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Andrés Neuman Escritor

"Tener que ser el héroe de tu hijo te deshumaniza mucho"

El escritor Andrés Neuman presenta la próxima semana en Alicante su libro "Umbilical"

El escritor Andrés Neuman Rafa Martín

El nacimiento de su hijo hace año y medio cambió su vida, pero también su mirada y su escritura. De ahí surge Umbilical, un libro de prosa poética, por definirlo de alguna manera, con el que el autor argentino residente en Granada Andrés Neuman lleva a la literatura la paternidad y los roles adquiridos y elegidos. El ganador del Premio Alfaguara de Novela 2009 presentará su libro el próximo martes en la Universidad de Alicante y el miércoles en la librería 80 Mundos.

En Umbilical habla desde el otro lado, del hombre ante la paternidad que no ha sido nunca muy habitual en la literatura.

Habría que pensar también qué es lo que necesita la criatura, que se omite. Me parece que se ha contado poco qué siente un padre antes, durante y después del nacimiento. No hay un canal de conversación pública sobre eso y creo que puede tener consecuencias posteriores que son difíciles de revertir. Si a los límites biológicos, la exclusión en los discursos públicos y la educación familiar que recibimos, sumamos la autoexclusión, si nos convencemos de que no pintamos nada o que en el mejor de los casos te conviertes en un asistente, se va generando una paternidad distanciada, que luego va a tener consecuencias en la relación con los hijos y, por cierto, también va a perjudicar a la madre. Cuando hablamos de alternancia de los roles y conciliación, es difícil si durante un tiempo grande, entre el embarazo, el periodio de lactancia y el momento postnatal, nos educan para que estemos en segundo plano durante dos o tres años.

Usted habla de la existencia de diferentes tipos de padre.

Dentro de los posibles roles que hay, que son muy diversos, de la manera que hemos narrado la paternidad en la literatura y en el cine como imaginario hay tres tipos. El padre olímpico, heroico, que me parece un modelo espantoso porque convierte en subalternos y pasivos a los demás, y es malo para el héroe mismo porque pone una presión, una obligación modélica que me parece muy tóxica. Tener que ser el héroe de tu hijo te deshumaniza mucho. Luego está el padre bíblico, terrible, castigador, el padre al que tienes que terminar matando, según el psicoanálisis. Y después está el padre ausente, que nos ha jodido la vida con sus omisiones, por lo que no ha hecho. Si pensamos en los relatos que nos rodean, la inmensa mayoría de padres son estos roles. Es decir, que lo que no está narrado son los padres que se relacionan desde la ternura, desde la vulnerabilidad, desde sus limitaciones, ni más ni menos como un ser humano completo. Es como si hubiera dificultad para narrar al hombre de esa forma. Un problema viene del reparto de usos y costumbres, pero también del la representación del imaginario. Me llamaba la atención en mi vida cotidiana con mi hijo no poder recordar la escena de un padre cortando las uñas a su hijo. En ninguna escena de película o en ninguna página de libro lo había visto. Y si piensas en cambiar pañales lo recordamos en el cine como de forma ridícula, cómica. Me pareció que había un tiempo precioso que no nos enseñan a aprovechar y que podemos tratar de vincularnos más, el periodo antes y durante el embarazo. Y me pareció también una celebración de su nacimiento y ofrecer a mi hijo una pequeña crónica de estas aventuras que él nunca recordará. Narro cómo aprendió a comer, a dormir, a caminar y hasta a respirar.

"Lo que no está narrado son los padres que se relacionan con sus hijos desde la ternura, desde la vulnerabilidad, desde sus limitaciones, ni más ni menos como un ser humano completo"

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¿Por qué eligió la narración poética para escribir de este tema?

El libro tiene un género difícil de precisar. Cuestionar una cosa te lleva a cuestionar la otra, mejor dicho, preguntarse por los límites de una cosa, te lleva a explorar los límites de otra. Pero honestamente, para escribir la Guerra y paz de la paternidad en 500 páginas sobre la experiencia de una criatura pequeña hace falta precisamente no encargarse de una criatura pequeña. La propia situación me llevó a una escritura breve y me parecía que había una coherencia entre ética y estética, que el libro se pareciese lo más posible al tempo de la vida cotidiana con el niño. Me interesaba un libro con un género tan variopinto y difícil de describir como es la propia experiencia.

Portada de "Umbilical"

La paternidad cambia la forma de ver la vida y establecer prioridades. ¿Para usted como escritor cuál ha sido ese proceso?

He desarrollado mucho los reflejos del aquí y ahora, que los niños dominan. Siempre pensamos en lo que debemos enseñarles, aunque ellos nos enseñan una barbaridad. Como la forma tan plena en la que habitan el presente. Eso ahora lo necesito más que nunca porque mi logística y mi tiempo se han visto enormemente afectados. Yo llevaba media vida escuchando a padres y madres diciendo que luego las cosas más inolvidables se te acaban olvidando. Me pareció que tomando nota puntual de los pequeños hitos de antes, durante y después del nacimiento era una forma de luchar contra mi propio olvido. Ese tomar nota del aquí y ahora, del momento cotidiano, era una herramienta que no necesitaba utilizar tanto antes. También miro los objetos y paseo de otra manera. Tengo un estado entre minucioso y alucinógeno que tiene que ver con el cansancio, pero también en el mirar de mi hijo. Y luego también una presencia del cuerpo y eso es importante para la escritura. Hasta qué punto se cuida con el cuerpo y hasta qué punto tu cuerpo se vuelve vulnerable. Me refiero a sentir las posiblidades y las limitaciones de tu amor en tu cuerpo. Eso lleva también a una manera de escribir. Umbilical es un libro piel con piel en todos los sentidos.

 Estará de acuerdo en que en los últimos años el rol del padre ha cambiado mucho, incluso se ha dado al hombre la baja paternal ante el nacimiento de un hijo. ¿Un logro social necesario?

Por supuesto. Todo está entreverado, la ley, la tradición, las maneras de trabajar el cuerpo y los discursos de la ficción. Todo eso es una maraña. No se puede mover la realidad si no se mueven todas sus piezas. Pero lo que es importante de entender es que ninguno de ellos es suficiente por sí mismo. Si no educas, las leyes no son suficientes. Y si educar pero no haces leyes, tampoco funciona. Si esperas a que la realidad cambie para escribir de manera diferente te pierdes muchas posibilidades. Las paternidades están cambiando, pero siendo eso cierto, también la cuestión es si se abre una conversación comunitaria sobre esto. Los hombres no tenemos y no hemos sabido construir un espacio donde la conversación pública y colectiva de este tema. Y además de cambiar los modelos de comportamiento, un mismo hombre va cambiando sus puntos de partida y su forma de vincularse a lo largo de su vida, y esto me conmueve si ves a los abuelos relacionándose con sus nietos. Eso es un acto de libertad y una conquista maravillosa. Ver a los abuelos da muchísima esperanza.

"Somos la especie que más autodestruye y más depreda, y también la especie con más recursos y capacidad para resistir y hacer valer la vida en los momentos más difíciles"

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Muchos cuestionan que el hombre tenga estos derechos, como pasa con otros temas como el aborto o la eutanasia.

Bueno es que las ideas dominantes de la tradición son transversales y tú no puedes modificar estructuras tan sensibles como la familia, la pareja, el amor y el trabajo sin que determinadas fuerzas vivas se revuelvan y traten de evitarlo. Toda revolución tiene su contrarrevolución, toda reforma tiene su contrarreforma. A veces no se habla lo suficiente de las consecuencias emocionales positivas que estos cambios pueden tener en los hombres, en el caso de la paternidad. Podíamos hablar del enorme alivio que es meter tu vulnerabilidad en tus vínculos y poder acercarte a tus hijos.

Si le digo que el mundo ahora parece poco propicio para tener niños...

Pues mira, creo que vivimos en una sociedad que todo el tiempo está tratando de dividir la realidad en dos. Hay como una lógica dual absolutamente tóxica y eso lo podemos aplicar a todos los ámbitos: el debate, el género y también la paternidad, en gente que tiene y no tiene hijos. Yo no creo mucho en esa división, primero porque hay gente idiota e infeliz con hijos y sin hijos; sabia, con hijos y sin hijos; desdichada, con muchos hijos y sin hijos. La clave de la felicidad no está en tener o no tener hijos. No creo en la superioridad moral de alguien que no tiene hijos, ni la de quien le propina a quien no tiene hijos el discurso de su experiencia. Y hay mucha gente sin hijos biológicos que ha tenido experiencias de crianza. Si aplicamos este principio maniqueo a la discusión de si conviene o no conviene tener hijos, me resulta que el mismo reproche se puede hacer en ambos lados. Siempre me ha emocionado la gente que tiene hijos durante las guerras, como ahora en el caso de Ucrania. Yo nací diez meses después de la dictadura, mientras parte de mi familia estaba siendo perseguida y torturada. Hay una tradición de la resistencia de la vida que nos define tanto como nuestra capacidad para destruir. Somos la especie que más autodestruye y más depreda, y también la especie con más recursos y capacidad para resistir y hacer valer la vida en los momentos más difíciles. Por eso siempre es el peor y mejor momento. Quienes hemos tenido pandemials, yo los llamo así, hemos tenido una vivencia peculiar de la gestación y la crianza porque era un mundo hostil y tenebroso, pero al mismo tiempo tremendamente cercana en lo físicos y violentamente introspectiva.

¿Ha conseguido retomar de nuevo su camino literario?

Pues me está costando mucho. Una de las cosas más importantes de la paternidad es cómo confirma y refuta los lugares comunes. Una de mis preocupaciones era si cuando naciera mi hijo podría preparar una novela larga y proyectos literarios de gran envergadura. Y esto confirmó el lugar común de que era más dificil. Estaba haciendo una novela larga y la interrumpí. Todavía no he podido retomarla. Pero la refutación maravillosa es que me abrió un campo que yo no había previsto. Nunca hubiera publicado un libro como Umbilical si no hubiera aparecido mi hijo. Me restringió un espacio y me abrió otro. Espero poder reanudar esa novela, pero en el fondo me preocupa cada vez menos. Me importa aprovechar ese campo que se me ha abierto.

 Su blog Microrréplicas le dio muchas alegrías y fue considerado uno de los mejores en español.

Ya no posteo desde hace tiempo. Lo hice de 2010 a 2020, fueron diez años de blog y me pareció una fecha bonita para dejarlo. Siempre está colgado ahí para quien lo quiera leer, pero ahora no escribo. Fue una experiencia hermosa que fue muy estimulante durante muchos años. Lo considero un libro abierto y online, pero estoy en la dulce batalla cotidiana de estar con mi hijo y tomar notas sobre él. La estructura fragmentaria de Umbilical tiene también que ver con esa otra forma ágil que tenía la escritura del blog.

 

 

 

 

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