Solo una tormenta de granizo y hielo que destrozó la carretera en Val D'Isere, a 22 kilómetros de la meta de Tignes, pudo parar al colombiano Egan Bernal, quien marchaba desatado, solo, desde las pendientes del Iseran hacía el maillot amarillo del Tour. La naturaleza detuvo el ataque demoledor del joven de 23 años, que reventó la etapa y el Tour en el coloso más alto de la presente edición, por cuya cima pasó volando con 59 segundos sobre un grupo con todos los hombres de la general menos el líder, Julian Alaphilippe, que lo hizo a 2.08.

En pleno descenso se encendieron las alarmas de seguridad. La carretera quedaba inutilizada por una tormenta de granizo. La organización dio por terminada la decimonovena que empezó en Saint Jean de Maurienne y debía terminar en la estación de Tignes en la cima del Iseran. Bernal, que no obtuvo el premio de la victoria de etapa, si se convertía en nuevo maillot amarillo.

La fuga seguía la marcha con el Ineos en la función de marcar el ritmo de caza. Delante había gente del top ten como Valverde y Urán y las intenciones del equipo de Bernal y Thomas se iban a reflejar en la fase de carrera de continuo ascenso que terminaba en la cima del Iseran, coloso techo del Tour con sus 2.770 metros de altitud. En sus pendientes el Ineos se transformó en el Sky de años anteriores, escena casi inédita en este Tour. Castroviejo desbrozó el grupo y el festival que marcará el Tour y tal vez la carrera profesional de Egan Bernal empezó a 6 kilómetros de la cima. Un primer fogonazo poco consistente de Thomas se apagó para encender al huracán Bernal. Puro fuego. Inició un vuelo imparable que devoró la fuga, clavó a Alaphilippe y condenó a la persecución a Thomas, Landa, Kruijswijk y Buchmann, que pasaron por la cima a 1.05 del colombiano. Alaphilippe, medio KO, a 2.04.

Parón por la naturaleza

Con la carrera lanzada la naturaleza tomó cartas en el asunto. Un alud de nieve cayó sobre la carretera y la organización decidió dar por terminada la carrera con los tiempos establecidos en la cima del Iseran. El espectáculo de Bernal desatado abriendo tal vez un nuevo periodo histórico quedó cortado de raíz.

El hielo detuvo al fuego, pero el colombiano logró a pesar de todo el objetivo con el que había tomado la salida. Era el nuevo líder a falta de una etapa. Todos a los coches. Alaphilippe con cara de pocos amigos y aún de amarillo se mesaba los cabellos, certificando un día negro para el ciclismo francés. Y Bernal, sonriente, sabiendo que iba a ser líder, sonreía en el auto del Ineos.

Mientras, el director de la carrera Christian Preudhomme explicaba a su homónimo del Movistar Eusebio Unzue la magnitud de los destrozos en la carretera.