¿Necesitaban echar un «cable a tierra»?

Yo creo que sí, lo necesitábamos como músicos y casi como personas. Hemos viviendo tiempos de mucha incertidumbre y difíciles, y en esos tiempos que parece que no se mueve la tierra, es como cuando pega un frenazo el metro y buscas un asidero para agarrarte. Cuando nos hemos enfrentado a esta situación, nos hemos dado cuenta de que había algunos anclajes donde agarrarse que quizá no eran tan seguros. Y en esos vacíos, determinadas músicas de raíz o folclóricas han llenado ese hueco, han constituido ese cable a tierra desde el punto de vista cultural y musical. Aunque, como te digo, no solamente con respecto a la música sino también es una cuestión vital y social.

Los clásicos siempre decían que la solución está en la raíz. ¿Cree que lo habíamos olvidado en este mundo tan efímero?

Vivíamos en un mundo que se movía muy rápido y que era muy excitante. De hecho, hay muchas cosas que echamos de menos de aquello y estamos deseando que termine todo para poder recuperarlos pero también es cierto que nos habían privado de una mirada cercana, local, familiar, del barrio y de la tribu que hemos redescubierto en los últimos meses.

En Cable a tierra apostáis directamente por aproximaros al folclore. ¿Tenían claro el camino?

Es algo con lo que venimos flirteando desde hace tiempo. Incluso en canciones muy primigenias de Vetusta había coqueteos y desde hace ya algunos años estábamos interesados en géneros populares, en instrumentación folclórica, siempre desde nuestra perspectiva. No es un disco del Nuevo mester de juglaría, para nosotros lo folclórico y lo tradicional es un enfoque, un color y un aroma que nos ha servido para renovar nuestra música y explorar determinados conceptos pero sigue siendo un disco de Vetusta. Simplemente hemos exagerado una atracción que tenemos desde hace tiempo hacia la música de raíz tanto española como de América Latina.

La primera escucha del disco me ha llevado directamente a la idea de celebración.

Hay una idea que siempre se nos venía a la cabeza cuando pensábamos en este álbum que era la de la verbena, de la fiesta de pueblo. Esa celebración en la que nos alegramos de estar juntos, estar aquí y ser una comunidad.

¿Es el álbum más cantable que han hecho?

Bueno, sí, por lo menos ha sido compuesto pensando en acercarnos a que todas las canciones sean interpretables con un pandero y una voz por decirlo así. El ritmo básico y la melodía de la voz han conducido todo con la letra. Son canciones en general cortas con pocos pasajes instrumentales donde casi todo el peso narrativo lo van llevando la voz y el ritmo. En ese sentido, son canciones muy de raíz y muy populares que son sus dos elementos más característicos junto a la melodía.

Vetusta Morla es cierto que siempre ha llegado a varias generaciones pero, ¿sienten que con la canción popular van a llegar todavía a más público?

Creo que el interés por la canción popular es algo que está rebasando todo tipo de fronteras generacionales en este momento. Hay un revival de lo folclórico que es muy aceptado y viene a hacernos pensar que ese huequito en el alma que nosotros sentíamos no es solo cosa nuestra. Y creo por eso hay tantas propuestas interesantes de renovación de lo folclórico y de uso de la idea de canción popular en pleno siglo XXI.

Para este disco han probado instrumentos nuevos facilitados por luthiers actualizados al siglo XXI. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

Para nosotros es una aventura, nos sentimos como un explorador entrando en la selva. Hay que decir que nosotros no somos virtuosos de los instrumentos que tocamos, nuestra fuerza como músicos no está en la presunción técnica sino en el uso creativo que hacemos de los instrumentos y por lo tanto, para nosotros aprender a tocar nuevos instrumentos es abrirnos a un mundo lleno de posibilidades. Sabemos que no tocaremos ningún instrumento a un nivel en el que seamos los números uno de la guitarra, del pandero cuadrado… pero sí tenemos esa fuerza y esa capacidad para convertir esos nuevos estímulos en algo creativo y en canciones. Esta nueva instrumentación ha sido una alegría tras otra y colores nuevos para nuestra paleta.

Si de algo pueden presumir es de tener su libertad creativa intacta. ¿Les ha costado mucho trabajo?

Tenemos la gran fortuna de poder ser radicalmente independientes en la parte de la creación artística. Probablemente tiene que ver por cómo se desarrolló nuestra carrera que fue a lo largo de muchos años y con una identidad musical cocinada muy a fuego lento. Y también porque nosotros le tenemos un grandísimo respeto a la música como expresión humana, del sentimiento humano. Luego la música se ha convertido en muchas otras cosas. No somos inocentes ni ingenuos, sabemos que la música también es un bien de consumo y un símbolo de estatus, pero nosotros tenemos la suerte de haber llegado a la música desde su parte más esencial que es como arte y sobre todo como medio de expresión. La hemos practicado así durante mucho tiempo en la sombra y por lo tanto ya no nos podemos separar de esa visión. Solo sabemos hacerlo así, no tiene mérito, no sabemos enfocarlo de otra manera.