«Una noche de fútbol puro», en palabras del técnico Diego Simeone, le aguarda hoy al Atlético de Madrid en el estadio King Power frente al Leicester City, la resolución de los cuartos de final de la Liga de Campeones, con un gol de ventaja y muchísima presión para el bloque rojiblanco.

Es el asalto definitivo a las semifinales. A ellas aspira el Atlético, subcampeón y presente en esa ronda en dos de las últimas tres ediciones, y a él se opone el Leicester, ganador de sus cuatro duelos como local en esta edición del torneo; un combate de indudable intensidad, por cada rechace, cada balón y cada sector.

Una lucha ante la vibrante e imponente animosidad de la grada, un pulso frente a Jamie Vardy o Riyad Mahrez, los dos hombres clave del equipo inglés, y un duelo contra un conjunto competitivo que no admite ningún error. Tampoco la renta con la que viaja hasta allí, un 1-0 a priori corto, pero que casi siempre ha sido una garantía. Bajo esos parámetros, con las características que mejor maneja el Leicester -velocidad, intensidad o fútbol directo- y con el aviso reciente de la eliminación del Sevilla, hay asuntos clave en el partido: las segundas jugadas, la concentración en cada milímetro del terreno de juego, la precisión y velocidad al contragolpe y, sobre todo, la contundencia ofensiva en cada ocasión. El objetivo del Atlético es el gol -obligaría al Leicester a anotar tres tantos-, pero también no recibir ninguno.