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Entrevista

Céline Sciamma, cineasta: "Que los niños hayan vivido menos no significa que sean idiotas"

La realizadora de 'Retrato de una mujer en llamas' estrena 'Petite Maman', una miniatura sobre el poder de la imaginación para lidiar con la pérdida

La realizadora Céline Sciamma.

Su carrera como directora, que se inició con 'Water Lilies' (2007) y alcanzó cotas extraordinarias de éxito internacional gracias a 'Retrato de una mujer en llamas' (2019), funciona a modo de deslumbrante muestrario de personajes femeninos sometidos a ritos de paso. Confirmada como miembro de la élite del cine europeo actual, acaba de ganar el Premio del Público en el pasado Festival de San Sebastián gracias a su nueva película, 'Petite Maman', una preciosa miniatura que el próximo viernes llega a los cines.

Rodó 'Petite Maman' durante el confinamiento. ¿Cuánto tuvo que ver la pandemia en la idea de hacerla? 

Cuando empezó el confinamiento yo acababa de escribir las primeras 10 páginas del guion, en las que se describe cómo una pequeña de ocho años dice adiós a su abuela fallecida. Y lo cierto es que la primera ola de la pandemia, durante la que tantos niños tuvieron que despedirse de sus mayores o tuvieron miedo a perderlos, me empujó a seguir con la película. En todo caso, la idea de hacerla parte de una imagen que surgió en mi cabeza: dos niñas construyen una casa en un árbol y, aunque ambas tienen la misma edad, una de ellas es la madre y la otra la hija. Me pareció una situación a la vez mágica y perturbadora, como un cuento de hadas. Y me pareció que me permitía cuestionar el tipo de relación madre-hija que el cine y la literatura suelen retratar.

¿En qué sentido?

Hay muy pocas ficciones protagonizadas por mujeres de distintas generaciones y, las que cuentan historias sobre madres e hijas suelen centrarse en el conflicto. Y siento que eso responde a un clima de ruptura social; las relaciones intergeneracionales se están desgarrando, y eso me parece terrible. He querido reivindicar la importancia de la transmisión, y no solo en el ámbito de la familia. Yo no soy heterosexual y seguramente nunca transmitiré mi ADN, pero eso no me impide sentir la necesidad de transmitir mis ideas y sentimientos a amigos, vecinos o espectadores de mis películas.

"Hay muy pocas ficciones protagonizadas por mujeres de distintas generaciones y, las que cuentan historias sobre madres e hijas suelen centrarse en el conflicto"

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¿Alguna vez ha pensado en qué le diría a su propia madre si la conociera cuando ella era una niña? 

Por supuesto, y creo que todos hemos sentido curiosidad por saber cómo eran nuestros padres de pequeños. Es importante tener en cuenta que ellos también fueron unos mocosos en su día, porque eso elimina la jerarquía que existe entre generaciones y nos permite verlos como iguales. Un amigo mío, después de ver la película, me dijo: "Ahora, cuando estoy discutiendo con mi padre, pienso en él como en un niño junto al que construyo una casa en un árbol, e inmediatamente dejo de estar enfadado con él". Me parece algo precioso.

Usted ya habló de la niñez en 'Tomboy' (2011), la segunda película que dirigió, y en 'La vida de calabacín' (2016), de la que fue guionista. ¿Qué le atrae especialmente de esa etapa?

Los niños son mucho más inteligentes, sensibles y perspicaces de lo que acostumbramos a creer. Que hayan vivido menos no significa que sean idiotas. Solemos considerarlos ciudadanos del futuro, pero nunca los aceptamos como ciudadanos del presente, y nunca los tenemos en cuenta más que para instrumentalizarlos. Durante lo más duro de la pandemia, ellos han experimentado el mismo estrés y las mismas inseguridades que los adultos, y en lugar de intentar protegerlos, los hemos culpado de ser los verdaderos transmisores del virus. Deberíamos escucharles mucho más. Si lo hiciéramos, podrían guiarnos y liderarnos.

De hecho, algunos de ellos ya son líderes. Greta Thunberg, por ejemplo.

Es cierto, el movimiento de lucha contra el cambio climático está encabezado por los más jóvenes. Y puede decirse que TikTok, que es una red social integrada sobre todo por las nuevas generaciones, en general profesa una ideología de izquierdas. Insisto, los niños tienen mucho que enseñarnos. Y la película trata de rebatir esa idea según la que, cuando llegamos a la edad adulta, nuestra infancia se convierte en algo perteneciente al pasado y el niño que llevábamos dentro muere. Después de todo, ¿no nos convertimos todos en niños cuando entramos en el cine? Sí, cuando un niño va al cine a ver una película puede madurar gracias a ella, pero en el caso de los adultos el proceso es el opuesto. El cine nos puede retrotraer a nuestra infancia o proponernos una infancia alternativa, nos puede invitar a mirar el mundo a través de los ojos de un niño. Y en ese sentido, creo que mi película es un tratamiento de rejuvenecimiento idóneo.

"Creo que 'Petite Maman' es un tratamiento de rejuvenecimiento idóneo"

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También, en cierto modo, es una película sobre viajes en el tiempo...

¡Sí! Pero, a diferencia de Regreso al futuro, en ella no hay efectos especiales ni máquinas del tiempo ni condensadores de flujo. Además, Regreso al futuro abordaba los viajes temporales desde una perspectiva capitalista: los entendía como una oportunidad para mejorar de vida, ganar más dinero y quedarse con la chica. Que conste que es una película que me encanta, pero 'Petite Maman' es otra cosa; sugiere que la mejor máquina del tiempo son nuestras propias mentes, que nos permiten viajar no solo a través de nuestras memorias sino también de nuestra imaginación. Quizá también por eso es una película perfecta para estos tiempos de pandemia, en los que la imaginación puede llegar a ser un lugar en el que refugiarse de la realidad.

'Petite Maman' es la primera película que dirige tras obtener un gran éxito internacional gracias a 'Retrato de una mujer en llamas' (2019). ¿Cómo le afectó aquella repercusión y en qué medida condicionó su siguiente proyecto?

Hice 'Retrato de una mujer en llamas', que es una historia de amor entre dos mujeres ambientada en el siglo XVIII, casi como un gesto político y, por tanto, con la esperanza de que la viera la mayor cantidad de gente posible; su éxito, pues, me hizo sentir en una nube. Probablemente, después de obtener una recepción tan positiva yo podría haber hecho una película de más presupuesto y envergadura. Pero 'Petite Maman' es justo la película que necesitaba hacer.

¿Por qué?

Cuando nos sobrevino la pandemia sentí que debía rodar algo y estrenarlo lo antes posible, porque la gente necesitaba películas con las que evadirse e inspirarse. La estrené en la pasada edición de la Berlinale, que se celebró en formato virtual, y por tanto desde el principio supe que mucha gente no la vería en una sala de cine sino en casa, en 'streaming'. Pero no me importó, dadas las circunstancias. Creo que lo sucedido estos últimos meses nos ha empujado a descubrir formas de experimentar las películas y ha renovado el amor colectivo por ellas, y en el proceso nos ha permitido expandir los límites de lo que consideramos la experiencia cinematográfica. Puede que a partir de ahora las salas tendrán un papel menos relevante en nuestro consumo de películas, pero eso no significa que el futuro del cine esté en peligro. De hecho, ha quedado demostrado que no podemos vivir sin él.

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