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Joaquín Sabina: «No pienso volver a los escenarios mientras la gente esté con mascarilla»

El cantante deposita en el Instituto Cervantes la colección de la revista Sur, un bombín, dibujos y fotos

Luis García Montero coloca a Joaquín Sabina el bombín que después depositó en el Instituto Cervantes Juan Carlos Hidalgo (EFE)

El cantautor, poeta y pintor Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén, 1949) aseguró ayer que no volverá a los escenarios mientras se mantengan las medidas sanitarias por el covid. «No pienso volver a los escenarios mientras la gente esté con mascarilla, no pueda levantarse o no pueda fumar o tomar una copa. Me temo que eso no será hasta dentro de un año y medio por lo menos. Pero sí volveré a decir hola y adiós».

Así lo manifestó ayer el artista durante un coloquio con el poeta Benjamín Prado y la periodista Nativel Preciado, celebrado después de que depositara en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes la colección completa de la revista literaria argentina Sur, con los 371 números publicados entre 1931 y 1992, así como un bombín y algunos manuscritos, dibujos y fotos personales. «Ahora que se dicen tantas tonterías de la marca España, nuestra mayor riqueza es el idioma. Y ese idioma es el que considera que esta es su casa».

Ante la posibilidad de volver a los escenarios, Sabina afirmó que se encuentra «bien» después de «haber sobrevivido todas las maldades que me han asolado». «No he tenido covid, me he portado como un ciudadano ejemplar, no he salido, he llevado mi mascarilla, pero he seguido fumando y bebiendo». Durante el encuentro, el cantante repasó varios momentos de su vida y reconoció: «Yo que no he sido nunca un padre ejemplar ni un marido ejemplar ni un amante ejemplar, pero creo que he sido un amigo leal».

Aunque aseguró que el dinero nunca le ha «importado nada», matizó que ha empezado a pensar en el dinero «desde hace un par de años», para poder asegurarles a sus hijas lo que les pasa a la mayoría de la juventud de «no poder vivir mejor que sus padres». «Yo quisiera que por lo menos vivieran igual. A mí el dinero nunca me ha importado nada, lo despilfarré invitando a mis amigos y pasándolo muy bien», apostilló.

En referencia al miedo escénico al dar un concierto, el artista explicó que ha tenido, y en lo últimos años lo sigue teniendo, «verdadero miedo escénico». No obstante, explicó que su miedo escénico no es a la multitud, sino un miedo a que el público «se ha gastado un dinero que no les sobra en comprar una entrada» y siempre piensa que no les va a dar «tanto como esperan».

Sabina, con algunos de los dibujos legados al Instituto Cervantes. | EP/ CÉZARO DE LUCA

Sabina también afirmó que no tiene nada que reprocharle a la vida. «En realidad no me falta nada, estoy moderadamente en paz conmigo mismo, teniendo en cuenta además que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran unos hijos de puta. He llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta y con eso me basta».

Sobre su relación con el escritor Rafael Alberti, hizo hincapié en que era un «magnífico» poeta que además tenía un oído musical «impresionante» y un talento para las rimas consonantes del que el cantante asegura haber «aprendido mucho». «Alberti tenía algo que me fascinaba, hay poetas muy buenos que no tienen oído musical, que no saben que la palabra también tiene su propia música. Me decía: ¿Por qué no te has traído la guitarra? Lo tuyo es mejor cantado».

Haciendo un repaso al comienzo de su carrera, dijo que no recuerda «un solo momento» en su vida en el que «decidiera o pensara que iba a ser cantante», ya que su principal pasión era, y «lo sigue siendo», leer. «En mi casa apenas se escucha música y menos mía, la que se escucha es buena música», bromeó el artista, al tiempo que comentó que con 20 años ya cantaba para ganarse la vida «en restaurantes de más que dudosa reputación».

En este punto, el cantautor señaló que se recuerda escribiendo y que lo de cantar «fue viniendo solo y luego ya con mayor rigor y con mayor atención y pensando en hacerlo bien». «Cuando volví de Londres, cuando murió Franco, empecé a oír lo que se hacía por aquí y me di rápidamente cuenta de que las canciones que yo querría oír no sonaban en la radio ni estaban en ningún lado. La falta de atención y de magia en la literatura en las letras era bastante asombrosa», manifestó.

Por ello, el cantante aseguró que fue una decisión de «tratar de dignificar literariamente las letras de las canciones» y que pensó que podía aprovechar el «cierto oído» que tenía «para pasar lo que escuchaba en las calles y en los barrios a la literatura».

El depósito del legado estuvo presidido por la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, «Para mí es una auténtica emoción» y definió a Joaquín Sabina como «cantante, poeta, artista, trovador y coleccionista».

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