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Una mirada inédita al autor de 'La vida sigue igual'

Disección del mito Julio Iglesias: 5 claves de su éxito global

El libro ‘Hey!’, de Hans Laguna, músico y estudioso, analiza el fenómeno protagonizado por el cantante español más universal y resalta sus capacidades como cantante, seductor comunicativo y estratega

Julio Iglesias.

La peripecia de Rosalía invita a esbozar comparaciones, pero lo cierto es que ningún artista español se ha acercado, por ahora, en la escala global, a la titánica proyección de Julio Iglesias. Hecho que causa fascinación a Hans Laguna, autor de un libro distinto sobre el artista: un ensayo con derivadas sociológicas en torno a las claves del fenómeno, con énfasis en los años 80, los de su ‘conquista de América’.

‘Hey!’ (Ed. Contra) ilustra además cómo una figura de la esfera ‘indie’, Hans Laguna (Toni Llàcer), productor y bajista de Nacho Vegas (y licenciado en Filosofía y doctor en Sociología)se deja seducir por el galán ‘mainstream’ por excelencia, cautivado por “la construcción de la ‘celebrity’ mundial” e identificándose así con la idea de “vanguardia arrepentida” de Marina Garcés. Asunto que da para ríos de tinta, y que Carl Wilson ya exploró en su muy comentado ‘Música de mierda’ (Blackie Books, 2015), según el cual el prejuicio social explica que unas músicas tengan más prestigio que otras.

La semana pasada, Julio Iglesias (con quien Laguna no ha hablado para escribir este libro) publicó un comentario en Instagram. “Tantas, tantas mentiras, tantas y tantas especulaciones sobre mi vida, y qué pocos aciertos”, comenzaba, y añadía vagamente que “la esencia de la verdad no la han contado”. ¿Se siente aludido el autor de este libro? “Creo que a Julio le molesta que escriban de él sin que le consulten, pero tendrá ocasión de pronunciarse si lo desea. Siento curiosidad por lo que pueda decir”, despeja el autor, que hizo llegar ejemplares de su obra al mánager del cantante, Juan Velasco. “Y me consta que le complace que alguien se haya tomado la molestia de estudiar su carrera seriamente”.

Cantar bien sin una gran voz

Al principio de todo está la voz, y ahí, un secular runrún ha acusado las supuestas deficiencias de Julio Iglesias como cantante. Él mismo ha asegurado (a este diario) que llegó a cantar “como el culo”. Afirmación que Laguna refuta con uñas y dientes: a su juicio, en su “voz pequeña” hay un “dominio de los pliegues vocales”.

Hay que retroceder a los albores de la música grabada para situar un desarrollo del arte vocal en el que ya no es preciso disponer de una voz potente y donde es posible explorar sutiles recursos. Cantando “para adentro”, como dice Julio, que sobresale en técnicas como “la fritura vocal” y “la voz aireada”, precisa Laguna, con las que transmite “una particular languidez y vulnerabilidad”. Efecto oportuno para cantar “historias de fracaso sentimental”, su especialidad.

Víctima de la “mala mujer”

Ahí, una de sus grandes obras, apunta el libro, es la elaboración del retrato del hombre solo, acaso entretenido por dulces pasavolantes para sobrellevar la ruptura más dolorosa. “Cuatrocientos amores para suplir uno solo”, resumió la revista ‘Garbo’. La causante del desamparo no era otra que Isabel Preysler, proyectada entonces como “la mala de la película”. El tema ‘Hey’ extrajo oro de la coyuntura: “es siempre más feliz quien más amó / y ese siempre fui yo”.

Julio Iglesias, con su hija Chabeli.

Completó ese retrato, estima el autor, la entrada en escena de Chábeli Iglesias a partir de la portada del álbum ‘De niña a mujer’ (1981). Para Laguna, la canción, en la que ve algún “verso inquietante” (“tu mirada buscaba la mía / jugabas a ser mujer”), podía ser un modo de “purgar la culpabilidad” que Julio sentía como padre”.

¿Julio ‘who’?

En su conquista de América, decisivos aliados fueron las agencias Rogers & Cowan y William Morris, que junto con la discográfica CBS (hoy Sony Music), se encargaron de “crear expectación” en torno al personaje, atendiendo a la regla de “crear un rumor”. De ahí, la campaña ‘Julio who?’, acompañada de doscientas cartas a figuras influyentes.

Julio Iglesias y Diana Ross en 'All of you'.

Siguiendo otra máxima, la de acuñar un sobrenombre ocurrente, entró en acción “el Sinatra español”. Tirando de tácticas que han utilizado desde los Beatles a Rosalía, Julio jugó a la ‘glocalización’ cantando en múltiples idiomas (aunque “podría cantar en un dialecto del Chad y las mujeres gritarían”, observó ‘Variety’), protagonizó duetos de éxito para abrir mercado (Willie Nelson, Diana Ross) y suministró un goteo permanente de hechos noticiosos que, a falta de Instagram, contaba con la complicidad de tabloides y semanarios.

Recién pasado de moda

La primera incursión sonada en el mercado ‘anglo’ fue la versión de ‘Begin the beguine’, número uno en el Reino Unido en 1981. Cole Porter, en clave de disco music orquestada, en un momento en que el efecto de ‘Fiebre del sábado noche’ “ya estaba de capa caída”. Por ello, Julio Iglesias apunta a un público “ajeno a lo ‘trendy’, más maduro y conservador”, imprimiendo “una sensación de contemporaneidad recién pasada de moda”. Y jugando con el recuerdo de éxitos recientes: ‘Drive’, de The Cars, en ‘Ni te tengo ni te olvido’ (1986), o ‘Streets of Philadelphia’ en ‘La carretera’ (1995).

En el momento justo

El éxito en Estados Unidos fue fruto “del talento, el marketing y el momento”, resumió en su día Stephen Holden en ‘New York Times’, y a este tercer punto se acoge Hans Laguna al situar el impacto del álbum ‘1100 Bel Air Place’ (1984) en una época propicia, cuando no era obligatorio cantar en un inglés perfecto para captar al público conservador y era oportuno reconectar con la cultura pre-rock de las baladas románticas. 

Julio capturó así a los yanquis porque estaban deseosos de un regreso del “romance y la clase”. Y lo hizo, deslizó él alguna vez, porque no lo necesitaba. “Pero un artista tiene que aspirar a lo máximo”, subrayó. Estados Unidos, como “the top of the last step”: “la cumbre del escalón final”.

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