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Manuel Vilas Escritor

«Un país que lee libros, en diez años es otro país»

El escritor Manuel Vilas. | M.A. MONTESINOS

Escribió Los besos en el confinamiento y le salió una novela de amor o más bien del amor sin renuncias. De ella hablará mañana Manuel Vilas en Alicante, en las Veladas Literarias de Maestral.

¿Cuántos besos nos hemos dejado en el camino en esta pandemia?

Pues bastantes. Y son irrecuperables. Lo que conviene saber es que hemos perdido un año de amor. No podemos recuperar ese tiempo, pero sí podemos tomar conciencia de que lo hemos perdido. Eso a veces se nos niega. Sobre todo los discursos políticos que son tan ñoños y tan irritantes, no son ilusionantes. No me refiero a izquierda o derecha, estoy hablando de que alguien diga algo interesante y esto no ocurre en la política española. Mi obsesión es ilusionar al lector para que busque las cosas que vale la pena ser vividas. Ahora hay una desconfianza hacia la vida, se recupera el ritmo pero con desconfianza. La desconfianza hacia la vida no se puede medir como se medían los contagios, pero es poderosa.

Esta novela está escrita durante la pandemia y habla del confinamiento, de esta situación tan compleja. ¿Tanto le ha afectado?

La escribí en el año del confinamiento... que fue el año pasado. Hay una distorsión temporal, el tiempo subjetivo ha sido más poderoso que el tiempo real. Yo soy un gran vitalista y un optimista nato, y necesito una conexión profunda con la vida que me quitaron durante la pandemia. Yo necesitaba seguir conectado con la vida porque un ser humano tiene que seguir amando la vida aún en las condiciones más devastadoras porque es un bien mayor. Los seres humanos podemos revertir lo que nos pasa con inteligencia y sensibilidad, transformar la catástrofe en conocimiento y en belleza.

La novela es un canto al amor, a aprovechar las oportunidades, a no rendirse, pero al mismo tiempo es una reflexión, una queja ante el mundo.

Hay una parte de crítica muy afilada en la novela con la política por la gestión de la pandemia y también a la monarquía. Es una novela crítica, yo no sé escribir si no hago una crítica al mundo y a la sociopolítica. Lo que pasa es que la crítica política y social que hay en la novela no es a la derecha o la izquierda, no procede de ningún interés bastardo. Eso es lo que aprendí de Cervantes, el discurso libre y libertario de la literatura donde tú no tienes ninguna adscripción ideológica. Un escritor inteligente no se adscribe ideológicamente a nada, es ambiguo. La ambigüedad de la vida la inventó Cervantes.

El Quijote es todo un referente y aparece en numerosas ocasiones, hasta el punto de que el protagonista llama Altisidora a su amada. ¿Todo está en el Quijote?

Cervantes es el español que mejor me cae, después el segundo es Luis Buñuel. Me caen bien esos dos tíos. Cervantes sufrió muchísimo; le maltrató España, sus contemporáneos y estuvo muchos años en la cárcel. En vez de despotricar contra la vida como hizo Quevedo se dedicó a escribir de forma positiva sobre la vida. Eso me parece una lección.

¿Cuánto hay de Manuel Vilas en este libro?

Yo me he repartido un poco entre los dos personajes. Hay cosas de Montserrat que son muy mías. Mi vida se parece más a Montserrat, soy más de cosas reales. Hay cosas de Salvador que yo no comparto, son del personaje. Pero todas las críticas y la angustia sí son Vilas.

¿Qué papel ha tenido la literatura en toda esta crisis y qué papel tiene para el presente y el futuro?

Si el hábito lector que se introdujo en la sociedad española se mantiene, podemos estar hablando de una transformación sociocultural maravillosa, brutal. Un país que lee libros, en diez años es otro país. Ojo con eso. No hay mayor transformación social que la lectura. Podemos entrar en un terremoto porque un país que lee se convierte en un país exigente con ciudadanos tolerantes, críticos y con un sentido de progreso. Esos países están siempre a la vanguardia de la historia. A mí me gustaría que este país fuese otro y no sé por qué no lo es, no entiendo por qué siempre es el ultimo de la fila en Europa. Los españoles somos gente que trabajamos un montón. No sé por qué somos tan irrelevantes en el mundo.

¿Cree que la cultura española no está valorada?

Hay una cosa que no se dice. El español no es una lengua de cultura, tiene un poder demográfico importante, pero no es una lengua de cultura y hasta que no lo sea esos 500 millones de hablantes no son significantes. Es más importante el francés porque es lengua de cultura. Y eso hay que recordárselo a los políticos porque mienten. Para que una lengua sea importante tiene que tener un peso internacional en ciencia, tecnología y arte, si no, es una lengua con peso demográfico pero nada más.

Fue finalista del Planeta en 2019 con Alegría, un premio que ha incrementado su dotación hasta el millón de euros, más que el Nobel. ¿Es mucho?

400.000 euros de incremento en cualquier ámbito profesional sería ridículo. Para una empresa tecnológica, para las eléctricas… pero la cultura es otro ámbito profesional. Del millón, el 49% es para Hacienda. Hacienda no escribe novelas y se lleva la mitad del premio. Tenemos que ver que esa mitad va para hospitales, institutos y carreteras. Rasgarse las vestiduras porque en la cultura hay un poco más de dinero, por favor, no seamos tan crueles. Nos gusta que los artistas vivan en chozas, que no lleguen a fin de mes. Para mí, que las empresas culturales privadas en España crezcan y den mas dinero a los escritores es motivo de alegría.

¿Usted sería capaz de escribir a seis manos, como los tres autores que firman como Carmen Mola que han ganado ese galardón este año?

No, no sería capaz. Cada uno hace en esta vida lo que puede. Lo que sí es verdad es que la literatura es uno de los ámbitos profesionales que admite acercamientos de toda naturaleza, muy diversos. Ellos se entienden entre sí. No he leído a Carmen Mola, pero si han sido capaces de convencer al público lector pues el lector no es tonto, será porque algo hay ahí. Tú no tienes 400.000 lectores por una campaña de marketing sino porque está interesando a la gente, que es lo que es la literatura, lectores interesados por un libro.

El viernes viene a Alicante a las Veladas Literarias Maestral. ¿Qué le parece tener un menú específico sobre su novela y, sobre todo, un vino, Altisidora?

Yo soy un escritor que cualquier tipo de agasajo que le hagan lo agradezco infinitamente. Que un lector lea mi novela y le guste, me echaría a llorar de alegría. Soy hijo de la clase media española de los años 60 y el agradecimiento lo llevamos de serie. Que me hagan este menú y un vino con ese nombre no sé ni cómo agradecerlo. Me rompe el corazón y me emociona muchísimo.

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