La gira más descomunal

Coldplay, las 5 claves del fenómeno que llega a Barcelona

El grupo británico afronta a partir de este miércoles cuatro conciertos en el Estadi Olímpic, con las entradas agotadas desde el pasado mes de agosto

Chris Martin actuando en Coimbra (Portugal).

Chris Martin actuando en Coimbra (Portugal). / Agencias

Jordi Bianciotto

El artefacto musical que se lleva los estadios por delante, de Sao Paulo a Estocolmo, pasando esta semana por Barcelona, no es una mítica banda de rock, ni una diva empoderada, ni un renovador radical del pop, sino un grupo de tipos de aspecto corriente, en los cuarenta y tantos, que factura canciones bonitas, motivadoras y con conciencia medioambiental. Con sus cuatro conciertos en el Estadi (únicos en España; este miércoles, jueves, sábado y domingo), Coldplay llega allá donde no llegaron colosos como U2 o Bruce Springsteen, dejando una estela de perplejidad entre los analistas musicales.

¿Qué tiene Coldplay para despertar tales adhesiones? Tratamos de averiguarlo atendiendo a los diversos encuadres: musical, industrial, social, anímico. Lo suyo, sea como sea, ha sintonizado con el espíritu de los tiempos y sus conciertos, que manejan números inéditos en esta ciudad (más de 200.000 entradas agotadas el pasado agosto), vienen a capitalizar el estado de liberación mental pospandémica. ¿Una revancha de la vida?

Un ascenso a la cumbre paso a paso

El crecimiento de Coldplay, aunque desbocado en los últimos años, no se ha producido de un día para otro. Esta banda creada en Londres en 1997 ha recorrido en Barcelona los escalones preceptivos: desde Apolo (donde actuó en el año 2000 ante 700 personas), a través de Razzmatazz (2002), el Palau Olímpic de Badalona (2003) y el Palau Sant Jordi (2005 y 2008), además del efímero Espacio Movistar (2008). De ahí, al primer salto al Estadi Olímpic en 2009, redoblado siete años después con sendas noches, gesta aquella que ya nos hizo arquear las cejas.

Chris Martin actuando en Coimbra (Portugal).

Chris Martin actuando en Coimbra (Portugal). / PAULO NOVAIS

Con todo ello, Chris Martin y compañía han ido amasando una base de fans compacta, que ha crecido con ellos y que no los ha abandonado pese a los retoques de su sonido en los últimos tiempos (menos rock, más colorista y escapista). El influjo inicial de Travis, U2 o Radiohead ha dado paso a atmósferas ‘petergabrielescas’, repostería pop y acentos exóticos. En los conciertos, pasado y presente conviven, y seguidores de distintas franjas de edad pueden sentirse atendidos.

Catálogo consolidado y duetos estratégicos

Coldplay ha prosperado siendo un grupo con orígenes previos a la era de las redes sociales y que combina su carácter de artista de catálogo consolidado con la construcción de nuevos ‘hits’. Una posición no muy habitual: los clásicos, generalmente, ya no producen éxitos. Ellos se las ha apañado para trascender el nicho generacional, y ahí una clave son los duetos con artistas de extracción más juvenil o situados en otras estéticas musicales. Las colaboraciones y ‘featurings’ están a la orden del día y son fomentadas por la industria para cruzar públicos y multiplicar el poder de convocatoria de los artistas. 

Ahí, Coldplay ya se anotó en otros tiempos algunas citas llamativas: con Jay-Z (2008), Rihanna (2012) y The Chainsmokers (2017). Y más recientemente, han resultado significativos sus encuentros con Selena Gómez (‘Let somebody go’) y, sobre todo, con el poderoso combo sudcoreano BTS en ‘My universe’ (2021), tema este que los ha colmado de discos de oro y platino en medio planeta.

La energía positiva y la lluvia de confeti

El cuarteto ha encontrado un filón en la explotación de las buenas vibraciones, la energía positiva y la concepción del concierto como ágora en la que compartir los mejores deseos para la humanidad. ‘Shows’ que se venden como ‘experiencias’, donde se suministran pulseras luminosas a los asistentes para que las gradas luzcan un aspecto mágico y que culminan con lluvias de confeti.

Todo ello se transmite luego de boca a oreja, de una gira a otra, de modo que a la siguiente cita ya es toda la familia, y los amigos, y los vecinos, los que quieren ‘vivir’ un concierto de Coldplay. Añadamos a todo eso las virtudes edificantes de su cancionero, en particular el producido a partir de su cuarto álbum, ‘Viva la vida or death and all his friends’ (2008), cuya canción principal, agente motivador para el Barça de Guardiola, atesora propiedades vivificantes: resulta ser la mejor canción para escuchar en el crítico momento de levantarte por las mañanas, según el estudio del psicólogo David M. Greenberg, de la Universidad de Cambridge.

Coldplay in concert in Coimbra

El público disfrutó de un gran concierto en Coimbra. / PAULO NOVAIS

Una caravana con coartada medioambiental

Cuando, en 2019, publicaron ‘Everyday life’, dijeron que no saldrían de gira hasta que lograran el modo de hacerla sostenible. ¿Lo han conseguido? Bien, el grupo luce una amplia batería de medidas medioambientales para convencernos de que este mastodóntico ‘tour’ no es lo que aparenta. Empezando por los traslados en camiones con biofuel y en el uso de vuelos comerciales (y no privados), medidas destinadas a reducir en un 50% las emisiones de carbono. Aunque, al otro lado de la balanza, hay que decir que concentrar los conciertos en unas pocas ciudades parece fomentar el tráfico aéreo entre los asistentes.

La apuesta ecológica tiene otros vectores: entran en juego en el ‘show’ las placas solares dispuestas en el escenario, las alfombras cinéticas (que transforman los saltos del público en energía) y los materiales orgánicos, así como el confeti biodegradable y las pulseras LED que los asistentes deberán devolver al final del concierto. En los conciertos se ofrece agua gratuita al público en botellas reutilizables, así como un ‘merchandising’ libre de plástico.

El colchón de una potente batería de ‘hits’

Aunque, en Barcelona, ‘Viva la vida’ sea el himno de Coldplay por excelencia, su catálogo ofrece al menos una decena de ‘hits’ opulentos, incluidos algunos de su primera época. En Spotify, nueve de sus canciones atesoran más de 1.000 millones de reproducciones, y ahí, ‘Viva la vida’ ni siquiera es la primera: la superan ‘The scientist’ (2002), ‘Yellow’ (2000) y la más propagada, ‘Something just like this’, su encuentro con el dúo electrónico The Chainsmokers (2017), con 2.137 millones.

A todo esto, poco importa que ‘Music of the spheres’ (2021) haya recogido las críticas más desfavorables de su carrera, con un 55 sobre 100 en el medidor de reseñas Metacritic (obtuvo tres discretas estrellas en ‘Rolling Stone’ y solo dos en ‘The Guardian’; tres en EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica), porque una gira de Coldplay se sustenta en otra clase de parámetros. El propósito, consumado sin ambages, es transmitir la idea de que el concierto es aquel lugar en el que hay que estar, y que se interiorice la pregunta 'urbi et orbi': ¿cómo que no va usted a ver a Coldplay? 

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