El windsurfista alicantino Iván Pastor (Santa Pola, 18 febrero 1980) tiene un gran reto para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, sentir que ha dado su máximo en la competición y sacarse así la espina que se le quedó clavada en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, cuando acabó en décimo sexta posición en RS:X.

«Quiero hacer un buen resultado y de quitarme la espina de Londres. En Río me siento como en casa, allí hacía frío, tenías que llevar neopreno y a mi eso no me va mucho», explicó.

«Quiero sentir que he hecho una buena competición. No me pongo resultado porque aunque lucho por lo máximo, soy realista y sé que solo hay tres medallas. Me volvería tranquilo si acabo cuarto, quinto o sexto y veo que he competido muy bien y sé que si hago un tercero y podía haber ganado volveré jodido», añadió.

Pastor recordó cómo las malas sensaciones de su actuación en Londres se juntaron la posibilidad de que el windsurf dejara de ser olímpico para incluir el Kite-surf «y aunque estaba preparado para el cambio, cuando en noviembre de 2012 confirmaron que seguía igual sentí alivio por tener una nueva oportunidad de volver a intentarlo en lo mío».

Pastor cree que habrá «diez o doce países con altas posibilidades de medalla y estoy entre ellos» y señaló que las claves serán «la forma física, la preparación, haber escogido bien el material y tener un poco de suerte, hay muchos factores que pueden hacer que pelees por medalla o dejarte fuera».

El alicantino, que llegó a Río de Janeiro a finales de junio, está instalado en la ciudad en una casa que ha alquilado la Federación de Vela junto con otros olímpicos y ya no regresará a España hasta que acaben los Juegos, un largo periodo de adaptación que cree que es fundamental en todos los deportes náuticos pero especialmente en el campo de regatas donde competirán.« En la vela, cuantas más horas eches en el lugar donde vas a competir mejor. Además, éste es un lugar muy difícil. El viento es cambiante, la corriente es muy complicada, hay días que parece que lo tienes controlado y otros en los que la bahía es un poco un caos», explicó. Aún así, aseguró que le gusta el campo de regatas y auguró una competición «muy abierta que no va a tener un dominador claro, la bahía da mucho juego y yo me siento cómodo». Las semanas que lleva en Brasil y las temporadas en las que ha estado instalado anteriormente en ese país le dan una visión más cercana de dos cuestiones que han marcado los meses previos a los Juegos: los problemas de seguridad y el virus Zika. «En el tema de la seguridad no es tanto como se dice. Hay que tener cuidado pero he vivido aquí muchos años y nunca me ha pasado nada,», admitió.

«Con lo del zika, hay que tener en cuenta que aunque haga calor, aquí es invierno y no hace tanto como en verano y hay menos mosquitos. De todas formas mi compañera Marina Alabau lo cogió y me dijo que es menos que una gripe».