La cantautora Christina Rosenvinge considera que la poetisa griega Safo, a la que dará vida en la 68 edición del Festival Internacional Clásico de Mérida, «era una Rosalía de su época» porque la gente se aprendía sus canciones y «siguieron de boca en boca durante siglos».

«El hecho de interpretar a Safo cantando no es un capricho», ya que su poesía no se escribía porque «ella es anterior al papiro», explica Rosenvinge (Madrid, 1964).

Safo, que fue la inventora del plectro, una púa para que al tocar la lira sonara más alto, no hacía una «poesía íntima y romántica», pero «llegaba a mucha gente» por la música, subraya la cantautora, y sus canciones se aprendían cuando asistía a grandes celebraciones.

Rosenvinge estrena hoy una obra que ha sido definida como «poema escénico, musical y visual», en la que, además de interpretar, es la directora musical del espectáculo, mientras que Marta Pazos es la responsable escénica. La obra se podrá ver en septiembre en el Teatro Principal de Alicante en el marco del festival de teatro clásico. Safo es un poema escénico, musical y visual que explora la figura de la gran poeta de Lesbos, que pone en valor el papel femenino y su visualización.

Considera «un sueño» actuar por primera vez en el Teatro Romano de Mérida, y para ello ha hecho una «labor de inmersión» en la poesía de Safo.

Reconoce que ha gozado de una «libertad artística total», porque, aunque ha hecho una adaptación «muy respetuosa en lo lírico», ha sido «muy transgresora en lo musical».

Y es precisamente la música en directo lo que Rosenvinge destaca de la obra, lo que es posible, a su juicio, gracias al talento del elenco que le acompaña.

La música cobra un protagonismo especial en esta representación al convertirse en el medio ideal para transmitir los pensamientos de Safo: libertad amorosa, hedonismo, independencia emocional…

Pero ha llegado muy poco de ella porque hablaba de cuestiones como el «amor entre mujeres», algo que «el orden cuestionaba», apunta la artista madrileña.

De ahí que, mientras que la obra de todos sus coetáneos se transcribió, la obra de Safo «llega al siglo XX convertida en pequeños fragmentos», explica Rosenvinge.

La cantautora remarca que, aunque se piensa en Safo como feminista, «el concepto no existía en ese momento».

Adelanta que en la obra hay «poca teoría feminista» porque que diez mujeres formen el elenco ya es de por sí feminista. «No hace falta decir la palabra ni ponerle la nota política».

Es consciente de que festivales de gran proyección como el de Mérida tienen la responsabilidad de «celebrar el talento femenino», que durante mucho tiempo ha sido silenciado, pero esto no consiste en «demostrar que las mujeres estén como representatividad necesaria dentro de la programación», sino que se normalice.

Rosenvinge confía en que la obra llegue e inspire a las nuevas generaciones, ya que la juventud, al contrario de la creencia popular, «es un público muy inteligente» y, además, «tienen una enorme cultura audiovisual».

Tiene mucha curiosidad por saber cuál va a ser la reacción del público. «Habrá quien lo disfrute mucho o quien se sienta escandalizado en algunos momentos».

Sobre la posibilidad de interpretar sus temas musicales en el Teatro Romano, expresa que en sí misma esta obra «es ya un concierto», y cuenta con grabarla en el futuro. Rosenvinge alterna este trabajo con una gira por Latinoamérica sobre sus 30 años de carrera musical y con algunos proyectos más.

Safo, enigmática y misteriosa, es una autora venerada y respetada hasta hoy, que compuso más de diez mil versos, de los que, sin embargo, han llegado hasta nuestros días escasos poemas completos y versos sueltos. Para Rosenvinge, Safo fue una figura «que pasó desapercibida, pero demuestra el talento femenino cuando no se ponen trabas».

Hermandad sáfica

Rosenvinge califica de «hermandad sáfica» lo que han conseguido crear en el grupo a la hora de la representación en la que pretenden que, tanto el publico como las propias protagonistas, «salgan de la obra mejor de lo que se entra», en el plano personal y humano y reconoce tener «libertad total» a la hora de la creación de la obra, por lo que se verá «una Safo distinta y que celebra la vida».

Por su parte, la responsable de escena, Marta Pazos, indica que la poesía de Safo «estaba pensada para ser cantada», por lo que han querido «trasladar a la actualidad lo que podría parecer muy lejano pero que puede ser muy contemporánea».

La idea de Pazos para llevar los relatos y poesías de Safo a la actualidad es «coger las ruinas para glorificar su esencia» para mostrar una obra que «conecta el erotismo y el amor libre con celebrar la vida».

Por su parte, María Folguera, otra de las creadoras de la obra, destacado la forma de unir «historia y tradición con la música pop» para finalizar con la demostración de lo que puede ser la representación como «una fiesta de diosas en piedras milenarias».

Es por ello que, a pesar de su muerte, Pazos incide en que la obra será «el momento y acompañamiento desde la muerte a la gloria» de la gran poeta de Lesbos.