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Tras los pasos de Colón

El libro Etayo y Larramendi rememora la construcción de una réplica de la carabela Niña y su travesía hasta América

Ignacio Larramendi, frente a la carabela en La Gomera

Bien podía haberse dedicado a descansar, a pasear o a viajar. Pero cuando Ignacio Larramendi se jubiló en el año 1990, tras una vida dedicado a la aseguradora Mapfre, se embarcó en un proyecto por el que pocos apostaron en un principio. Una hazaña quijotesca que le llevó a promover, con el marino y arqueólogo naval Carlos Etayo, la construcción de una réplica de la carabela Niña, imitando en todos sus detalles a la que usó Cristóbal Colón para llegar a América.

Carlos Etayo, con un instrumento de navegación. | INFORMACIÓN

Pero no solo eso. A bordo de este barco, una expedición de doce tripulantes, encabezada por Carlos Etayo, partió en 1992 de Palos de Moguer para, pasando por las Islas Canarias, llegar a Santo Domingo. Lo hicieron coincidiendo con el quinto centenario del descubrimiento de América y tardaron, como Colón, 38 días en pisar tierras americanas.

De aquella aventura, y cuando se cumple el centenario del nacimiento de Larramendi, se acaba de editar el libro Etayo y Larramendi. 500 años después, que será presentado este lunes en el Club de Regatas de Alicante.

La obra se presenta hoy en el Club de Regatas en el centenario del nacimiento de Larramendi, impulsor de la iniciativa

La obra, escrita por el doctor en Biología Alejandro de la Vega Orduña y editada por la Fundación Ignacio Larramendi, narra cómo se gestó este proyecto y cómo fue aquella travesía por aguas del océano atlántico. «La carabela se construyó en el astillero Joaquín Castro, en La Guardia (Pontevedra) y no con pocas dificultades porque no se conservan planos del siglo XV», explica Luis Hernando de Larramendi, hijo de Ignacio Larramendi. No obstante, Carlos Etayo además de marino era arqueólogo de formación y había estado años documentándose en el Archivo de Indias sobre estos barcos. Además, había construido previamente otras dos embarcaciones. «Él quería llevar adelante este proyecto, rememorando el espíritu de entonces y encontró a mi padre, que le prestó apoyo económico como la Reina Isabel hizo con Cristóbal Colón», rememora Larramendi.

Dos años tardó en construirse la carabela, con todos los detalles a imagen y semejanza de la que cruzó el Atlántico en el siglo XV. Por fin en julio de 1992 fue botado el barco. En una primera travesía, la carabela partió del municipio pontevedrés de Bayona hasta Huelva y de allí a Las Palmas de Gran Canaria. El tercer tramo llevó a la tripulación a La Gomera. Desde esta isla, la carabela partió rumbo al redescubrimiento, el mismo día de agosto en que lo hizo Colón cinco siglos antes. «La navegación se hizo sin instrumentos ni comodidades modernas. Los doce tripulantes dormían sobre paja y pescaban para comer», recuerda el hijo de Larramendi. Las familias no supieron nada de ellos hasta que un barco los encontró en medio del océano y mandó un cable para que supieran que se encontraban bien.

Finalmente la carabela llegó a Santo Domingo, donde fue recibida por las autoridades locales. «Al final debíamos tres veces más de lo que costó su construcción y ni siquiera había dinero para que la tripulación volviese… fue una historia increíble», recuerda Larramendi.

Tras la hazaña, el barco fue adquirido por el Cabildo de Gran Canaria y la Fundación Mapfre Guanarteme y actualmente está expuesta en un parque de Las Palmas de Gran Canarias. El acto de este lunes contará con la presencia de Ignacio Baeza Gómez, vicepresidente primero de Mapfre y presidente de la fundación Mapfre Guanarteme. También de Telmo Aldaz de la Quadra Salcedo y Miguel Ramos, quienes participaron como tripulantes en la expedición. Conducirá el acto Luis Hernando de Larramenti y también participaran el autor del libro, Alejandro de la Vega Orduña, y Miguel López Barbero, presidente del Club de Regatas de Alicante. Tras la presentación de la obra en Alicante se hará otra en Canarias «para poner en valor esta hazaña tan increíble, reivindicar la capacidad de creer en un proyecto, generar entusiasmo a su alrededor, contagiarlo a amigos y conocidos, sin comprometer a nadie, y sin temor ni al fracaso ni al ridículo».

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