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La cuna del basket alicantino

La peculiar cancha de baloncesto, rodeada de viviendas por los cuatro costados, es la bandera de uno de los clubes más originales de Alicante

La cancha de la SCD Carolinas, situada en la calle Foguerer. Álex Domínguez

No hay flashes, ni actuaciones al descanso. Tampoco cheerleaders, ni perritos calientes en las gradas. No es la NBA ni Jack Nicholson anima desde primera fila, pero sí existe la misma pasión por el balón y la canasta. Es la peculiar cancha de la sección de basket de la SCD Carolinas, un patio de vecinos escondido entre las calles del barrio que se ha convertido en el emblema por excelencia de la entidad.

Rodeadas por los cuatro costados de unas 100 viviendas, las dos canastas de «El Patio» ven correr cada día a más de 100 deportistas de todas las edades. Desde los cinco años hasta los sesenta (y subiendo). La cancha de la calle Foguerer acoge a los niños y niñas más pequeños, que se inician en la categoría «escuela», y que van superando etapas por el benjamín, alevín, infantil, cadete y júnior. Después, dos equipos sénior y uno de veteranos. El baloncesto no entiende de edades; sentirse como en familia, tampoco.

Nada hace presagiar que la fachada 27 de la calle Foguerer alberga una de las pistas de basket más pintorescas del planeta. Un vecino recuerda que a principios de siglo, en pleno apogeo de la película Harry Potter, unos niños pintaron junto al número del portal un «3/4» en honor al célebre andén oculto tras una pared. Algo de esa magia flota en el ambiente de ese patio de vecinos acondicionado perfectamente para la práctica del baloncesto.

Dos canastas, una grada de piedra, un gimnasio improvisado al aire libre, una oficina y unos vestuarios. Nadie puede decir que no le han sabido sacar partido.

La singular cancha, lejos de lo que piensan muchos de los integrantes del club, llegó después de la construcción de los edificios que la escoltan. Y surgió por mayoría absoluta entre los propios vecinos. En los años cincuenta se crearon las viviendas y, como la mayoría de los edificios del barrio, tenían un patio en el centro. «Era un foco de suciedad, algún vecino tiraba la basura por ahí y eso estaba lleno de ratas, fue un alivio la llegada de la pista», cuenta Toñi Gómez, una vecina entregada a la causa del basket: «Mis hijos jugaron luego en el equipo, uno se acostumbra al ruido del balón».

Aunque de todo hay en la viña del Señor. Mateo Gayá, uno de los clásicos de la entidad (lleva 17 años en el equipo sénior) recuerda que ha vivido multitud de capítulos vecinales.

Convivencia

Convivencia«Algún que otro huevo ha caído desde las ventanas y también algún cubo de agua. Nos hemos ido a casa duchados más de una vez», cuenta entre risas. Pero es la excepción de décadas de compañía en las que rige una norma: no puede haber movimiento en el patio de diez de la noche a nueve de la mañana. Luego, manga ancha.

Ahora, uno de los grandes objetivos que persigue el Carolinas es la inclusión del deporte femenino. «Hasta infantil los equipos son mixtos, pero ahora queremos formar un equipo infantil de chicas, notamos la demanda porque es una realidad», asegura el coordinador de la sección de basket del club, Javier Ruiz, que saca adelante un proyecto de funambulista.

«Subsistimos a base de las cuotas de los padres porque subvenciones nos llegan pocas o ninguna», aclaran las cabezas visibles de un sentimiento, el «carolo», que nunca le ha dado la espalda al barrio. Los comercios de la zona aportan una pequeña ayuda, casi simbólica, pero necesaria. «No se entiende el día a día del barrio sin este club», señala Daniel Millor, uno de los jugadores, arquitecto de profesión y activista por la recuperación de Carolinas.

70 aniversario de la sociedad

70 aniversario de la sociedadLa sección de baloncesto de la SCD Carolinas es la más antigua y el mejor abanderado que ha tenido la sociedad en sus 70 años de historia, efeméride que celebrará el próximo mes de octubre.

El fútbol también ocupa buena parte de la vida del Carolinas, convertido en un clásico del balompié amateur alicantino y afincado desde hace años en el polideportivo Garbinet. La anacrónica sección de pesca (la única que ha hecho al Carolinas campeón del mundo) y la escuela musical gozan también de buena salud entre una entidad que llegó a tener equipos de voleibol, petanca, billar, bolos o tenis de mesa.

Esta próxima temporada el primer equipo sénior se reencuentra con la 1ª Nacional, el quinto escalafón del baloncesto español. Además, el club alardea de ser el equipo de basket más antiguo de la provincia (la sección cobró vida en los años cincuenta).

Un reconocimiento estelar

Un reconocimiento estelarLa singularidad del campo de baloncesto de la SCD Carolinas puede haber pasado desapercibida por el gran grueso de la ciudad de Alicante, pero en 2013 el club recibió la más sorprendente de las condecoraciones. La Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) incluyó una de las fotografías de «El Patio» en el libro del 80 aniversario del organismo y el club rodó por todo el planeta.

Quizás no hagan falta flashes ni anillos de campeón, el Carolinas tiene algo más poderoso: la singularidad y la vinculación con un barrio que presume de equipo.

«Aportan vitalidad y le tienden la mano al barrio»

Joel Montoro, presidente de la Asociación de Vecinos de Carolinas, destaca el arraigo del club con la zona

La cancha arregló un problema de suciedad. La SCD Carolinas, uno de los motores del barrio en los años cincuenta que se resiste a desaparecer, se quedó con un patio que estaba abandonado. En sus inicios sirvió un poco para todo: pista de basket, pista de fútbol sala (entonces futbito), punto de encuentro de la Hoguera del barrio e incluso la banda de música dio algún que otro concierto.

«A mí no me molestan, quizá al que llega de fiesta a las ocho de la mañana y quiere dormir, pues que se vaya a las habitaciones que dan a la calle y no al patio», explica el dueño de la taberna José Antonio, en la misma calle Foguerer.

Joel Montoro, el presidente de la Asociación de Vecinos de Carolinas, presume de club: «Es un orgullo, aportan mucha vitalidad al barrio y siempre le tienden la mano al barrio cuando hace falta, como en las fiestas». «Es una buena cantera para todos los jóvenes del barrio», culmina.

Andrés Olmos, presidente de la entidad, recuerda que la SCD Carolinas es de las pocas culturales que quedan vivas en Alicante: «Antes éramos 600 socios y ahora algo más de 100, pero sobrevivimos».

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