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Entrevista

Sergio del Molino: "Felipe González no es un héroe prístino pero tampoco un villano, por eso es interesante"

El autor de 'La España vacía' aborda las luces y las sombras del expresidente en un libro de narrativa "basada en hechos reales"

El escritor Sergio del Molino. ASIS G. AYERBE

Sergio del Molino abre su libro ‘Un tal González’ (Alfaguara) con una cita de Shakespeare. “Desde que los donnadies se han vuelto caballeros, más de un caballero se ha vuelto un donnadie”. Frase que lanza un guiño cómplice a la trayectoria de ascenso (40 años se cumplen ahora de las elecciones de 1982) en la que Felipe González logró ¡202 diputados!, un consenso que no se ha vuelto a igualar, y el posterior reflujo envuelto en sospechas de corrupción, guerra sucia con equis misteriosas y endiosamiento sin freno. Del Molino prefiere retratar en un libro, con ecos del ‘Anatomía de un instante’ de Javier Cercas, al político que hizo entrar a España en la modernidad. “Empezar –resume- a ser hijos de la Transición, antes que nietos de la Guerra Civil”.

Dice que esto es una novela ¿Debe ser leída así?

Definirlo como novela es una forma de subrayar la subjetividad de mi visión que se subraya con la sustancia literaria. Pero en fin, le corresponde a los críticos decidir si esto es carne o pescado. A mí no me preocupa. También he querido juguetear un poco con los críticos y la gente de pajarita ajustada que se toman estas cosas como una impertinencia.

Felipe con Adolfo Suárez, en 1977, año de las primeras elecciones generales tras la Segunda República. EP

¿No es muy atrevido escribir un libro a la contra del consenso que hoy se tiene de un Felipe González muy oscurecido por las sospechas?

Si el personaje estuviera claro no tendría el menor interés para mí. Por eso he querido escribir este libro ahora que 10 años después de su muerte, cuando los hechos molesten menos, se haya asentado el polvo de la historia y el personaje ya no incomode a nadie.

Asegura que Felipe González es la personalidad más influyente de la historia española del siglo XX

Eso es.

¿Más determinante que Franco?

Yo no comparto la idea de que vivimos en un franquismo maquillado, como sostienen algunos. Franco fue una pesadilla y un infierno y punto. Pero lo que consigue Felipe en los años 80, en términos de transformación del país no tiene parangón en la historia de España. El país pasa de ser un espacio aislado que da la espalda a Europa, donde ni siquiera existe tradición democrática, a una democracia de vocación europea. Con todas las pegas que queramos ponerle, el salto adelante en muy pocos años es enorme. Jamás se ha hecho nada así en este país. Es difícil percibirlo ahora porque lo damos por hecho.

Con Alfonso Guerra, en junio de 1979. EP

¿Se puede separar el Felipe González que modernizó el país del político al que se señaló como responsable del terrorismo de Estado contra ETA?

Hay muchos socialistas que creen que Felipe tendría que haber renunciado en el 93, que se hubiera ahorrado sus últimos años negros en el gobierno y ahora sería recordado sin sombras.

Pero uno y otro son la misma persona.

Sí, no es un héroe prístino pero tampoco un villano. Y eso es lo que lo hace tan interesante. No puedes señalar tajantemente que haya un villano porque no hubo ningún proceso contra él ni se demostró que fuera comprensivo con la corrupción o lo que sucedía a su alrededor y eso que fue muy investigado. Toda la cúpula de Interior pasó por la cárcel, pero de él no encontraron una sola prueba. Hay que pensar que hoy las cárceles están nutridas de políticos.

Y sin embargo, el juicio popular sí le condenó. Muy pocos quedaron convencido de la respuesta que dio a Iñaki Gabilondo: “Jamás se me hubiera ocurrido organizar el GAL”.

Ahí habría que decir que él no inició la guerra sucia contra ETA, la heredó de otros. A Alfonso Suárez no se le recordará como alguien que mandó comandos a secuestrar y torturar terroristas. En el caso de Felipe no se olvida que fue él quien entre el 83 y el 86 controló los últimos coletazos de los elementos sin control de la Guardia Civil y de la Policía Nacional en esa lucha. Una lucha que desde luego era infame pero que sucedía en un momento muy crítico respecto a ETA.

En 1982, año de la gran víctoria socialista. Albert Ramis

‘Un tal González’ crece a partir de muchos encuentros con políticos y periodistas que le conocieron bien, pero tiene en su corazón una entrevista que le concedió el propio Felipe. ¿Qué aportó al libro?

Lo llevaba ya muy avanzado cuando pude hablar con él. Más que las respuestas que me dio, lo que permitió es poner carne, gesto y voz para construir el personaje. Descubrir cómo se relaciona, cómo interactúa. Darme cuenta en directo de lo muy encantador de serpientes que ha sido siempre. Entrevistarlo es muy difícil porque él controla a la perfección qué es lo que quiere mostrar y lo que no. Piensa que por edad yo no pude asistir a ninguno de sus mítines.

Donde brillaba el legendario carisma de Felipe.

Cuando los socialdemócratas alemanes le conocieron cuando él era todavía un político clandestino dijeron al parecer: “Qué suerte tenéis, a nosotros construir un político así nos costaría 25 años y vosotros ya lo tenéis. Solo hay que dejarle hablar y ganará las elecciones seguro”.

Felipe González y su gran aliado, el canciller Helmut Kohl. EFE

Podría decirse que fue una tormenta perfecta de magnetismo personal y momento histórico.

El país estaba cansado de dictadura y de crisis económica y deseaba vivir en paz la promesa de integración europea. Además todavía era una sociedad ingenua, todavía no baqueteada por los desengaños políticos. Dudo que una figura como la suya despertara la adhesión impresionante que tuvo.

Califica a Felipe como un agujero negro. ¿Este libro no le ha servido para conocerle mejor?

La premisa es que no se puede conocer a nadie.

Pero Felipe con sus bonsáis y su bodeguilla, en la que se encontraba con sus íntimos, ofrecía una imagen de más proximidad que otros jefes de Gobierno.

Sí, pero tiene una personalidad muy reservada, muy esquiva y muy incómoda incluso para sus amigos más próximos. No entienden sus afectos y su forma tan cerrada de expresarlos. Muchos periodistas que le conocieron de primera línea lo consideran tímido. A mí, que también lo soy, me dio esas sensación. 

Con su esposa Carmen Romero, en el 2000, cuando empezaba a rumorearse que hacían vidas separadas. Enrique Shore

También es un personaje solitario.

Bueno, la soledad del poder es un tópico pero aquí responde a una realidad. Cuando llegó a la escena política era muy joven y sus pares europeos y americanos le sacaban 20 años. Todos ellos se fueron muriendo y perdió un montón de referentes, como Olof Pame o Helmut Kohl, con los que podía entenderse. Y el resultado es que se ha vuelto alguien absolutamente inaccesible.

Uno de estos amigos fue Omar Torrijos, dictador de Panamá. Extraña alianza la del socialista con el populista. 

Bueno, de hecho los enemigos de Felipe lo comparaban con un dictador y que su modelo era PRI, eso es un estribillo constante. Me interesa mucho este aspecto porque creo que es en Latinoamérica donde se forja su conciencia política e intelectual.

En su libro el emérito ni está ni se le espera. ¿Por qué?

Cuando Felipe entra en la historia la figura de Juan Carlos se vuelve decorativa. Cuando el rey era importante como actor político, Felipe todavía estaba en la clandestinidad. Llegan al poder lo socialistas y el rey se dedica a acumular amantes y millones en Suiza. Decidí apartarlo porque su figura distorsionaba demasiado.

Con José María Aznar, en febrero de 2020. EFE

“Jamás un gobernante español democrático ha tenido el caudal de apoyo y entusiasmo que usted ha tenido en términos de progreso y modernidad y lo ha despilfarrado”. La frase es de Aznar a quien Felipe, en el fondo despreciaba.

Mucha gente que le votó también piensa eso hoy. Pero no hay que olvidar que en el 96 pudo haber formado gobierno si los nacionalistas no le hubiera negado el apoyo. Perdió por 100.000 votos.

Y eso que utilizó la técnica “Después de mí el diluvio” que tan bien conocemos hoy.

Sí utilizó una estrategia casi de terror para movilizar al votante: “van a venir los lobos y van a despedazar este país hermoso”. Parecía que no confiara en lo sólido que era el país y eso que él mismo lo había levantado.

No mencionaría el término ‘jarrón chino’-“se supone que tienen valor pero nadie se atreve a tirarlos”- si no se lo hubiera inventado el propio Felipe. El libro prácticamente se detiene en el 96.

Felipe no se ha retirado aunque así lo anunció y ha intervenido mucho en su partido. Uno de los grandes problemas del PSOE es que Felipe nunca se ha ido. 

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