Más de treinta años de trayectoria dan muchas tablas y ciertas licencias, también. Pero si algo les ha brindado a Faemino y Cansado es clarividencia, que compartirán con el público con su nueva gira de teatros en su espectáculo '17 veces', donde se pasan por el forro la tradición bimilenaria china Kaon Lin, la única deidad que vive en una cantimplora y permite a un ser humano gozar de clarividencia catorce veces en la vida. ¿Por qué? Porque ellos llevan 17. Javier Cansado asegura que es su espectáculo más rupturista, en el que presentan un humor menos blanco y sin cortapisas.

He de confesar que he estado indagando sobre Kaon Lin y no he hallado nada...

No existe, lo siento. Cuando empezamos un espectáculo nos piden que escribamos algo sobre él y en este tuvimos el problema grave de no tener un leitmotiv, algo a lo que agarrarnos porque no hablamos de viajes ni de política... Entonces eché mano de un conocimiento ecuménico y raro para darle una pátina intelecutal y trascendente. Mentira todo...

En cualquier caso, el espectáculo va de clarividencia...

Sí. Nuestra carrera es muy longeva y lo que queremos decir es que por una cuestión generacional ya hace tiempo que nosotros, y lo digo sinceramente, teníamos que haber desaparecido. Yo pensaba que el humor no era generacional, sino que trascendía, que se iba pasando de una generación a otra. Pero no, te das cuenta de que ocurre como con la música, con las películas...Hay algo y alguien con lo que creces y que es tu música, tu cine, tu literatura, que no es lo mismo que la música y las películas de tus hijos... Por eso digo que deberíamos estar ya jubilados, pero, sin embargo, seguimos actuando y nos sigue yendo bien. Esto es un arcano.

¿Se ha planteado alguna vez la jubilación?

Mi vocación es retirarme, aunque nadie me cree porque soy multidisciplinar. Pero mi problema es que todo lo que me ofrecen está muy bien, lo hago con amigos y me pagan bien. Sería un asqueroso egoísta si dijera que no.

¿El humor es clarividente?

La labor del buen cómico es ver lo que está pasando en el mundo y de una forma loca o absurda contar su mirada particular del mundo. Y esto tiene cierta clarividencia porque es cómo tú analizas las cosas. Luego podrás estar más acertado o menos.

Dicen que es su espectáculo más rupturista. ¿Por qué?

Nosotros no nos caracterizamos por ser rompedores en el sentido político. Nosotros siempre hemos utilizado ese planteamiento absurdo, surrealista del mundo que nos rodea, pero intentábamos no hacer daño. No quiero decir que lo busquemos ahora pero si nos apetece decir una barbaridad, la decimos. Digamos que no nos cortamos. Lo que nos viene a la cabeza lo soltamos.

¿Tenemos más sentido del humor ahora que hace 30 años?

Se suma la pandemia. Creo que ahora hay una avidez de todo: cine, salir de terrazas... y tenemos la suerte de que en los momentos duros, el humor es lo más buscado. El humor que tenemos ahora mismo en este país es impresionante y la generación que nos sigue a nosotros es fascinante. Pero esto es así porque el público también ha evolucionado muchísimo. Hoy es muy receptivo y admite la provocación.

Eso si no les fríen en las redes...

Ahora estamos pendientes de un hilo. El humor lo carga el diablo. Si yo me peleo con alguien, posiblemente me podré reconciliar, pero si se ríe de mí, me humilla, es muy posible que nunca me reconcilie. Por eso yo siempre digo que si vas a hacer un chiste que va a dolerle mucho a alguien, que por lo menos sea buenísimo.

¿Cómo es el público gallego?

Es un público muy efusivo. Yo no creo eso que se dice a veces de que el público gallego es diferente del riojano, por ejemplo. No. Se ríen de las mismas cosas, pero esa efusividad es lo que puede cambiar. Y actuar en Vigo es rock and roll. Es sorprendente.