En 1972, Francisco Brines se empeñó en sacar de su refugio a Juan Gil-Albert (1904-1994) e impulsó, con el apoyo de Gil de Biedma, la publicación de su primera antología, bajo el sello de Ocnos. Se sumaron a este proyecto escritores como César Simón, Pedro J. de la Peña o Guillermo Carnero.

"Fuentes de la constancia" fue el título elegido para este volumen del que ahora se cumplen 50 años. Para recordar esta efeméride y poner sobre la mesa una relectura de esta antología, el Instituto Juan Gil-Albert ha organizado unas jornadas que se desarrollarán entre los días 2 y 4 de marzo.

Coordinadas por el profesor, crítico y escritor Manuel Valero, este encuentro reunirá a especialistas e investigadores de la obra de Gil-Albert, como el doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, Jaime Siles; Raúl Molina, doctor en Literatura Española por la Universidad de València; Miguel Ángel García, catedrático de Literatura en la Universidad de Granada; Félix Martín, doctor por la Universidad de Granada; María Teresa Navarrete, profesora de literatura española en la Universidad de Uppsala (Suecia); María Paz Moreno, doctora en Literatura Española por la Universidad de Ohio State (EEUU); David Ferrer, escritor y poeta graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, y José Carlos Rovira, profesor emérito en la Universidad de Alicante. 

"El objetivo es realizar una relectura sobre esta antología, poner en su contexto y valor, una vez pasada toda la vorágine de la explosión bibliográfico de Gil-Albert tras su publicación", apunta Manuel Valero.

"Yo como investigador considero que es un momento en el que se pueden superar una serie de tópicos que se instalaron en torno a su obra", afirma. Entre ellos, encasillamientos como decadentismo o la voz mediterránea. "Los estudios solo repetían estos tópicos".

Tras la publicación de Fuentes de la constancia, la obra de Gil-Albert empezó a editarse y su figura empezó a reconocerse como una voz fundamental de la literatura. "Se publicaron varios títulos suyos al mismo tiempo y fue un gran descubrimiento para las letras españolas".

En este sentido, afirma que supuso "un boom" en el 74. "Es importante porque es su primera antología y porque llevaba desde el 1947, que volvió del exilio, hasta el 72 en un pacto de silencio o silenciado. Editaba en un sello propio que llamaba Mis Cosechas. De hecho en el 74 fue un boom entre los jòvenes porque se lanzó una campaña editorial en torno a los Novísimos y su antología fue una herramienta o una necesidad cumplida, fue un modelo para los Novísimos".

Las jornadas, cuyas ponencias recogerá la Universidad de Alicante en un volumen, llevan por título "Al borde de un agua inesperada", verso del poema de Gil-Albert "Las ilusiones".