El Museo del Prado saca a la luz el primer retrato de Rafael Altamira pintado por Sorolla

El artista valenciano realizó esta obra en 1886, cuando el historiador y jurista alicantino tenía 20 años y estaba terminando Derecho en València. El cuadro fue vendido por la familia al museo en 1999 y ahora se expone por primera vez

El retrato de Altamira pintado por Sorolla en 1886, expuesto en el Prado.

El retrato de Altamira pintado por Sorolla en 1886, expuesto en el Prado. / INFORMACIÓN

Se conocieron a mediados de los años 80 del siglo XIX. Rafael Altamira (1866-1951) estudiaba Derecho en València y Joaquin Sorolla (1863-1923) cosechaba sus primeros éxitos con una medalla en la Exposición Regional de València (1883) y la Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional (1884).

En 1886, cuando tenían 20 y 23 años, respectivamente, habían forjado una gran amistad por lo que surgió la idea de hacer un retrato del historiador y jurista alicantino. El cuadro, de 55 x 41 centímetros, fue vendido al Museo del Prado en 1999 por la familia del también creador de la Extensión Universitaria, profesor de la Institución Libre de Enseñanza y candidato al Nobel.

Carta de Sorolla a Altamira en 1913, anunciando que empezaba el retrato.

Carta de Sorolla a Altamira en 1913, anunciando que empezaba el retrato.

El pasado mes de diciembre, la pinacoteca nacional sacó esta obra de los almacenes para mostrarla por primera vez, en el marco de la exposición Retratos de Joaquín Sorolla (1863-1923), organizada con motivo del centenario de la muerte del artista. «El cuadro estaba en los almacenes y no se había expuesto hasta ahora que yo sepa», asegura Ignacio Ramos Altamira, biznieto del historiador alicantino.

La obra muestra la cabeza de Altamira bien definida, con el cuello de la camisa y corbata, pero la parte inferior aparece sin cubrir de pintura, aunque firmó la obra. Según la información que acompaña al cuadro en el Prado, «la obra, de carácter íntimo, tiene una sobriedad de color muy habitual en los retratos de la primera época del artista».

También apunta que «acierta a captar con inmediata veracidad el carácter de Altamira, tratado con cierta idea de cabeza antigua y noble, aunque el detalle de las puntas levantadas del bigote revela una juvenil preocupación por su aspecto. Se trataba de un regalo a un amigo aficionado a la pintura».

Un segundo retrato

En 1912, el pintor valenciano ofreció en su casa una cena en honor a Archer M. Huntington, arqueólogo estadounidense fundador de la Hispanic Society de Nueva York en 1904, y fue Altamira uno de los invitados a esa exclusiva velada. Lo más probable es que en el transcurso de esa cena se produjera el encargo al pintor de un nuevo retrato.

El caso es que un año después, en 1913, Sorolla volvió a pintar al jurista alicantino. El resultado es un retrato de madurez que se encuentra desde entonces en la Galería de Españoles Ilustres de esa institución. En este cuadro, el historiador aparece con traje académico, con muceta de doctor en Derecho y con la gran cruz de la Orden Civil de Alfonso XII.

Retrato de Altamira pintado por Sorolla en 1913.

Retrato de Altamira pintado por Sorolla en 1913.

El artista escribió una carta a Altamira el 3 de enero de ese año anunciando el inicio de la obra. «Querido Altamira. El próximo lunes empezaremos su retrato, si usted dispone de tiempo. Deme la hora en que vendrá. Feliz año nuevo. Un abrazo de Sorolla».

El que sí se puede ver ahora es el retrato de 1886. De momento, hasta el 18 de junio en el Museo del Prado. Después, podría ser en Alicante. «Lo hemos pedido al Prado para exponerlo en el despacho de Altamira», que se ha instalado en la Sede de la UA en Alicante, asegura Ignacio Ramos. «Como estaban preparando la exposición, no se pudo de momento».

No obstante, «nos estamos planteando la posibilidad de hacer una copia para que se pueda ver de forma permanente ahí; tenemos que proponerlo a la UA», asegura el nieto del jurista alicantino.