso y en un momento histórico que no es el tuyo. Requiere una atención que el espectador proporciona, pero no creo que sea un esfuerzo extra.

A veces, el deseo de acercar esos textos a la actualidad, a lo contemporáneo, puede desvirtuarlos. ¿Cuál es el límite?

Hay gente a la que le sale muy bien y gente a la que no le sale tan bien. Lo artístico es así. Te puedes encontrar puestas en escena muy arriesgadas que funcionan bien y otras no. Nosotros somos partidarios de acercarnos lo más posible al original, que el espectador pueda jugar con esa perspectiva histórica. Preferimos a Lope a cualquier otro devaneo moderno artísticamente epatante. Confiamos mucho en la dramaturgia de Lope de Vega y en la eficacia del Siglo de Oro.

Defienda el teatro clásico.

Es parte de nosotros, es una parte de nuestra literatura, de nuestra historia, en términos sociológicos nos encontramos con quienes fuimos porque tenemos una gran historia contada por un gran dramaturgo. Y eso es lo que nos lleva a ser como somos. Y también son historias magníficas, algunas de las mejores historias que ha dado la literatura universal.

Y defienda que hay que seguir haciendo teatro, aunque sea un riesgo en estos momentos, sobre todo para una compañía privada como la suya.

No hay otra salida. El teatro es de las pocas cosas que van a quedar para el disfrute directo, original y humano del espectador. Los directos van a ir revalorizándose más porque lo que tengamos en la pantalla va a ser algo cotidiano. Ahora tener un actor, un músico o un bailarín delante es un privilegio muy deseado. El teatro hay que hacerlo porque es la única salida para comunicarnos de una manera humana.

¿Cuando preparó el montaje lo hizo pensando en un público que iba a estar con la cara tapada y separado en el patio de butacas?

Bastante desagradable fue ensayar con mascarilla. Es muy difícil trabajar pensando que vas a tener la mitad de espectadores para siempre y, de hecho, todos tenemos la mirada puesta en volver a la normalidad. Desde los ensayos a las representaciones y la gira. Lo que ha pasado es que el espectador se ha dado cuenta de lo importante que es poder ver cosas juntos y en ese sentido hemos salido un poco reforzados.

¿La cultura, que ha sido tan importante en este momento, empieza a ver la luz?

Vamos poco a poco, pero mucha gente ha hecho acopio de inspiración y está habiendo una explosión de novela, poesía, música y teatro porque ha habido mucha contención y estamos viviendo una especie de sobreabundancia cultural porque hemos estado mucho tiempo reteniendo lo que se ha generado.

¿Esta crisis tan inesperada supondrá un punto de inflexión en la forma de valorar la cultura? Y no me refiero a si va a ver más o menos apoyo de las instituciones sino a una visión distinta sobre lo que supone para una sociedad.

Sí, por un lado ha pasado esto, pero otro por otro también ha habido una especie de invasión de cultura gratuita, de todo se consume y no hay una transacción de por medio, como que los artistas sienten necesidad de expresarse pero no de ganarse la vida. En ese sentido hay que darle una vuelta a l tema de lo importante que son las industrias culturales y que no puede ser todo darle un clic y que aparezca.

¿Y el papel de las instituciones en todo esto?

Tengo que decir que para mí la labor que han realizado los gestores culturales de este país, no tanto los políticos, ha sido increíble. Es gente que ha luchado contra restricciones, contra normativas cambiantes, con unas dificultades en la planificación enorme. Chapeau para los gestores y gente que está detrás de las bambalinas, de los festivales y los teatros porque se lo han currado. Ha habido mucha voluntad de servicio público.

¿Confía en presentar Peribáñez ante un teatro lleno?

No estamos tan lejos. La cultura se consume de forma segura y yo creo que podemos ir hacia los teatros llenos con tranquilidad. Sería una gran noticia.

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