Estaban en bandos diferentes, en diversos países y en contextos distintos. Les unía el afán de creación y también la desolación que las batallas dejan a su paso. Unos tras la Guerra Civil española y otros tras la II Guerra Mundial. La primera llevó a una dictadura, la segunda acabó con el fascismo. Muchos se quedaron y otros tanto tuvieron que marchar.

Pero el arte siguió adelante y demostró al mundo que en las perores circunstancias, la creación continúa, sin rupturas ni saltos al vacío, con un camino con más o menos curvas pero camino al fin y al cabo. Esa ruta es la que quiere mostrar Arte en una tierra baldía, 1939-1959, exposición organizada por el IVAM que se puede ver en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) hasta el 29 de enero.

"Hasta mi generación se nos ha contado la historia del arte como una historia lineal, una historia de movimientos, pero sabemos que no es así", aseguró la directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno, Nuria Enguita, durante la presentación, junto al comisario, Nacho París; la conservadora de las colecciones municipales, Rosa Castells, y el concejal de Cultura, Antonio Manresa.

Con la exposición, que incluye más de 80 piezas, "ponemos sobre la mesa un periodo de una dificultad extrema y cómo se producen conexiones, simultaneidades entre los artistas de uno y otro bando, porque todos creaban en una tierra baldía".

El IVAM, el Museo Patio Herreriano, la Colección Esmeraldina Gumbau, el Archivo Lafuente y del Institut Valencià de Cultura han cedido obras de Brossa, Chillida, Duchamp, Brossa, Dubuffet, Julio González, Newman, Palazuelo, Saura, Tàpies, Gorky, Reinhart, Buñuel o Val del Omar, entre otros muchos, que comparten espacio con cinco obras de los fondos del MACA para completar el sentido de la muestra: dos de Juana Francés, una de ellas nunca expuesta en el museo antes; dos de Eusebio Sempere y una de Navarro Ramón, más tres de Arcadi Blasco, procedentes del Museo de la Universidad de Alicante.

"La exposición pretende mostrar las distintas maneras de hacer arte, estilos que conviven, no desde una evolución de un estilo sobre otro sino desde la simultaneidad", afirma Nacho París. "Me atrevería a decir que el arte es siempre el mismo y son las soluciones formales las que pueden caer de un lado o de otro".

Como una "excelente oportunidad para adentrarse en el arte creado en un tiempo convulso donde la situación sociopolítica, económica y cultural tiene incluso algunos preocupantes reflejos con la actualidad", define esta muestra Rosa Castells. "Pone en contexto las obras con los artistas" y es un "representación de lo acontecido en esas dos décadas que marcarán para siempre el arte del siglo XX".

Para Antonio Manresa, "nos muestra la ruptura con las tendencias artísticas de vanguardia que se produjo a consecuencia de las dos guerras, una época en la que se utilizó la cultura para imponer su doctrina y su propia visión del mundo".

Acciones conjuntas entre el IVAM y el MACA

El IVAM y el MACA firmaron a finales del pasado año un convenio que ponía negro sobre blanco una colaboración que se viene realizando desde hace años.

"Tenemos la voluntad de ser un museo más allá del museo, que sea una colección itinerante", afirmó Enguita. "El IVAM es un museo de la Comunidad Valenciana y nos pareció importante que pudiera dialogar con otro museo".

Además, en las dos direcciones, ya que el museo alicantino "tiene obra que nosotros no tenemos" y "hay que potenciar que los recursos se puedan compartir".

De hecho, ambos centros trabajan en cómo incorporar las obras de la colección Jenkins-Romero, "que es un trabajo a largo plazo".

"Nos hemos comprometido a fomentar e institucionalizar la colaboración en diversos proyectos en relación con las colecciones, restauración, exposiciones temporales, educación, investigación y publicaciones", destacó Castells.

PARTES DE LA EXPOSICIÓN

  1. Verdor en nuestra tierra árida

Para el primer franquismo, (1939-1959), el arte y la cultura eran una importante herramienta de propaganda. En los años cuarenta, la cultura falangista y el nacionalcatolicismo propusieron el olvido de las experiencias vanguardistas anteriores y un retorno a formas académicas vinculadas más a la formación del ‘espíritu nacional’ que a la libre expresión individual. Sin embargo, a pesar de la censura y la aspiración a un control absoluto de la producción cultural, no dejó de haber artistas que aisladamente o en grupo intentaron mantener o reinventar aquel espíritu innovador. La década de los cincuenta supondrá la progresiva tolerancia del Estado con formas y prácticas artísticas más experimentales. La abstracción saldrá triunfante de un intenso debate, en el ámbito artístico, sobre su sentido y sus posibilidades. Paradójicamente, el arte sacro se constituiría en una de las puertas de apertura hacia formas más contemporáneas. El arte de vanguardia, en paralelo a la intensificación de las relaciones diplomáticas con EE UU en el contexto de la Guerra Fría, comenzó a usarse, igual que allí se hizo, para promocionar una imagen de apertura y libertad.


  1. Destierros

El triunfo del nazismo en Alemania produjo una grave suspensión de las libertades, la persecución de todas las formas culturales y artísticas que no fueran afines al Tercer Reich, y el exilio forzado de numerosos creadores e intelectuales. En 1939 las tropas alemanas invaden Polonia, en 1941 Alemania ya había ocupado la práctica totalidad de Europa. A medida que avanzaba la ocupación nazi, multitud de artistas iniciaran una larga huida. En España, la derrota republicana supuso el éxodo masivo de grandes personalidades del arte y la cultura. Igual que en los años veinte y treinta, el arte de vanguardia se había nutrido de la emigración española a París, ahora esta emigración forzada, vivida entre la nostalgia, la esperanza y la adaptación, enriquecerá los numerosos territorios de acogida. Así, el exilio español en México o el europeo en EE. UU. serán fundamentales para la renovación artística.


  1. Como quien espera el alba

Tras la II Guerra Mundial se establece un nuevo orden geopolítico, Europa ya no es el centro económico ni cultural. A un lado y otro del Atlántico, la experiencia de la guerra y la sensación del fracaso de unas tradiciones culturales que se mostraron impotentes para detener la barbarie —o que incluso la acompañaron— produce la necesidad de una profunda renovación tanto de las fuentes, como de los medios, de los materiales y de las prácticas artísticas. Se impone la sensación de que había que recomenzar, que lo anterior encarnaba un fracaso. Se recurre entonces a lo espontáneo o a lo irracional, a la exploración de límites de la razón o del conocimiento, a lo puramente visual frente a lo narrativo, a la libertad individual, a la subjetividad, a la huella, la herida o la fractura sobre el lienzo o la materia. Se trata de un esfuerzo por desaprender y empezar de nuevo. El arte, cada vez más, se piensa a sí mismo. El arte convierte al arte en su propio tema.