Antes de bailar el primer 'Iván el Terrible' interpretado por un artista no ruso, el bailarín bilbaíno Igor Yebra fue un alumno tardío de la disciplina clásica; lo que no fue óbice para haberlo logrado todo en ese campo. Ahora instruye a las futuras generaciones del sector en la escuela que fundó en 2006 a través de clases magistrales.

Más que de bailarín, estos últimos años ha cultivado su faceta como profesor. ¿Le impone enfrentarse a un auditorio de jóvenes promesas?

Es gracioso, porque siempre te presentan como bailarín, pero a día de hoy mis facetas se han multiplicado. La de bailarín es más la que fue que la que es. Como maestro llevo dando clases desde hace una barbaridad, tengo una escuela de ballet que este año cumple 17 años en Bilbao. Ya antes de eso daba clases porque es algo que siempre me ha gustado, quizás porque yo empecé sin seguir la corriente y el orden, porque fue relativamente tarde, con 13 años, y al año siguiente estaba bailando como bailarín profesional. Tuve que aplicarme enseguida a lo que era enseñar y aprender, y quedarme solo trabajando para aprender todo lo que no había aprendido antes.

Tuvo que convertirse en un alumno disciplinado antes de aprender a enseñar.

Sí, y en un maestro de mí mismo, porque eran muchas las horas. Yo me acuerdo que, cuando la compañía acababa de trabajar, me tenía que quedar solo para hacer todo lo que no había hecho. La enseñanza siempre ha estado ahí. Luego, con el tiempo, te das cuenta de que compartir con los demás lo que has vivido y las experiencias que has tenido es un paso lógico en la vida.

Fundó su escuela con el objetivo de formar a las nuevas generaciones de la danza, pero también a sus amantes. ¿Sigue vivo ese entusiasmo por el baile que le movió a usted?

Te encuentras absolutamente de todo. De todas maneras, a día de hoy, las generaciones han cambiado, la tecnología nos ha hecho evolucionar de una manera. No es como era antes, y no pasa nada, no es ninguna tragedia. Los maestros tenemos que buscar la manera de transmitir los conocimientos, e incluso de enseñar, adaptándonos a los tiempos que corren, y no es sencillo llevar los ritmos que llevan. Mi objetivo es que lo mucho o lo poco que aprendan, vayan o no a ser profesionales, lo aprendan bien, no como un juego. En muchos lugares lo hacen como un pasatiempo para pasarlo bien, y yo creo que puedes hacer un pasatiempo pero, al mismo tiempo, aprenderlo correctamente, para mí eso es algo fundamental. Luego, quiero trasladar una cosa que ha sido el leitmotiv ya no de mi carrera, sino de mi vida, que es algo que, si lo aplicas a cualquier cosa, va a funcionar mejor, que es la pasión, la constancia y el trabajo. Para mí son tres palabras clave que el ballet requiere, pero que, si las aplicas a cualquier cosa que vayas a hacer, creo que las cosas te van a ir bien.

A estas tres palabras, cuando se habla de ballet muchos añaden otra: sacrificio.

No estoy de acuerdo en un aspecto: yo he afrontado la danza y lo que hago, dirección o teatro, desde el punto vocacional. Para mí lo más importante del ser humano es encontrar tu vocación en la vida: saber qué es lo que quieres y luchar por obtenerlo. Cuando lo consigues, hablar de sacrificios me parece un sacrilegio o una barbaridad, porque estás haciendo lo que necesitas y lo que amas. Lógicamente vas a tener que dejar cosas de lado, y, en ciertos momentos, muchas cosas, pero estás haciendo lo que te va a llenar en la vida. No quiero llevar a equivocación, pero yo tuve un periodo en el que estuve seis años seguidos sin tener más de tres días de descanso. Cualquiera puede decir “¡qué locura, qué sacrificio!”, pero yo era feliz. A día de hoy, aunque esté hasta arriba de trabajo, digo: qué suerte tengo que no trabajo. Al final, en la balanza sales pagado mil veces.

En un sector como la danza, ¿las prioridades y la entrega cambian según el momento vital en el que se encuentre?

Yo salgo ahora de la dirección de la Escuela Sodre de Montevideo. Mis jornadas no te puedo ni explicar cómo eran, eran de horas y horas y horas, pero nadie me estaba obligando a eso ni pidiendo eso. Yo no pido a los demás que hagan lo mismo, porque sería una locura. Esta es una profesión extremadamente dura, es algo que intento explicar a los niños. Si no lo afrontas de esa manera, yo no le encontraría compensación, así sí. Económicamente no estás retribuido para todo lo que tú metes, pero da lo mismo. Por eso tiene que ser desde el punto de vista vocacional. Si lo tomas como un trabajo cualquiera, mejor haz otra cosa, porque es una pelea continua contra ti mismo y contra tu cuerpo. Si además le sumas que estás en un país como España, tenemos un discurso todavía peor.

Uno de los motivos por los que decidió fundar su escuela fue darle a los alumnos un recurso de calidad y de proximidad. ¿Cumplió?

Efectivamente. Creo que he cumplido porque tengo alumnos que continuaron sus estudios en escuelas importantísimas, y que están bailando ya profesionalmente. Ese objetivo se ha cumplido, es uno de los motivos por los que se abrió. Para mí lo más importante son esos otros alumnos que no bailan profesionalmente, pero que siguen con sus estudios o ligados a la escuela.

No han tenido que renunciar a la danza pese a no mantenerla como actividad profesional.

Sí, y eso es lo importante. Quiero que la gente se dé cuenta de lo importante que es la danza en general, independientemente de que tú vayas a dedicarte profesionalmente o no. Para mí la danza es una de las cosas más bellas que existen, y que debería hacer todo el mundo. Eso ya ocurre: cuando hablo de bailar, hablo de bailar en cualquier sentido, como cuando alguien va a la discoteca y se pone a bailar porque es una necesidad. Si bailáramos más seríamos más felices.

En su conferencia hablará del pasado, presente y futuro de la danza. Con estas premisas, está claro que futuro, hay.

El futuro lo vas a tener siempre. La danza es algo intrínseco en el ser humano, antes de la palabra vino la expresión de la danza, igual que la pintura. Se bailaba para pedir fertilidad o buena cosecha. Luego vienen los futuros profesionales y otro tipo de cosas. Si hablamos de este país, no podemos hablar de mucho futuro en general, porque partes de una base que todavía no está sólida y bien establecida. Es una pena. Tenemos una Compañía Nacional de Danza que debería fijar unos estatutos en los que diga a qué va a jugar, como un equipo de fútbol cuando cambia al entrenador. Me gustaría que identifiquemos a qué queremos jugar, y que lo marcásemos en unos estatutos como los que tienen la mayor parte de las compañías del mundo. A partir de ahí, ir a eso. Eso para empezar. No es posible que exista una sola compañía en donde se hace un repertorio Clásico y Neoclásico en un país en el que nos vanagloriamos de la cultura, y en el que hay cientos de bandas y orquestas en todas las ciudades. Hay un desfase brutal, y tenemos un talento brutal. Está perdiendo el país y su población, es una pena. Hace falta que los políticos se den cuenta de que esto tiene que tener un apoyo institucional. Apostarán a caballo ganador.