FERIA DE HOGUERAS

Roca sigue siendo el Rey

La tarde de ayer se recordará como una de las más intensas de los últimos años en Alicante. Las más de 11.000 personas que llenaron la plaza vibraron con la gran tarde de los tres matadores y con la calidad y la transmisión de los toros de Victoriano del Río. No faltó nada, hubo rivalidad, toreo caro y bronca sin precedentes para el palco presidencial

El minuto en el que Roca Rey desató la locura en la Feria de Hogueras de Alicante

El minuto en el que Roca Rey desató la locura en la Feria de Hogueras de Alicante / Rafa Arjones

José Germán Estela

José Germán Estela

Hay tardes que están marcadas como importantes en la vida de los alicantinos. La de ayer lo fue. Alicante volvió a vibrar de emoción con uno de los carteles estrella del ciclo y logró congregar a más de 11.000 personas juntas en torno a un espectáculo, pocos eventos a lo largo del año pueden presumir de semejante éxito. El cartel lo merecía. Salió la banda de música a animar el ambiente con el sello único de esta tierra y logró la primera gran ovación de una tarde calurosa y de mucho bochorno. Abrió plaza un toro de pelaje negro, que accedió al ruedo con los dos pitones escobillados, fue un toro bajo y con poco cuello. Manzanares lo recibió con un excelso ramillete de verónicas ajustadas y muy jaleadas por el respetable. Remató con una revolera.

Ya con la muleta, Manzanares inició por bajo el trasteo llevando largo al toro, que mostró desde el principio la virtud de la repetición. Tuvo que imprimir mando desde el principio porque el de Victoriano salía rebrincado al final de cada pase. El toro no fue sencillo, especialmente por el pitón izquierdo, desarrollando sentido y protestando cuando tenía al torero cerca. Manzanares quiso desde el principio hacer las cosas bien, buscando siempre la buena colocación y llegando a cotas altas por el pitón derecho. Cuando el toro metía la cara y Manzanares lo llevaba largo y por abajo, la plaza entraba en una comunión perfecta con la faena del alicantino. Faena medida de Manzanares que mató de un pinchazo hondo arriba, que fue suficiente para que el toro doblara. Faena de querer y de oficio de Manzanares que fue premiada con una calurosa ovación de sus paisanos.

Tras la larga merienda alicantina, salió el cuarto toro, un ejemplar de nombre Cantaor, de 536 kilos, el de más peso de la tarde. Fue este un toro serio que tomó bien la muleta de Manzanares. El alicantino lo esperó mucho y siempre presentó la muleta por delante. Buenas fueron las series por el pitón derecho, dentro de una faena que fue a más. Por el pitón izquierdo, el toro tuvo más intermitencias en la embestida, aunque también hubo profundidad en las series. Manzanares dibujó muletazos bellísimos. Buen toro de Victoriano del Río que se vino arriba para que Manzanares bordara el toreo por el pitón derecho con dos series reunidas y compactas que hicieron que el público se entregara con su paisano. Faena profunda de Manzanares que quedó algo emborronada por una estocada algo desprendida y atravesada, pero que fue suficiente para que el toro doblara. Con la espada dentro, el toro sorprendió a Manzanares propinándole una fea voltereta sin mayores consecuencias. Cortó una oreja tras una atronadora petición del público. Gran toro de Victoriano del Río este Cantaor.

José María Manzanares ofreció una tarde de buen toreo cortando una oreja de peso a su lote. | RAFA ARJONES

José María Manzanares ofreció una tarde de buen toreo cortando una oreja de peso a su lote. / RAFA ARJONES

Andrés Roca Rey encuentra siempre en Alicante respuesta inmediata a su toreo de entrega y valor. La tarde de ayer fue un ejemplo perfecto. El segundo toro tuvo más seriedad que el primero. Los lances con los que lo recibió Roca Rey ya evidenciaron la buena clase del toro, humillando, embistiendo con ritmo y yéndose hasta el final del vuelo del capote. Quitó por ajustadas chicuelinas el peruano escuchando un olé atronador, pero no fue menos jaleado el quite que a continuación hizo Samuel Navalón, combinado chicuelinas, tafalleras y rematando con una media muy torera. Ese quite de Navalón puso al público en pie. Antes, Roca y Navalón se dijeron alguna cosa entre quite y quite. Sorprendente y sorpresivo fue el brindis de roca Rey a Limo, habitual chófer de Manzanares. El inicio de la faena del peruano logró hacer el silencio en la plaza. Pases cambiados por la espalda de imposible geometría pusieron a la plaza en pie. Luego, ya con el toreo en redondo, el toro tuvo sus teclas. Roca planteó todo en la media distancia, algo que el animal agradeció. Es verdad que el toro embestía por abajo cuando tomaba la muleta, pero al mismo tiempo no regalaba nada. Roca, muy firme, se impuso desde el inicio. La faena brilló por los dos pitones, pero fue en el tramo final, con dos pases circulares sin final, cuando el público se entregó por completo. Al grito de «torero, torero», Roca Rey se perfiló para matar en la suerte natural pinchando arriba y escuchando un aviso. En el segundo intento y en la suerte contraria dejó una estocada algo desprendida. Gran toro de Victoriano y buena faena de Roca Rey con la que cortó la primera oreja de la tarde.

Con el que hizo cuarto, Andrés Roca Rey no dudó en echar las rodillas a tierra y recibirlo con una larga cambiada, el toro evidenció tener muy poca fuerza desde el principio y fue devuelto. En su lugar, salió el primer sobrero del mismo hierro. Un ejemplar que pesó 565 kilos y que rompía el equilibrio de la corrida por su desmesurada altura. El toro cortó mucho en banderillas. Roca Rey brindó de manera ceremoniosa desde los medios a un público que celebró como nunca que su montera cayera boca abajo. Su inicio muletero se basó en la quietud. Bellos estatuarios sin moverse y casi sin mirar al toro sirvieron para atraer toda la atención del público. Lo cambió de terreno y se lo llevó a los medios. Le dio distancia y quiso lucirlo citando de lejos. El toro, que no descolgó nada, fue repetidor en la muleta del peruano. La suya fue una faena que construyó poco a poco, con muchos tiempos muertos entre series. Por el pitón izquierdo el toro reponía mucho y Roca tuvo que basar la faena en la mano diestra. Fue por ese pitón por donde llegaron las series más importantes, las que pusieron al público en pie. No faltó el arrimón en el tramo final, dejándose llegar los pitones a la chaquetilla y rematando con varios muletazos y un pase de pecho de pitón a rabo. El público estaba completamente a su merced. Con gritos de «torero, torero», Roca pasaportó al toro con una estocada tendida en colocación, pero de efectos fulminantes. Alicante era un verdadero manicomio y faltaban los pañuelos para pedir los máximos trofeos. Finalmente, el presidente Manolo García le otorgó una única oreja. La gran bronca del respetable al presidente fue monumental, como la faena del astro peruano. Se escucharon gritos de «presidente, dimisión» y Roca Rey, con una sonrisa en la boca, arrojó al suelo la única oreja cortada como gesto de protesta por la decisión presidencial.

El maestro Esplá, indignado

A la salida del festejo, el maestro Luis Francisco Esplá mostró a este periódico su indignación por la decisión presidencial haciendo la siguiente reflexión: «Vivimos tiempos de tiranos. Los autócratas están en las presidencias. Con elementos de esta calaña, los antitaurinos son una anécdota».

El público obligó al peruano a dar una segunda vuelta al ruedo y es que el pueblo nunca se equivoca.

El otro torbellino de la tarde llegó con el tercer toro. El joven Samuel Navalón recibió a su toro (tercero de la tarde) con cuatro largas afaroladas que pusieron al público en pie. El toro, de nombre Cóndor, perteneciente a una gran reata de la ganadería, empujó en el caballo y llegó a la muleta con mucho brío. Navalón, de hinojos, lo recibió desde la distancia con una larga afarolada con la muleta. Toda la faena fue una muestra del valor seco y de ambición desmedida. El toro no se entregó en ningún momento, el que sí lo hizo fue el torero. Faena de ajuste, de valor entre pitones. Las buenas series por ambos pitones dieron paso a un arrimón sin alivio ni miramientos. A consecuencia fue prendido por el toro de manera espeluznante y cogido con el pitón derecho en su pierna, una imagen que hizo temer lo peor. Afortunadamente, Navalón siguió toreando con toda la taleguilla destrozada. El público se puso en pie tributando una ovación que llenó de emoción toda la plaza. La pena fue la espada. Hasta cuatro veces encontró hueso Navalón que, a golpe de descabello, finiquitó la lidia de este tercero de la tarde. Una lástima porque de haberlo matado a la primera, las dos orejas hubieran llegado sin discusión. Fue ovacionado.

El joven matador Samuel Navalón impresionó por su valor seco en su presentación en Alicante. | RAFA ARJONES

El joven matador Samuel Navalón impresionó por su valor seco en su presentación en Alicante. / RAFA ARJONES

El que cerró plaza, un ejemplar de Toros de Cortés, fue recibido por Navalón a porta gayola. Más tarde, en la muleta de Navalón, el toro fue pronto, repetidor y tuvo desde el principio una gran fijeza. Navalón inició la faena toreando de rodillas sin aliviarse. El toro mostró en todo momento su intención de embestir, aunque había que provocarlo mucho. Tendía a abrirse al final del muletazo dejando en ocasiones a Navalón descolocado para ligar el siguiente pase. Lo toreó bien por los dos pitones y no dudó en pegarse un arrimón cuando el toro, ya desgastado, buscó las tablas. Estocada entera, aunque desprendida. Cortó una oreja de peso.

Al final, puerta grande para Roca Rey, un auténtico número uno.

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