Ya son siete las convocatorias de residencias creativas y de investigación artística lanzadas por el Museo de la Universidad de Alicante (MUA), unas becas que nacen con el fin de apoyar la creación y la retroalimentación entre los artistas que son seleccionados, que comparten las instalaciones del museo en un periodo intensivo de dos semanas de trabajo.
Aurora Domínguez, Masha Wysocka, Roice 183, Adrián Jorques y Miriam Martínez son los destinatarios de las residencias -que cuentan con una beca de 500 euros para la producción y de 1.000 euros para alojamiento en el caso de Wysocka- de esta edición, a la que se presentaron una treintena de propuestas de todo el mundo y en la que se entremezclan proyectos de pintura, fotografía, grafiti, instalación y hasta psicología ambiental o etnobotánica. Sus autores expondrán conjuntamente sus resultados en la sala Sempere del MUA el próximo 24 de septiembre y, aunque la temática es libre, «lo urbano y el modo de habitar el mundo es el hilo común de las propuestas», indica el técnico del MUA Bernabé Gómez.
Para el ilicitano Javier Pérez, grafitero de 38 años que firma sus obras como Roice 183, es una novedad trabajar en una pared de un museo, cuando normalmente lo hace en muros de la calle. Cara a la pared es el nombre de su proyecto, en el que se compromete a pintar cada día un mural entero en el mismo espacio. «Mi idea es pintar a modo de diario, superponiendo uno encima de otro, utilizando papeles o telas y realizar un registro fotográfico cada día, jugando con el collage, lo que se queda y lo que no del día anterior», indica Roice 183, que cada mañana se recorre el campus para fijar su atención en lo que le interesa y pintar «a la impronta».
Algo parecido hace Adrián Jorques, de 26 años, en De las pieles urbanas, cuyo eje es «la huella urbana, los registros generados por el paso del tiempo mediante las acciones del ser humano», que reflejará en su propuesta pictórica y de instalación. Jorques se fija en las marcas, los desechos, los restos de carteles o los grafitis durante sus paseos «aleatorios y azarosos» por la ciudad e intenta trasladarlos a las telas «creando un paisaje propio» mediante las múltiples pieles de la ciudad.
Aurora Rodríguez, sevillana afincada en Alicante de 41 años, propone «agitar» al espectador en Instrucciones para un habitar disruptivo, «que reflexione sobre su manera de vivir para hacerlo de otra forma, meterle en un centrifugado e invitarle a cambiar, incluso lo más funcional, o cotidiano», indica, todo ello jugando con una instalación audiovisual y un manual de instrucciones con dibujos, textos y cartografías.
Martínez Guirao, que funde arte y naturaleza en sus obras, plantea «descolonizar la visión de la naturaleza» y darle la vuelta a la catalogación de plantas que el ser humano hace cuando descubre una y le pone nombre. «Yo hago el proceso a la inversa: veo plantas, las busco en libros, arranco las páginas y las mezclo con sus semillas para hacer papel, que se podrá llevar el espectador y plantarlo», apunta la artista, que presentará libros rotos, semillas, vídeos y fotografías.
Masha Wysocka, de 37 años, que vive entre Barcelona y Bruselas, también recurre al mundo vegetal en su propuesta Jardín de naturalización, donde a través de fotografías y textos habla de la integración de inmigrantes en España , de resiliencia y de la identidad adquirida mediante la naturalización, que compara con la adaptación al medio que experimentan algunas plantas «incluso las invasoras» como «un proceso natural».
