Juan Fernández Montoya “Farruquito” actúa el jueves, día 10, en el Teatro Principal en la segunda fecha del ciclo de flamenco que un año más acoge el liceo de titularidad municipal.

– “Íntimo” es el nombre del espectáculo que le trae a Zamora, pero ¿cómo nace?

–Surge de una necesidad, como nacen todos mis espectáculos. Cuando yo creo uno no lo hago pensando en la gente, ni en qué tipo de público le va a gusta. Yo los hago por una necesidad de contar ciertas cosas.

–Y ¿qué necesidad le despertó esta propuesta?

–Hace un tiempo me di cuenta de que las celebraciones de la familia, que han cambiado ahora con la pandemia, no se estaban viendo en los espectáculos flamencos. Echaba de menos esa intimidad que existe en una reunión de familia o de un grupo de amigos que comparten música y a través de ella comparten quiénes son en realidad. Ese hecho cuando lo estructuras demasiado, cuando lo guionizas demasiado, le cortas un poco las alas a esa verdad de ese momento, a esa comunicación pura y esencial para defender lo que es el origen de flamenco, aunque esté envuelto en un espectáculo actual y que está al día en el sonido y en lo que a la puesta en escena se refiere. He pretendido encontrar ese equilibro entre los momentos de intimidad en los que nacen cosas muy puras.

Farruquito. / LORENZO CARNERO

–Momentos de verdadera autenticidad.

–Cuando uno está cómodo con su familia, con sus amigos, con los suyos se expresa tal y como es. Eso en el flamenco sobre un escenario y con un público resulta muy difícil. Estamos en esa lucha de crear esa naturalidad. Así en el escenario, a veces, nos pedimos cosas con gestos, a veces con la mirada e incluso a veces hablamos, pues surge que le pida una letra a los cantaores porque es la primera letra que recuerdo que me cantaron cuando yo era un niño. Esa conversación existe en el escenario mientras que suena la música de tal forma que los espectadores se olvidan de que lo son y entran a formar parte en la reunión.

–Y ¿usted se olvida de que está sobre un escenario?

–Sí. Además, hay muchísima improvisación. Incluso las cosas que están montadas y estructuradas están hechas de una manera para que sucedan cuando a nosotros nos apetezca que pasen, no en un momento prefijado del espectáculo. Hay muchas composiciones que nacen y mueren en este momento en el escenario y que te hacen ilusionar porque estás mostrando el alma desnuda.

Hay muchas composiciones que nacen y mueren en este momento en el escenario y que te hacen ilusionar porque estás mostrando el alma desnuda.

–Desnudarse metafóricamente cada noche sobre un escenario ¿desgasta?

–Es un desgaste físico, psíquico y emocional. Uno a veces percibe hasta las energías del público. Hay gente que viene a disfrutar pase lo que pase, otros acuden para ver qué pasa y otros a ver si es verdad lo que dicen sobre uno es cierto o no, lo que es una gran responsabilidad. Uno quiere lo más honesto del mundo con todos sin dejar de ser honesto con uno mismo. Puedes haber tenido un mal día o si ha habido un problema técnico hasta minutos antes de levantarse el telón... todo eso también suma y desgasta. Yo ahora tengo muy poca vida social fuera del entorno de mi trabajo, pues tengo poco tiempo libre al tres niños pequeños y me encanta estar con mi familia. Incluso el estudio de ensayos y grabación donde hago todo los ensayos los tengo en mi propia casa. Soy una persona que está comprometida con su profesión lo que me mantiene alerta.

–¿Qué supone subirse de nuevo a los escenarios con este espectáculo estrenado en 2019 y de nuevo sacarlo en gira?

–Lo primero que pienso es que soy una persona muy afortunada. Soy un privilegiado. Tengo la suerte de que mucha gente conecta con mi arte y que le gusta mi forma de expresión, lo que es de agradecer con mayúsculas no solo ahora sino en los 30 años de profesión tener a un público fiel y que se interesa por lo que uno hace es una gran suerte. Además, hay un gran trabajo detrás. Cuando me subo a un escenario siento muchas cosas.

El bailaor Juan Fernández Montoya "Farruquito". / LORENZO CARNERO

–¿Cuáles?

–Lo primero, responsabilidad con la gente que me sigue, me admira y con aquellos que han venido a verme. Luego con el flamenco, que es un gran arte, y con mis propios músicos. Mi pensamiento es poner el corazón en lo que está pasando a ese momento y necesito estar muy preparado y muy concienciado. Tienes que estar preparándote cada día en casa para luego abrir las alas sobre el escenario.

–Usted ¿es muy exigente?

–Creo que sí y bastante porque creo que es de la única forma en la que se puede seguir aprendiendo. Cuando uno piensa que lo está haciendo está bien, ¿para qué va a luchar? En muchas ocasiones me grabo en casa para luego ver las imágenes para sacarme miles de fallos. Pese a que llevo muchos años, me queda mucho por aprender y le pido a la vida que me queden muchas cosas todavía por aprender. Si no tengo nada que aprender y no tengo nada que contar, si uno no vive ni experimenta… ¿qué le va a contar a los nietos y a los más chicos? El flamenco es como una gran familia en la que tenemos que vivir, alimentarnos los unos de los otros, aprender de todo el mundo y no parar de aprender de uno mismo para que uno se conozca y pueda ser más honestos al expresar su arte con los demás.

–Habla constantemente de aprender cuando con cinco años usted actuó en Nueva York y se catapultó a la fama siendo muy joven. ¿Ha pesado en su trayectoria?

–Seguro que sí porque cuando uno es joven cree que sabe mucho más que ahora. Cuando tenía 20 pensaba que sabía más de la vida y de la profesión que ahora, que estoy a punto de cumplir los 40. Eso es cosa de la juventud (risas). Poco a poco vas tomando conciencia de que siempre queda mucho por aprender.

–Farruquito, ¿de quién aprende?

–De mucha gente. Mis referentes están mucho más allá del flamenco. Para mí el arte es algo muy amplío. Uno de mis ídolos es Michael Jackson y a través de él descubrí a Aretha Franklin, a Stevie Wonder o a Nat King Cole. Luego cuando me ha dado por la música clásica, me escuchaba a todos los compositores. Yo siempre he sido curioso y muy melómano. En el flamenco cada persona que se suba a un escenario si es honesto con lo que hace y yo veo bailar, y sin conocerlo, si lo hace desde el corazón se convierte en mi referente . El arte tiene que ser una expresión de lo que tú realmente eres, no una expresión de lo que eres capaz de hacer.

Trabajo mucho para cuando estoy en el escenario ofrecer lo que pienso y siento con claridad, eso para mi es la técnica

–Actúa dentro de un ciclo de flamenco ya consolidado.

–Para mí es un reto conquistar los corazones de una tierra en la que he tardado mucho en ir. El público del jueves no será el mismo que hace 15 años porque interesa un flamenco distinto. Sé que habrá gente de generaciones anteriores a la mía, gente de mi quinta e incluso gente más joven. Es un reto conectar con un público en el que puede haber desde personas muy aficionadas hasta quienes asistan por primera vez a un espectáculo de este arte. Trabajo mucho para cuando estoy en el escenario ofrecer lo que pienso y siento con claridad, eso para mi es la técnica.

El bailaor Farruquito. / LORENZO CARNERO

–¿Quiénes le acompañarán sobre las tablas del Principal?

–Tengo la suerte de contar con un elenco de lujo. A la guitarra estará Manuel Valencia, de dinastía de guitarristas de Jerez; a la percusión Paco Vega, que procede de una dinastía de artistas de Triana, al cante Ezequiel Montoya, familia mía; María Lizárraga, que es como mi hermana mayor, así como Ismael el Bola, de saga de artistas. Entre ellos hay artistas inseparables para mí, pero cambio con frecuencia de elenco porque tengo la necesidad de aprender.

–Propone un viaje a través de distintos palos, pero ¿este viaje representa su espectáculo más personal?

–Creo que personales son todos, pero uno no es el mismo que hace 10 años ni el mismo que el año pasado. Yo creo este espectáculo es Farruquito 2022 (risas).