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Música

Manolo García: "Nunca he cambiado ni un milímetro una canción para intentar vender más"

El cantante y compositor publica dos álbumes simultáneos, ‘Mi vida en Marte’, de signo pop-rock, y ‘Desatinos desplumados’, más acústico y aflamencado, que presentará en una gira que le llevará a los festivales de Porta Ferrada (Sant Feliu de Guíxols) y Arts d’Estiu (Pineda de Mar), así como al Palau Sant Jordi

Manolo García, este lunes. Ferran Nadeu

La voz de la conciencia le pide a Manolo García “más música y más canciones” para tratar de manejar la perplejidad que le asalta cuando escucha los noticiarios de la mañana. “Precariedad, carestía de vida, amenazas, crisis, crisis, crisis… Ucrania, y ahora este lío del espionaje”, suspira, sospechando que el planeta Tierra ya no es el que era. De ahí el título de este álbum, ‘Mi vida en Marte’, porque el planeta se ha convertido en un lugar en el que sus pobladores “somos títeres, currantes angustiados sin haber sido los provocadores de las crisis”, abducidos todos por una temible “realidad zombi-tecnológica”.

El disco no ha venido solo: le acompaña ‘Desatinos desplumados’, una obra concebida en buena parte “en un fin de semana frenético” y grabada “pim-pam, urgente”. Si ‘Mi vida en Marte’ presenta un tacto eléctrico, en la tradición pop-rock, su gemelo es más acústico y de sobremesa. Se podría pensar que el primero representa su apuesta comercial, y que el segundo es el objeto para ‘connaisseurs’, observación que él impugna. “No sé si soy comercial o no. Nunca he cambiado ni un milímetro una canción para intentar vender más, ni lo voy a hacer. Para mí, el mercado no existe. En el tiempo de crear, mi mente está en otro lado”.

Intensidad de vida

Tuvo suerte, porque los parones pandémicos le pillaron con la gira ‘Geometría del rayo’ mayormente consumada, y vista la “situación estrambótica”, se propuso sacar lo mejor de sí mismo. “Como no tengo perrito que pasear, me puse a buscar canciones. Así me evadía un poco, y no molestaba a nadie”, explica. Y le acabaron saliendo las 27 que integran ambos discos, empezando por ‘Diez mil veranos’, tema que proyecta “una pretensión de intensidad de vida, de encontrar el sentido a los días”.

Las canciones te sumergen en su distinguible mundo poético, con quiebros ensoñadores y vistas al sur: citas a topónimos como Andalucía, Granada, Algarve, Sicilia, Estrómboli… “El sur es donde me he movido siempre”, razona. “Ahí hay una búsqueda de hedonismo como algo inalcanzable”. Y se vislumbra cierta idealización de los imaginarios preindustriales. “Las tribus de las praderas americanas despreciaban la rueda”, señala fascinado. “¡No querían saber nada de ella!”.

Con Pepe Robles

‘Mi vida en Marte’ es “un disco de banda”, con Gerry Leonard (excómplice de Bowie y Cohen) en los créditos, y vestigios civilizados de ‘riffs’ rockeros. Un clásico, Pepe Robles, asoma como cómplice en ‘Angelina’. “En los 70, escuchándole con los Módulos, me hizo ser consciente de que debía dejar de imitar a los cantantes anglosajones y encontrar un estilo personal”. Y ‘Desatinos desplumados’ transita texturas rumberas, andalusís, flamencas, aunque a él le da reparo atribuirse ciertos géneros. “Flamenco es una palabra que no puedo utilizar”, observa. “Sería una impostura. Esto sería pop aflamencado, música popular”.

Ahora que se habla de ecoansiedad, hay que recordar que él integró, ya con El Último de la Fila, la sensibilidad medioambiental en la agenda pop. Eso vuelve a flotar en estas canciones, si bien él se siente cada día más escéptico. “La actividad en el planeta tiene consecuencias, como el aumento de la temperatura. Todo eso es sabido, pero es clamar contra el desierto”. Barcelonés de Poble Nou, es testigo de los ejes verdes y ‘superilles’ trazadas por el Ayuntamiento. “Son capas de maquillaje, tiritas para un cáncer”, considera. “¿De qué sirve quitar carriles si no erradicamos las energías fósiles? Las empresas de obra pública estarán encantadas, pero son parches con los que alguien se pone una medalla o saca beneficios”.

Helicóptero ‘orwelliano’

Su música aparece, quizá más que nunca, como una ventana a través de la cual desertar del ruido terrenal. ‘Mi vida en Marte’ apela a la ironía: ese “orwelliano” helicóptero de la portada, extraído de la foto que tomó el 4 de octubre de 2017 en Barcelona. “Sobrevolaba la ‘mani’. Le quité la palabra ‘Policía’ y le puse el 8”, alusión a su octavo disco. “Cuando comenzó lo de Ucrania, traté de cambiar la portada, porque tiene una connotación casi bélica, pero ya estaba en máquinas. Espero que se entienda que soy pacifista”.

El pasado domingo, Manolo García apareció sorprendentemente en ‘Lo de Évole’ (La Sexta), no para presentar sus novedades, ni para hablar de su inminente gira (con paradas, este verano, en Porta Ferrada y en Arts d’Estiu, y el 5 de noviembre, el Palau Sant Jordi), sino para recrear, junto a Quimi Portet, una pieza con 32 años de historia, ‘Cuando el mar te tenga’, de El Último de la Fila. “Nos lo propusieron porque fuimos la primera banda con la que Julia [Otero] contó”, explica. “Y Quimi y yo no somos gente al uso. Somos bastante ‘freakies’”. No hay más. “Él está en su viaje personal, y yo en el mío. Hay amistad y nos reunimos regularmente”. Ambos hacen suya la máxima de Pepito Grillo que ilustra las notas de ‘Desatinos desplumados’: “Todo lo que sube baja, que nadie se ponga muy chulo”.

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