Interminables horas en la piscina, una rígida y cuidada alimentación así como un sinfín de sacrificios para compaginar entrenamientos con sus obligaciones laborales. Es el precio que tiene pagar el nadador alicantino Jorge Crivillés para afrontar con garantías su próximo reto, el estrecho de Cook en Nueva Zelanda. Se trata de una complicada travesía de cerca de 25 kilómetros en los que la baja temperatura del agua será el principal enemigo, el mismo que le dejó fuera de combate en el Mar del Norte el pasado año al sufrir una hipotermia. En esta ocasión Crivillés ha convivido durante más horas con aguas frías y confía en superar con éxito el reto que tratará de llevar a cabo entre el 11 y el 15 de abril.

De nuevo el alicantino, que estará patrocinado por la Fundación ASISA, nadará a favor de los pacientes oncológicos de GEPAC y AEAL, a los que pretende dar visibilidad en su lucha contra la enfermedad. Tras haber logrado la Triple Corona (el título que se concede a los nadadores de aguas abiertas que han conseguido dar la vuelta a Manhattan, cruzar el canal de Santa Catalina y atravesar el canal de la Mancha), y cruzar el canal de Molokai, en Hawai, en 2016, y el canal de Tsugaru (Japón) en 2017, Crivillés afronta este nuevo reto para seguir avanzando hasta completar los «Siete Océanos». El estrecho de Cook separa las dos islas principales de Nueva Zelanda y une el mar de Tasmania y el océano Pacífico.

Una vez complete esta prueba, al alicantino únicamente le faltará cubrir las travesías del Canal del Norte (entre Irlanda y Escocia), que no pudo completar el pasado año, y del estrecho de Gibraltar para lograr cerrar el reto de los Siete Océanos, la prueba más prestigiosa del mundo en la natación en aguas abiertas.

Las principales dificultades de este nuevo reto, que solo han superado 112 nadadores de todo el mundo desde 1962, son, según explicó Crivillés, «sus aguas agitadas, bravas y clasificadas como unas de las más peligrosas del mundo». «Es el paso que utilizaron los pioneros europeos del siglo XIX para explorar el continente. En esta ocasión, me aventuro a nadar entre corrientes que provocan las mareas, vientos y tormentas eléctricas que unen las islas Norte y Sur», añadió Crivillés, quien recuerda que «medusas y tiburones» son fauna habitual de la zona. «Tengo claro que tengo que estar centrado en mi prueba y olvidarme de todo lo demás», afirma el nadador alicantino, que estará acompañado en Nueva Zelanda por José Luis Larrosa, su entrenador en las últimas dos temporadas.

El alicantino espera finalizar la prueba en unas diez horas, algo que variará en función del estado del mar. «Me encanta nadar en solitario, esa introspección, y poniéndote en situación límite. No me preocupan las horas que pueda estar en el agua si estoy en buenas condiciones», señala Crivillés, que ya tiene todo preparado para el largo viaje a Nueva Zelanda.

Durante la prueba estará acompañado por un barco que se encargará de suministrarle alimentación y por un kayac para vigilar de cualquier imprevisto que pudiera surgir. Después de tener que retirarse el pasado en el Mar del Norte, las ganas de quitarse la espina son muchas. «Nunca me había tenido que retirar de alguna prueba pero volveré este año si puede ser para acabarla», señala Crivillés. «Me he preparado a conciencia durante esta temporada para este reto y espero conseguirlo, aunque no es nada fácil y son muy pocos los que lo han conseguido», añade.

Lo que dejó claro Crivillés es que sin la ayuda de la Fundación ASISA sería imposible realizar este tipo de retos, ya que el presupuesto necesario para llevarlos a cabo es elevadísimo entre viaje, hoteles, barcos, inscripciones, acompañantes, etc. «Llevan tiempo apoyándome y estoy muy agradecido, ahora espero corresponder en el agua y cumplir con esta travesía en Nueva Zelanda», concluye el nadador de 48 años.