Descubrió Tabarca en junio del pasado año. Esa pequeña isla que veía desde la costa mientras veraneaba en Santa Pola. "Para mí es la isla de la libertad", dijo entonces la fotógrafa Isabel Muñoz (Barcelona, 1951), mientras se sumergía durante varios días en los fondos de la primera reserva natural marina que tuvo España, aprovechando su estancia en Alicante para inaugurar la exposición Somos agua en Casa Mediterráneo.

Lo hizo junto a la apneísta Ai Futaki con el objetivo de continuar con sus series en torno al agua, en las que a través de la belleza de sus fotografías lanza un mensaje de responsabilidad medioambiental y de respeto a la naturaleza.

El resultado de este trabajo es una serie de fotografías y también un vídeo, Posidonias 22, que ahora se puede ver en la galería Blanca Berlín de Madrid, dentro de su exposición Escala 1. Ese audiovisual es una pieza interactiva de algo más de dos minutos en blanco y negro donde Ai Futaki está sumergida en las praderas de posidonia con una tela. "Se ve a cámara lenta cómo se mueven las posidonias porque el mar las hace bailar, es la danza de las posidonias. Ai se deja mover al ritmo de las posidonias porque la posidonia baila", asegura la Premio Nacional de Fotografía y dos veces World Press Photo.

La fotógrafa, reconocida internacionalmente, está muy satisfecha con este trabajo. "Conseguimos bastantes cosas porque fue muy interesante y tenemos muchas imágenes de las que estoy contenta. Y en este último año han viajado mucho", ya que "he hablado de Tabarca en todas las conferencias que he dado y en todos los trabajos que he presentado". Entre ellos, la exposición realizada este año en la galería Hangar de Bruselas.

Isabel Muñoz, nombrada en febrero de este año académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quiere "no solo denunciar y dar a conocer las maravillas naturales, sino también hablar de la sostenibilidad y de cómo la naturaleza si la dejas tranquila es como una crisálida que renace con una gran potencia", afirma. "Como en el caso de Tabarca, reserva marítima durante 35 años, que tiene ese gran manto de posidonias de dos metros que parecen esmeraldas de lo verde que están".

La fotógrafa, que se ha sumergido en aguas de Japón durante tres años, dice que desde que hizo el trabajo en la isla "me gusta poner a Tabarca como ejemplo de paraíso descubierto y ejemplo de que si cuidamos nuestro entorno, nos contenemos y amamos un poco más el mar y el medio ambiente, la naturaleza nos lo devuelve con creces".

Volver a Tabarca, que es "muy especial", entra dentro de sus planes. "De cabeza porque disfruté tanto descubriendo esos fondos, fue muy interesante y siempre te quedan ganas de más. Me encantaría tener más fotografías, pero me gusta trabajarlo y estar cuatro o cinco días por lo menos, así que tengo que repetir, aunque ahora forma parte de la serie de agua".

También le da vueltas a hacer otro trabajo sobre las reservas marinas en las costas españolas. "Necesitamos mostrar lo que no se ve, lo que está bajo el agua. Y además en este momento en que todo el mundo está derrotista para que nos demos cuenta de que hay que cuidar lo que tenemos para poder dar a los jóvenes y niños ese mundo un poco mejor. Como pensemos que todo esté perdido no podemos hacer nada".

Su sueño, dice, "es poder volver a Tabarca y hacer un trabajo súper potente de la isla. Yo necesito soñar".

La obra de Isabel Muñoz forma parte de numerosas colecciones, entre ellas las de la Maison Européenne de la Photographie (París), el New Museum of Contemporary Art (Nueva York), Foto Colectania (Barcelona), el Instituto Cervantes (Ciudad de México, Guatemala, La Paz y Shanghai), el Museo Nacional Reina Sofía (Madrid) y la Fundación Canal (Madrid).