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Sara Mesa Escritora

"Hay palabras que salvan y palabras que condenan"

Sara Mesa abre la séptima edición del ciclo literario «La dignidad de la palabra» este jueves, 24 de marzo, en el Gran Teatro de Elche (20 horas), organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elche y coordinado por la asociación cultural Frutos del tiempo.

La escritora Sara Mesa ALEJANDRO GARCÍA

Sara Mesa (Madrid, 1976), desde niña, reside en Sevilla. Ha publicado poesía, ensayo y novela. Su literatura está muy centrada en mostrar la condición humana, su obra que muestra la ambigüedad moral. Hablamos con Sara de su literatura y de la vida.

El ciclo en el que participas se llama La dignidad de la palabra. ¿Posee dignidad la palabra? ¿Dignifica la misma al género humano?

La palabra, entendida como lenguaje verbal, no es más que una herramienta de la que disponemos, quizá la más poderosa herramienta humana. No posee dignidad en sí misma, porque, como tantas otras cosas, depende del uso que hagamos de ella. Hay palabras que salvan y palabras que condenan, palabras que construyen y palabras que destruyen. 

En tu obra, la incomprensión, la desintegración del ser humano, los límites de la sociedad y la falta de afecto son temas recurrentes. ¿Crees que son los males del siglo XXI?

No tengo ni idea, soy una pésima analista del presente. Estos problemas, en todo caso, nos vienen acompañando mucho tiempo, ¿no?, no son nuevos en nuestra historia. Pero yo nunca escribo a partir de temas, yo escribo historias de ficción. Los temas se desprenden de estas historias o, mejor dicho, están encarnados en ellas, pero a menudo no es algo que yo haya buscado conscientemente.

Las relaciones personales son una piedra angular en tu literatura. Construyes casi siempre el corpus de los libros basándote en esta necesidad. ¿Estamos necesitados de socialización?

Estamos necesitados de amabilidad y respeto hacia la individualidad y la diferencia. El término socialización me genera algunas dudas, porque, en nombre de la socialización, se construyen a menudo barreras y prejuicios. Formar parte de un grupo está muy bien hasta que el grupo empieza a mirar con reserva a los que quedan fuera. 

Estamos necesitados de amabilidad y respeto hacia la individualidad y la diferencia

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En todas tus obras existe siempre una ambigüedad moral que dejas al lector para que piense o medite respecto de ella. ¿Te autocensuras con algún tema o aparcas lo políticamente correcto por encima de la literatura?

Creo que no, aunque no descartaría que lo hiciera inconscientemente. Pero me gusta mucho trabajar en las zonas de sombra, donde no se termina de ver bien, remover lo que damos por estable, preguntarme sobre la normalidad de lo aceptado y sobre los dogmas con los que construimos nuestro mundo… Esto no voy a dejar de hacerlo aunque incomode, porque tampoco pretendo dar lecciones. Como he dicho antes, ni soy una analista de actualidad ni hablo de temas de forma categórica. Si fuese así, escribiría artículos de opinión y no libros de ficción.

En una entrevista leí que desconfías de la amabilidad, que te interesa mucho la parte oscura del individuo, pero, en cambio, en tus libros se cuela la luz por grietas. ¿Crees que hay algo de redención en la literatura?

Me refería a que a veces la amabilidad incluye una especie de contrato implícito, espera una contraprestación. Pero no siempre es así, por supuesto. Y sí, creo en la posibilidad de redención en general, así que en la literatura también, ¿por qué no? A pesar de lo que algunos dicen, no soy una persona pesimista.

¿Cuál es tu método de creación? ¿Tienes manías a la hora de abordar el texto?

No tengo un solo método, cada libro es diferente. Pero lo que sí ocurre siempre es que doy muchas vueltas hasta llegar a terminar el libro, no lo tengo todo planificado de antemano, entiendo la escritura como un descubrimiento, lo que, para bien o para mal, hace que el proceso sea algo más sinuoso de lo que yo quisiera.

¿Qué autores te han influenciado y qué libros estás leyendo o has leído últimamente?

Es muy complicado hablar de las influencias propias, siempre digo que eso lo ven más los críticos literarios que los propios escritores. Pero me encantaría que mi amor por autores como Kafka o Alice Munro se colara de algún modo en mi escritura. Por cierto, estos días alterno la lectura de la monumental biografía de Kafka de Reiner Stach con literatura contemporánea… por ejemplo la estupenda novela Spanish Beauty, de Esther García Llovet.

Si tus libros fueran ciudades, ¿a cuál regresarías? ¿Por qué?

Para mí, mis libros son ciudades (o espacios) mentales en los que vivo mientras dura la escritura. Después no quiero volver a ellos, por eso nunca los releo y por eso me cuesta tanto hablar de ellos. Así que no regresaría a ninguno, prefiero irme a los de otros.

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