Elena López Riera (Orihuela, 1982) ha encarado la jornada anterior al estreno de su película “El agua” en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, “con muchos nervios y mucha alegría, porque para el equipo estar aquí ya es como un premio”.

La directora alicantina llegó a la ciudad de la Costa Azul el miércoles por la tarde y ha dedicado todo el jueves a hablar y defender antes los medios de comunicación su primer largometraje, una historia a medio camino entre el documental y el cine fantástico enmarcada en su Orihuela natal y con las inundaciones que cada vez con más frecuencia afectan a este territorio como telón de fondo.

El viernes a las 8 de la mañana tendrá lugar el primer pase de “El agua” y a las 17.30 horas tendrá lugar la segunda proyección. La realizadora estará acompañada por un equipo de más de 30 personas con las que espera vivir un momento “muy emocionante”.

“Ninguno de nosotros nos imaginábamos que esta peliculita hecha en Orihuela un poco entre amigos iba a llegar a un festival como Cannes -explica por teléfono a Levante-EMV-. Pero expectativas, ninguna. Porque además no hay competición, solo podemos aspirar a la Cámara de Oro pero es muy difícil. Ninguno contamos con eso, pero estar aquí, presentarla con la familia y los amigos, ya es suficiente premio”.

Aunque se estrena como directora de largometrajes, no es la primera vez que López Riera ve alguna de sus películas proyectada en Cannes ya que su primer cortometraje, "Pueblo" (2015) también se programó en la Quincena de Realizadores de ese año. En aquel corto la directora oriolana mostraba el deambular nocturno de un grupo de jóvenes que se entrecruzaba con las procesiones religiosas de la ciudad de la Vega Baja.

De aquel primer Cannes a este, las sensaciones para la cineasta han “cambiado completa y absolutamente, porque las expectativas con un largometraje son muy diferentes”. “Con mi primer corto estar aquí fue una alegría enorme, porque ni de coña pensamos que íbamos a competir en la Quincena. Pero no es lo mismo que un largo. Volver a la Quincena es muy bonito porque es un poco como volver a casa”.

Después de Pueblo vino el segundo corto de López Riera, Las vísceras (2016), con el que compitió en el Festival de Cine de Locarno. Y en 2018, en este mismo festival, ganó el «Leopardo de oro» con Los que se desean, otro cortometraje ambientado en Orihuela en el que la directora usaba el mundo de la colombicultura para mostrar de nuevo su fascinación por lo ritual.

En aquellos tres trabajos primerizos, la cineasta sorprendía por su facilidad para deambular por esa sutil frontera entre lo fantástico y lo cotidiano. Por eso, de alguna manera, El agua sigue o concluye un camino que López Riera ha ido recorriendo desde Pueblo.

“Sí, El agua es algo así como una continuación de mis tres cortos anteriores porque en los tres he vuelto a Orihuela y he intentado la exploración de ese territorio con todo lo bueno y lo no tan bueno que implica volver a casa -explica desde Cannes-. Y también está la misma idea de trabajar con gente de ahí y de mezclar lo documental con la ficción”.

El agua está ambientada durante un verano cuando una tormenta amenaza con volver a desbordar el río que atraviesa el pueblo valenciano en el que viven las protagonistas. Una vieja creencia popular afirma que algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen “el agua adentro”. Allí, Ana (Luna Pamies) vive con su madre (Bárbara Lennie) y con su abuela (Nieve de Medina) en una casa a la que el resto del pueblo mira con suspicacia. En medio de la atmósfera eléctrica que precede a la lluvia, Ana conoce a José (Alberto Olmo) a la vez que lucha por aventar a los fantasmas.

“Para hacer El agua he seguido la misma dirección en la que ya había trabajado hasta ahora y he vuelto a hacer lo que me ha dado la gana, lo que se una grandísima suerte, la verdad”, reconoce la realizadora.

"Pero ha sido una locura desde el principio -añade- porque hecho todo lo que no tienes que hacer en una película excepto trabajar con niños y perros, que decía Hitchcock”. “¿Cómo vas a rodar una inundación, cómo vas a hacer un documental fantástico… -se pregunta ahora López Riera-. Por eso digo que me he sentido tan apoyada por los productores desde el principio y el equipo que me ha acompañado. Somos 30 personas las que hemos venido aquí a defender la película y por eso me siento tan feliz”.

La mayoría de las personas que acompaña desde hoy a la directora de El agua en Cannes no han visto aún la película. Así pues, el del viernes a primera hora de la mañana también será un estreno para ellas. A López Riera le pone más nerviosa la opinión de su equipo, familiares y amigos que lo que puedan ver en su largometraje los periodistas y compañeros de profesión.

“No sé qué han visto en mi película para estar con ella aquí -asegura-. No me corresponde a mí juzgar eso, no tengo la suficiente distancia. Yo sigo viendo en El agua a mis amigos y a mi familia y me cuesta verla desde otra perspectiva. Imagino que puede interesar porque es una peli hecha con muchas entrañas. Y espero que ese cariño y esa verdad con la que está hecha, esa honestidad que ha puesto todo el mundo que ha trabajado en ella, vaya quedar de alguna forma reflejada en la pantalla”.

Una vez pasado el trago del estreno, López Riera espera "dormir" y, después, seguir disfrutando con su equipo de los días que le queden en Cannes. Eso sí, asegura que su afán cinéfilo no se incluye recorrer la Croissette en busca de "estrellas": "Las estrellas me dan un poco igual porque las estrellas son las de mi película, que se han dejado la piel en ella. La expectativa es pasarlo bien y estar todas juntas porque será un momento emocionante. Vamos a disfrutar de ese momento".