Rayden es el nombre artístico de David Martínez Álvarez, un artista polifacético que estará todo el verano de gira por su 20 anivrsario. El artista, que este año ha participado en el Benidorm Fest con la canción 'Calle de la llorería', es un referente del rap, género que fusiona con otros estilos para transmitir sus mensajes a un público más amplio. Ha colaborado con numerosos artistas y compagina la música con la escritura.

–¿Cómo define el espectáculo con el que está girando?

–Van a poder disfrutar de uno de los conciertos de la gira '20 aniversario'. Para la gira hemos elegido canciones que queremos compartir con el público, porque creo que estoy viviendo el momento más dulce a nivel personal, profesional y con la banda. Tengo muchas ganas de actuar en Toro y, sobre todo, de intentar animar, alegrar y dar un respiro a Zamora porque, por desgracia, atraviesa un momento difícil por los incendios. Me dedico a una profesión que es muy bonita, que sirve de punto de encuentro y que puede animar a las personas.

–El concierto se enmarca en la gira '20 aniversario', ¿qué siente cuando mira atrás?

–Lo que siento es que todo pasa muy rápido y que el tiempo no pregunta. Han pasado ya 20 años desde que empecé a escribir canciones, aunque dedicándome solo a la música llevo ocho o nueve años.

–Aunque Rayden es un referente del rap, ¿la fusión con otros géneros le ha permitido acercar su música a un público más amplio y variado?

–Totalmente. No era algo que buscaba, pero era inevitable. Me gusta hacer colaboraciones imposibles que, a priori, la gente puede pensar que no tienen cabida, pero que cuando las escuchan tienen todo el sentido del mundo. Cuando el público ve a alguien tan desenfadado y, en el mejor sentido, con ese punto de perder el respeto a la música y de crear algo nuevo, lo premia. El público premia la verdad y, al igual que cuando vas a un festival y quieres ver a tus artistas y grupos favoritos, las colaboraciones sirven para crear puertas y ventanas y para escuchar un discurso y un fondo de armario.

–Ha colaborado con numerosos artistas, ¿qué le aportan estas colaboraciones a nivel personal y profesional?

–Siempre asemejo estas colaboraciones a una relación. Dejan un poso y cuando se van te quitan algo, pero tú también te llevas algo de esa relación. Cuando colaboras con gente tan grande y tan humilde aprendes mucho. He aprendido que si comienzo a estar en ese punto hay que tratarlo con normalidad y con naturalidad. Colaborar otros artistas también me ayuda a ampliar mi espectro musical y, aunque nunca he tenido muchos prejuicios, también me han servido para quitarme algunos relacionados con la música. Quiero que la música crezca, se escuche y se pueda jugar con ella.

–¿Además de cantante y compositor también escribe, ¿en qué faceta se siente más cómodo o todas son complementarias?

–Donde me encuentro más cómodo es en el escenario. Cuando piso un escenario, aunque sea durante las pruebas de sonido, respiro tranquilo y es como un faro. Me gustaría preguntarle a compañeros y compañeras de profesión si les pasa lo mismo, porque yo tengo como un sentimiento de pertenencia con el escenario que no sé si otra gente tiene. No obstante, ahora estoy escribiendo una novela y, por primera vez, siento que tengo vocación.

–¿Cuándo escribe canciones no siente esa misma vocación?

–En la música empecé a escribir canciones obligado, porque mis amigos querían montar un grupo y yo fui detrás. En el caso de la novela, por primera vez, siento que tengo vocación.

–¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?

–Si digo la vida suena muy pomposo, pero creo que la mejor fuente de inspiración es vivir. Solo hay una cosa en la que no hay musicalidad, la muerte. Mostrarse vivo permite que todo se mueva y que crezcan nuevos hilos de los que poder tirar.

–Asegura que se siente cómodo en el escenario, ¿en los dos últimos años, por la pandemia, ha añorado esa sensación?

–Más que por mi parte, por el equipo técnico. Como también me dedico a la escritura y publico discos tengo otras fuentes de ingresos y no vivo al día. Sin embargo, los trabajadores que se dedican a la música en vivo o a la fotografía en directo lo han pasado mal y se han perdido muchos profesionales. Ahora en muchos festivales tienen déficit de mano de obra.