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Ciudades de serie

Estos son los lugares de Bilbao donde se ha rodado la serie 'Intimidad' de Netflix

Los seguidores de uno de los grandes éxitos de la plataforma pueden hacer turismo por las zonas de rodaje

Verónica Echegui con la ciudad de Bilbao frente a ella, en un fotograma de la serie ’Intimidad’ de Netflix.

La historia que cuenta la serie de Netflix ‘Intimidad’ es la de dos mujeres que ven violada la suya al hacerse públicas imágenes de índole sexual (por separado) que dinamitarán su vida. La primera ve en peligro su candidatura a la alcaldía; la segunda siente tal presión que se suicida (no es un spóiler, es el punto de partida). Pero el que más se exhibe, en este caso para bien, es ese Bilbao que dejó de ser una diminuta ciudad industrial sepultada por una capa gris de polvo para convertirse en una urbe moderna y cosmopolita, plagada de estructuras coloridas, que atrae cada vez a más turistas.

Una transformación que tiene como máximo exponente (y motor) en el Museo Guggenheim (este año se cumple el 25º aniversario de su milagrosa llegada, que supuso un revulsivo para la vida cultural y económica de la capital vizcaína y su entorno), cuya bellísima silueta plateada a orillas de la ría ya es todo un icono (y con él, la araña metálica Mamá y el perro de flores Puppy). Pero que también, a menor escala, ejempliza el Parque de Etxebarria, una extensa zona verde en el barrio de Begoña (al pie del monte Artxanda y al que se sube en ascensor) que hace muchos años alojaba una tan próspera como contaminante industria metalúrgica.

También asoma Bilbao por la balconada de su ayuntamiento, a la que en la ficción suele salir a respirar (y tomar impulso) la alcaldesa. Desde ahí se aprecia la escultura Variante Ovoide, todo un símbolo de la ciudad, y el Puente del Ayuntamiento sobre la ría. Un poco más allá, el Puente del Arenal, que une una parte del centro con el Casco Viejo, donde se encuentran los típicos bares de pinxos (tapas) de ineludible visita. No podía faltar en esta postal de Bilbao el Azkuna Zentroa (antes Alhóndiga), un antiguo almacén de vino reconvertido en centro cultural, en cuyo interior aloja unas llamativas columnas de diversos estilos arquitectónicos que vale la pena contemplar. 

Sin embargo, no todo es cemento. La ficción respira en pueblos cercanos (todo allí es cercano) como Portugalete y su puente colgante (imprescindible el viaje de orilla a orilla), Plencia, Gorliz... El mar tiene un gran protagonismo en la trama y las playas que aparecen son las de Laga y Sopelana, grandes extensiones de arena y mar bravo en las que el bañista se despide de su familia al ir al agua, no porque se vaya a ahogar, sino por la enorme distancia que hay entre esta y su toalla. Bilbao, tan pequeño, tan grande...

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