El vicio de cantar 1965-2022

Joan Manuel Serrat. Plaza de Toros de Alicante.

Ha sido en la ardiente Plaza de toros de Alicante el concierto de esta gira de despedida. La última. Es decir, El vicio de cantar 1965-2022 para compartir vida y canciones con el público que siempre le ha arropado y le arropa, como se ha visto en todas las ocasiones que ha visitado esta tierra. La vez anterior que estuvo por aquí fue en julio de 2018, en el ADDA, y ahora en este otro espacio, ubicado en el ruedo, sacó el capote y la muleta para lucirse, obtener el triunfo y salir por la puerta grande a hombros.

Ese universo propio e intransferible compone una banda sonora con algunos de los principales temas de su amplia discografía. Señora, Lucía, Para la libertad o Nanas de la cebolla con música de Alberto Cortez sobre un poema de Miguel Hernández, aquel hombre sencillo y sensible.

Serrat se retira de los escenarios, no de vivir, y conquista cada una de las ciudades donde actúa. Nadie se cansa de verle y escucharle cantar y hablar sobre su trayectoria vital y profesional muchas veces premiada. El cantautor vuelve a desplegar las velas musicales. Y la entusiasta afición recuerda, corea y saltan las emociones con el inconfundible timbre de voz del artista. Es el mismo. El genuino Joan Manuel Serrat, quien también interpreta la burlesca canción Algo personal, Hoy puede ser un gran día, la copla Romance de Curro el Palmo, además de la nana inspirada en su madre con las penurias de posguerra, Cançó de Bressol, o Dale que dale, creada a partir del poeta oriolano.

Una pantalla en ambos laterales, otra en el medio y una entrañable actuación perfectamente diseñada. Este joven maduro y sus historias cantadas rompen fronteras, unen culturas y distintas tradiciones. Retrata paisajes y personajes, que no envejecen, con sensibilidad creadora y su tono intimista o divertido. Deleita a todos los que le han venido siguiendo, y puede atraer a las nuevas generaciones. Cercano, tierno, seductor e irónico, rompe tópicos y es un hombre comprometido con los derechos desde que echó a andar.

Casi como si fuese con canciones nuevas, la inevitable nostalgia (que está prohibida porque todo es futuro) viene servida, igualmente, por los músicos de la banda. Alientan al líder y se lucen en equipo y aireando su capacidad individual con los arreglos originales de cada canción. El carrusel del Furo, No hago otra cosa que pensar en ti, Caminante no hay camino, Hoy por ti, mañana por mí o Temps era temps con aquellos ingredientes del espíritu nacional o lo del consultorio de la radiofónica Elena Francis.

Habló del deterioro ambiental hace 50 años en Pare y continuó haciéndolo en una calurosa noche. De confidencias y de abanicos. De despedida. Oímos Mediterráneo, Es caprichoso el azar, tema que también canta la violinista Úrsula Amargós, o Paraules d’amor y una evocación de la Noche de San Juan. Podrán decir «yo estuve allí» con interminables aplausos. Que el vicio de cantar no decaiga, y hasta siempre, Joan Manuel.