El cine de Ángel Puado es un cine «de guerrilla», de pocos medios y de mucha colaboración de familiares y amigos, pero también de diálogos «que muestran la realidad y donde mucha gente se refleja», apunta el propio director alicantino, responsable de una veintena de cortometrajes y de tres largometrajes (El perro naranja, Nueve bares y Mirando al mar) que, juntos, suman más de un centenar de selecciones en festivales internacionales.
El director alicantino, cuyo corto en clave de comedia Trans fue uno de los más vistos en centros educativos, recibe hoy el premio honorífico a la trayectoria profesional por parte de la Muestra Internacional de Cine Educativo (MICE), que celebra su novena edición en distintas localidades de la Comunidad Valenciana. El teatre Arniches acoge a las 20 horas el acto de reconocimiento, tras el cual se mostrarán diez de sus cortometrajes.
«El primer sorprendido soy yo porque premian mi trayectoria. Al principio me parecía raro, pero la verdad que son tres largometrajes ya con más de 100 selecciones y premios internacionales y más de veinte cortometrajes en estos últimos diez años», indica Puado, que indica que empezó tarde en el cine, con cuarenta años (ahora tiene 53), pero reconoce que ha sido productivo.
«No sé ni los cortos que he hecho, pero en la pandemia, como se frenó el rodaje de la cuarta película que iba a hacer, decidí hacer un corto cada mes, con pocos actores y en poco tiempo». Como ejemplo pone Vacío, una historia rodado en dos horas con dos actores en el Teatro Principal de Alicante, que ha competido en festivales junto a obras de gran producción, como Stanbrook. «Hacemos un cine muy independiente y lo extraño es que tengamos tantas selecciones y ganemos premios en festivales, sobre todo en el extranjero, donde da igual que tengas actores famosos o desconocidos», considera.
Puado trabaja con equipos pequeños (Fele Pastor, Sergio Brotons, Carlos Coloma y él mismo), «a veces ha trabajado mi suegra, mi cuñada, su hija... Pero la calidad no se resiente, y disfrutamos así. Además, el cine de pocos recursos es más espontáneo, auténtico y natural», aunque admite que «un poco de ayuda al cine alicantino no vendría mal».
Recién llegado de Pamplona, donde ha acabado dos cortos seleccionado por Navarra de Cine, planea su cuarto largometraje después del éxito con Mirando al mar. Tiene dos guiones -«porque lo que más me gusta es escribir», aclara- pero aún no sabe si se decantará por el drama o la comedia. Lo veremos en 2022.
