¿Dónde estaba Akra Leuka?

El director del MARQ, Manuel Olcina, determina en su tesis doctoral que esa ciudad, fundada por el cartaginés Amílcar Barca, estaba en el yacimiento alicantino del Tossal de Manises, recuperando así la idea de Figueras Pacheco

Manuel Olcina, en el yacimiento del Tossal de Manises.

Manuel Olcina, en el yacimiento del Tossal de Manises. / Pilar Cortés

Fue Diodoro, en el siglo I a.C., el que dejó el primer testimonio escrito que se conoce, en el que se menciona Akra Leuka como el nombre de una ciudad fundada por Amílcar Barca, que murió por la zona entre lo que ahora es Elche y Alicante. Y también escribe que el topónimo responde al lugar donde está situado. Akra significa ciudadela o cabo. Y Leuka, blanco.

Que se traduzca como cabo es uno de los argumentos clave que sustentan la certeza ("aunque nunca al cien por cien, puesto que para ello nos haría falta el documento epigráfico"), con la que Manuel Olcina, director del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), determina que Akra Leuka estaba en el Tossal de Manises. Esta afirmación, que recoge en su tesis doctoral de más de 800 páginas, «da un giro de 360 grados» en la historia del yacimiento alicantino de Lucentum situado en la Albufereta, porque supone volver a las tesis que Figueras Pacheco defendió a principios del siglo XX, pero que fue cambiando a lo largo de los años y hoy se cierra el círculo volviendo prácticamente al mismo punto.

«Figueras Pacheco y arqueólogos alemanes de esa época identificaban Akra Leuka con el Tossal, aunque con una base más entusiasta que con pruebas». No obstante, asegura, «Figueras no decía las cosas porque sí, sino que hizo las excavaciones con mucho rigor y hemos vuelto al mismo sitio pero con argumentación infinitamente más sólida».

Cuando Olcina llegó al yacimiento en los años 90 la idea de identificar esa ciudad con Akra Leuka se había desechado hacía más de cuatro décadas y se concebía como un poblado ibero. «Al aparecer elementos cartagineses pasamos a la hipótesis de un poblado ibero con influencia púnica, luego poblado ibero con participación púnica y ahora, estamos convencidos de que es una ciudad de fundación cartaginesa».

Piedras blanquinosas

El arqueólogo, que incluye en su trabajo más de 1.500 referencias bibliográficas además de casi 300 documentos, planos y fotografías de varios archivos y un número considerable de ilustraciones arqueológicas, considera que si la traducción es «cabo blanco», remite al mar, a la zona de costa. «Navegantes del siglo XVIII definen la costa alicantina como de piedras blanquinosas y desde el sur de la península hasta que llegamos aquí, esos marinos de época moderna que no habían leído a Diodoro, no mencionan otro sitio igual".  

El caso es que no se había hecho un estudio «profundo» sobre si era o no Akra Leuka esta ciudad, antecesora de Lucentum. Y Olcina lo ha hecho en sus tesis doctoral, calificada Cum Laude, en la que recoge la historia de las investigaciones desde el Renacimiento hasta ahora; un examen toponímico del yacimiento y alrededores, así como el nombre latino, y un análisis arqueológico de la etapa prerromana. «Teníamos el aval arqueológico porque lo que está claro es que estábamos ante una ciudad cartaginesa, pero había que ver si podíamos decir que era esa ciudad o no».

Los volúmenes de la tesis de Manuel Olcina.

Los volúmenes de la tesis de Manuel Olcina. / INFORMACIÓN

El arqueólogo realizó el análisis directo de las fuentes, traduciendo desde los documentos primigenios del latín y griego, para encontrar las razones históricas que habrían llevado a Amílcar Barca a fundar esa ciudad aquí, «dentro del plan estratégico de los cartagineses».

En este sentido, afirma el director del MARQ que Akra Leuka es «esencial» para los cartagineses para dominar las rutas de comunicación y tener asentamientos propios en vez de hacerlos en ciudades ya existentes. «El Tossal es una zona estratégica porque desde aquí puedes acceder a la zona de montaña y controlas la costa en 50 kilómetros, además la Albufereta es un lugar con agua dulce». Asegura que cuando pretenden dominar el sur de la Península Ibérica, después de su primera derrota frente a los romanos "ya conocen esa zona así que saben los lugares que son estratégicos por lo que fundan ciudades conscientes de que va a haber otra guerra con Roma".

Manuel Olcina, que publicará esta investigación en el MARQ, es consciente de que es «muy arriesgado volver a algo que la historiografía oficial había desechado». Por eso sabe que «puede abrir un intenso debate histórico y eso es bueno».

El caso de Solveig Nordstrom

Una de las muchas investigaciones sobre la historia del Tossal de Manises que incluye en estos tres volúmenes se centra en el caso de la arqueóloga sueca Solveig Nordstrom, excelente investigadora de la cultura ibérica. Según se ha relatado consiguió salvar de las excavadoras el yacimiento de Lucentum tumbándose delante de las máquinas. Una versión que para Olcina contradice los hechos acreditados documentalmente.

En 1955 la Diputación intentó adquirir el yacimiento que estaba en manos particulares, pero estos lo vendieron a otro propietario privado «porque ofrecía más dinero». El caso es que no hubo intención de construir allí hasta 1967. «Intereses urbanísticos de propietarios precipitaron que ese año se diera permiso para construir, aunque estaba declarado Monumento Histórico Artístico». Pero un año más tarde, en 1968, el Ayuntamiento de Alicante lo declaró zona verde, tras muchos años de trabajo para su protección por parte de la Comisión Provincial de Monumentos y del propio Enrique Llobregat, aunque continuó en manos privadas hasta que en 1973 el Estado lo expropió y se salvó el yacimiento».

El responsable del MARQ pone en duda que sucediera la salvación por el hecho que narró la arqueóloga sueca. «Hay una serie de contradicciones en su relato; yo no digo que no discutiera con alguien en algún momento en el propio yacimiento, pero este se salvó por otros motivos más complejos y se impidió construir. Cuando estaba aquí en Alicante no había peligro inminente; ella llegó aquí a finales del 55 y desde entonces, hasta 1961, periodo en el que se puede circunscribir el relato de Nordström, no hay documento alguno de maquinaria que entrara con afán destructivo en lo que se conocía de la ciudad romana de Lucentum», destaca el investigador.