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Los cambios y la fe en el estilo tienen justo premio para La Nucía

Morgado y Titi marcaron los goles del triunfo tras saltar al césped en el segundo acto. Los hombres de Ferrando sufrieron por un penalti al final

Fofo y Sarriegi pelean por un balón en el centro del campo LARS TER MEULEN

Cambiarlo todo para que, en realidad, nada cambie. Así podría resumirse el motivo del triunfo de La Nucía frente al Ejea, partiendo de una base similar a la paradoja política expuesta en su día en la novela El Gatopardo. César Ferrando leyó el partido como Giuseppe Tomasi di Lampedusa dio forma a las tesis de su personaje principal. Eso sí, con matices diferentes.

A Ferrando hay que elogiarle la creencia que ha conseguido inyectar a su plantilla en una idea de juego basada en proponer y tratar bien el esférico, pese a que la situación en ocasiones invite a poner el autobús y abusar del patadón a campo contrario. Ante el Ejea volvió a darse el caso. La Nucía quiso mandar. Y cuando el rival le quitó la iniciativa, puso todo el empeño del mundo en recuperarla. Lo logró y por eso se llevó los tres puntos, tras cuatro semanas sin conocer la victoria en Liga. No era preocupante, pero un quinto partido sin ganar hubiese empezado a crear demasiadas alarmas, impropias para el inicio de campaña de un recién ascendido a la categoría de bronce.

Una competición que sí que ha cambiado. ¡Y de qué manera! Ya no abundan los equipos que se encierran atrás y esperan al rival en las inmediaciones de su portero. Los primeros minutos entre La Nucía y Ejea, dos clubes con etiqueta de modestos en el Grupo 3, fueron un ejemplo de escuadras interesadas en proponer, tocar y jugar en campo rival. Podrían contarse con los dedos de una mano los balonazos sin sentido a lo largo del choque, especialmente mientras las energías de los 22 futbolistas se mantuvieron a un nivel alto.

Ante tanta igualdad, el paso de los minutos hacía presagiar que la balanza podía decantarse desde el banquillo. No era cuestión de revolucionar el partido porque a ambos conjuntos se les veía bien asentados en el terreno de juego, con ideas claras. Y ahí, César Ferrando se llevó el gatoa. Cumplida la hora de choque saltaron al campo Titi y Morgado. Ambos decidieron el duelo como goleadores de un enfrentamiento que se decidió por las sustituciones, pese a que no fue necesario ninguna alteración radical de lo que hasta ese momento estaba ocurriendo en La Nucía. Cambió poco (o nada), pero fue decisivo para el triunfo local.

Buen partido de ambos

Hasta el minuto 60, momento del primer cambio, el marcador no se había alterado por culpa de un par de intervenciones meritorias de Rafa Santos y del palo izquierdo de la meta de Óscar Fornés.

En el primer tiempo, La Nucía quiso llevar la manija del choque. Tras un par de leves avisos, la primera parada del cancerbero visitante llegó tras un buen servicio atrás de Cedric que Cabezas, que volvió al once tras su lesión y fue el mejor del choque, remató con el exterior. Rafa Santos tocó lo justo para evitar la diana. Poco después, en la portería contraria, Ballarín mandó un tiro al poste tras una buena acción individual. José Mas, un «galgo» en la banda izquierda de La Nucía, cerró el carrusel de ocasiones claras con un remate en carrera que el arquero del conjunto aragonés desvió con el pie.

La segunda parte comenzó con un ligero cambio de guion, ya que el Ejea se hizo con el dominio territorial. Los nucieros pasaron a basar su juego en la contra, aunque sin demasiado éxito. Ni uno ni otro generaron ocasiones. El gran cambio llegó con el 1-0, obra de Morgado. El ariete ingresó al terreno de juego en el minuto 64. Lo primero que hizo fue forzar una falta que Juanma Ortiz ejecutó mal, con todo a favor, en la estrategia. Lo segundo fue culminar de manera espléndida una acción ofensiva conducida por Cabezas. Recibió en el perfil izquierdo de la frontal del área y mandó la pelota al palo contrario. Imparable. Todo en tres minutos.

Los locales supieron calmar el choque y, lejos de sufrir, vivieron en el campo de su oponente hasta que hicieron el segundo. Centro de Cabezas, omnipresente en el ataque nuciero, y remate de Titi, el otro futbolista al que Ferrando había dado la alternativa en el segundo acto. Mejor, imposible.

El epílogo del choque parecía destinado a la simple espera del triple silbido final del colegiado, ya que el Ejea estaba noqueado. Sin embargo, el silbato sonó antes para sancionar penalti en un forcejeo entre Neftalí y Otín. Una pena más mínima que máxima. Torras la transformó y la emoción se apoderó del ambiente en el añadido, con un remate cruzado del propio Torras en el minuto 93 que aceleró los corazones del Camilo Cano. Al final no cambió nada más. El estilo de La Nucía y el acierto de sus suplentes fueron suficiente para ganar.

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