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LA PLUMA Y EL DIVÁN

Desconexión emocional

Los adolescentes figuran entre los más afectados en su salud mental por la pandemia

Conocer y manejar las emociones es fundamental para que la calidad de vida y, sobre todo, la salud mental no se vea perjudicada. A lo largo de la vida son muchos los momentos o los periodos donde las emociones se alteran, protestan de nuestro estilo de vida, de la forma en que nos tratamos a nosotros mismos y a los demás, hasta el punto de que pueden erupcionar sentimientos cruzados, contradictorios y patológicos.

Llevamos un largo y desagradable recorrido pandémico, donde la expresión de las emociones se está viendo muy perjudicada. No tenemos los indicadores faciales necesarios para entender el estado de ánimo de los demás, a excepción de la mirada que, en muchas ocasiones, nos engaña.

Las manifestaciones de alegría y de dolor se han convertido en auténticos retos, por el aislamiento prolongado y por las restricciones impuestas, que han desembocado en desconexiones forzadas de las emociones propias y ajenas.

De hecho, sabemos que los problemas de salud mental han aumentado de forma alarmante en la población durante estos largos meses de pandemia. Hemos llegado a una cifra estremecedora, donde uno de cada dos jóvenes tiene o ha tenido procesos de angustia vital.

Si desconectamos emocionalmente caemos en una espiral muy peligrosa de falsa identificación de las emociones que nos aísla de nosotros mismos y, por supuesto, de los demás, siendo incapaces de empatizar, dado que, si no sentimos nada hacia nosotros, tampoco lo hacemos hacia los demás.

El perfil de una persona desconectada de sus emociones se puede concretar en una serie de comportamientos típicos, como mostrarse sumamente pragmáticos y racionales, huyendo de los altibajos de los sentimientos y los afectos. Aumentan las dificultades para mantener relaciones sociales sanas, donde estén presentes los vínculos afectivos entre las personas.

Además, disminuye el deseo sexual, pudiendo convertirse en un problema muy serio que puede llegar a conductas de impotencia. Pierden la capacidad de fantasear y de mirar hacia adentro de sí mismos, como si estuvieran alejados de su micro mundo. Son incapaces de entender las emociones ajenas y están en un permanente estado de aburrimiento y seriedad extrema.

Estar desconectado no es una opción, hay que entrar de lleno en la búsqueda de aquellos sentimientos que nos hacen sentir alegría, tristeza, ira, sorpresa o miedo para ser capaces de administrar su influencia y manejar sus consecuencias. Estar desconectado de las emociones significa no tener motivación, ni proyectos de vida, ni deseos de superación. Tenemos que abrir las puertas de par en par, para salir de la oscuridad emocional y entrar en el equilibrio psicológico.

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