El Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) abrirá al público el 11 de octubre la exposición Arte en una tierra baldía, 1939-1959 con obras procedentes de la colección del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). La muestra, que ha pasado ya por el Museu de Belles Arts de Castelló, se inaugurará oficialmente el 19 de octubre en Alicante, donde contará con nuevas obras.

La exposición propone "releer" los fondos del IVAM en el contexto histórico de los finales de la Guerra Civil española y de la II Guerra Mundial, que plantean "mundos antagónicos, escenarios diferentes, pero ambos se edifican sobre una tierra baldía", como apuntan desde el IVAM. 

Constituida fundamentalmente por obras del IVAM, Arte en una tierra baldía, 1939-1959 incluye obras de: Albers, Alfaro, Blasco, Brossa, Buch, Buñuel, Chillida, Dubuffet, Duchamp, Ferrant, Juana Francés, Manolo Gil, Jacinta Gil, Julio González, Gorky, Gottlieb, Gumbau, Lucebert, Soulages, Masson, Michaux, Millares, Miró, Newman, Oteiza, Pala-zuelo, Pascual de Lara, Renau, Matilde Salvador, Saura, Sempere, Tàpies, Reinhardt, Val del Omar… y una mirada fotográfica en torno a la reconstrucción de la vida cotidiana a partir de las imágenes de Català-Roca, Miguel o los Hermanos Mayo. Aunque la información facilitada desde el IVAM no lo indica, es probable que las obras dialoguen con alguna pieza de los fondos del MACA.

Las dos posguerras supusieron una cesura o corte radical para la historia de la cultura. En la España de la dictadura, el proyecto estético imaginado desde la Falange tratará de reducir la cultura a propaganda de estado, romper con los experimentalismos de las vanguardias y retornar a un cierto academicismo articulado desde la idea de lo nacional y lo católico. En el resto del mundo, abatido tras la guerra y sus espantos, la ruptura con las vanguardias anteriores vendrá de la inquietante pregunta sobre la relación entre civilización y barbarie. En ambos casos los totalitarismos, la violencia o la miseria cultural obligaron a numerosos artistas a emigrar, a exiliarse y a trabajar a la intemperie. 

La directora del IVAM, Nuria Enguita, ha querido “dar las gracias al MACA por abrir sus puertas al IVAM. La presentación de esta exposición en el museo alicantino responde a dos objetivos fundamentales para el actual IVAM: por un lado, la voluntad de ser un museo itinerante, con una colección abierta y próxima en toda la Comunitat Valenciana; por otro, la de revisar los contextos y los discursos heredados".

Rosa Mª Castells, conservadora del MACA, pone de relieve "la importancia de la muestra organizada por el IVAM, que pone el foco en uno de los periodos históricos más conflictivos y contextualiza la obra de arte de acuerdo a una realidad social concreta y a las condiciones sociopolíticas del momento, condiciones que incluso pusieron en duda la posibilidad y el sentido mismo de la creación. Una lectura novedosa en la programación de exposiciones hasta ahora en el MACA que permite establecer conexiones, simultaneidades, intenciones y gestos entre artistas, obras y colecciones”.  

Tres espacios en la exposición

Verdor en nuestra tierra árida

Para el primer franquismo (1939-1959), el arte y la cultura eran una importante herramienta de propaganda. En los años cuarenta, la cultura falangista y el nacionalcatolicismo propusieron el olvido de las experiencias vanguardistas anteriores y un retorno a formas académicas vinculadas más a la formación del “espíritu nacional” que a la libre expresión individual. Sin embargo, a pesar de la censura y la aspiración a un control absoluto de la producción cultural, no dejó de haber artistas que aisladamente o en grupo intentaron mantener o reinventar aquel espíritu innovador.

La década de los cincuenta supondrá la progresiva tolerancia del estado con formas y prácticas artísticas más experimentales. La abstracción saldrá triunfante de un intenso debate, en el ámbito artístico, sobre su sentido y sus posibilidades. Paradójicamente, el arte sacro se constituyó en una de las puertas de apertura hacia formas más contemporáneas. El arte de vanguardia, en paralelo a la intensificación de las relaciones diplomáticas con EE. UU. en el contexto de la Guerra Fría, comenzó a usarse —igual que allí se hizo— para promocionar una imagen de apertura y libertad.

Destierros

El triunfo del nazismo en Alemania produjo una grave suspensión de las libertades, la persecución de todas las formas culturales y artísticas que no fueran afines al Tercer Reich, y el exilio forzado de numerosos creadores e intelectuales. En 1939, las tropas alemanas invaden Polonia; en 1941, Alemania ya había ocupado casi toda Europa. A medida que avanzaba la ocupación nazi, multitud de artistas iniciarán una larga huida. En España, la derrota republicana supuso el éxodo masivo de grandes personalidades del arte y la cultura. Igual que en los años veinte y treinta, el arte de vanguardia se había nutrido de la emigración española a París; ahora esta emigración forzada, vivida entre la nostalgia, la esperanza y la adaptación, enriquecerá los numerosos territorios de acogida. Así, el exilio español en México o el europeo en EE UU serán fundamentales para la renovación artística.

Como quien espera el alba

Tras la II Guerra Mundial se establece un nuevo orden geopolítico, Europa ya no es el centro económico ni cultural. A un lado y otro del Atlántico, la experiencia de la guerra y la sensación del fracaso de unas tradiciones culturales que se mostraron impotentes para detener la barbarie —o que incluso la acompañaron— producen la necesidad de una profunda renovación tanto de las fuentes como de los medios, de los materiales y de las prácticas artísticas. Se impone la sensación de que había que recomenzar, que lo anterior encarnaba un fracaso. Se recurre, entonces, a lo espontáneo o a lo irracional, a la exploración de límites de la razón o del conocimiento, a lo puramente visual frente a lo narrativo, a la libertad individual, a la subjetividad, a la huella, la herida o la fractura sobre el lienzo o la materia. Se trata de un esfuerzo por desaprender y empezar de nuevo. El arte, cada vez más, se piensa a sí mismo. El arte convierte al arte en su propio tema.